Fue una tarde muy parecida a las de antaño. No tanto por el acto en sí, que mantuvo su dinámica y su protocolo cerrado, si no por ese regreso a los reencuentros, a los saludos afectuosos, a los selfies (con mascarilla) y a la emoción que conlleva el tradicional acto de reconocimiento y distinción de los hijos e hijas predilectas de la ciudad de Zaragoza.

La pandemia del covid, veinte meses después, no dejó de estar presente en una gala que, aunque con aforo restringido, hizo que todos los presentes recordaran, como si de Aragón al completo se tratara, a todos los fallecidos durante la pandemia. Un emotivo minuto de silencio y el posterior aplauso atronador dieron el pistoletazo de salida a un evento muy reivindicativo por parte de los distinguidos y en el que Ricardo Mur, presidente de la Confederación de Empresarios de Aragón (CEOE Aragón), recibió la Medalla de Oro de la ciudad.

Él fue el último en subir a un escenario por el que antes se dieron distinciones a la escritora Irene Vallejo (recogió el premio su madre Elena Moreu), a la maestra Beatriz Gómez, al investigador José Luis Jiménez (recibió el reconocimiento su hermano Jesús Jiménez), a la fotoperiodista Dune Solanot, a la Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza y a tres miembros de la división Lecrec La Nueve. Estos últimos a título póstumo y en cuya representación acudieron la sobrina de uno de ellos y la presidenta de la plataforma de asociaciones memorialísticas de Aragón.

Antes de la parte institucional hubo tiempo para los corrillos. La mayoría de ellos por afinidad política, como el que se creó de populares a pie de escenario entre Eloy Suárez, Pedro Navarro y Luis María Beamonte. Con foto para el recurdo, en algún caso. Con ellos también conversó un rato Nacho Escartín (Podemos) y luego se acercó el consejero de Educación, Felipe Faci. También acudieron, entre otros, el presidente de las Cortes de Aragón, Javier Sada, y la Delegada de Gobierno en Aragón, Rosa Serrano.

Hubo partidarios y afines de unos y de otros partidos, representantes de la policía, de los empresarios, de los mandos militares o de la justicia, pero por encima de todo estuvieron los hijos e hijas de una ciudad que ya serán predilectos para siempre.

Gonzalo Aguado, presidente de la Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza, fue el primero en subir al atril. «Emocionado» y «agradecido», Aguado recordó cómo «masivamente» los zaragozanos les han arropado en todos sus actos a lo largo de estos años, pero en su repaso a los alcaldes de la ciudad no citó a Pedro Santisteve. La pandemia, dijo Aguado, ha «oscurecido un poco» sus eventos, pero el premio les llega como un «espaldarazo» muy cerca de la normalidad.

Republicanos en París

En representación de Martín Bernal, Antonio Navarro y José borras, los tres miembros de la 9ª compañía de la División Leclerc, tomó la palabra Isabel Vaquero, sobrina de Bernal. La distinción, a título póstumo, reconoce la labor de estos republicanos durante la defensa nazi de París en 1944. «Mi tío fue un héroe y sé que no aceptaría este calificativo, porque diría que peleó por la esperanza y por la libertad. Eligió el camino del sacrificio», dijo Vaquero.

La fotoperiodista Dune Solanot ofreció un discurso reivindicativo del papel de la mujer, del feminismo, de la diversidad y de la defensa de los derechos LGTBIQ. Recordó que con sus imágenes ha querido captar «las redes» tejidas en la ciudad de Zaragoza. «Documentar los derechos humanos me ha enseñado a ser más humilde y a quitarme prejuicios. Hay que visibilizar e integrar», pidió Solanot en una intervención que terminó con un «gracias a todos, todes y todas». Llamó la atención como, durante la entrega de su título y su discurso, la concejala de Vox, Carmen Rouco, permaneció girada y no aplaudió.

Desde Colorado, el catedrático de Ciencias Ambientales y Química, José Luis Jiménez, envío un video de agradecimiento. «Es un gran honor y una sorpresa. No me lo esperaba», dijo. «Los maños somos testarudos y ¡qué ironía! porque esa cabezonería me ha llevado a no tirar la toalla y no parar hasta conseguir las cosas», reconoció Jiménez, quien reiteró, en relación al covid y a sus investigaciones, que la transmisión por el aire provoca contagios y volvió a llamar a la prudencia.

La maestra de Educación Especial, Beatriz Gómez, estuvo acompañada por algunos de sus alumnos del colegio Jean Piaget. Hizo un alegato por la escuela inclusiva y cargó contra el Gobierno por la nueva ley Celaá que, según ella, provoca «una segregación que atenta contra los derechos humanos».

Irene Vallejo, por su parte, no pufo asistir y fue su madre Elena quien recogió la distinción. A través de un video, la escritora recordó cómo «la ciudad milenaria» de Zaragoza le ha hecho ser quien es hoy. Habló del cierzo, de Labordeta, de palabras tan de la tierra como ababol o laminero y recordó sus estudios en el Goya antes de dar un agradecimiento «eterno» por el nombramiento.

Ricardo Mur, por último, dijo que no había «mayor honor» que recibir la Medalla de Oro de la ciudad. «Es algo especial y jamás pensé en tenerla», apuntó. El empresario recordó sus 12 años como concejal y se emocionó al hablar de su padre. «Esta medalla es de todos los empresarios que cada mañana nos levantamos para crear empleo y dinamizar. Ha sido un año y medio muy difícil y no me olvidó de ninguno de ellos», dijo