Octubre cumple semana y media y ha obligado ya a los zaragozanos a sacar las chaquetas de los armarios, por lo menos cuando se va el sol. En estos tiempos, en los que empieza a refrescar, hay ciertos negocios que ven cómo sus ventas comienzan a crecer. Y si a eso le sumas la llegada de visitantes a Zaragoza por el puente del Pilar, hay establecimientos que se convierten en el objetivo número uno de los paseantes.

Uno de esas tiendas que acumula largas filas en su puerta una vez ha llegado el frío es la Churrería La Fama, en la céntrica calle Prudencio, a dos minutos de la plaza del Pilar. «Nuestra temporada fuerte es esta, hasta pasado el invierno. Con el frío apetece más el chocolate», explica Eduardo Bazán. En el local llevan desde 1991 sirviendo churros y porras, pero antes ya vendían a los comercios del barrio.

«Todavía no hemos llegado a los niveles de antes de la pandemia pero está siendo mejor que el año pasado», cuenta Bazán, que no sabe contabilizar cuántas docenas venden al día. Pero la mejor demostración de la fama de esta churrería, nunca mejor dicho, es que nunca faltan clientes. A las 17.00 horas de este lunes, nada más abrir, todas las mesas de su terraza ya estaban ocupadas.

Varias personas, ayer, a las puertas de la Churrería La Fama. ANDREEA VORNICU

Los puestos de castañas son otro indispensable del otoño zaragozano. José, que prefiere no decir su apellido, lleva 28 años en su caseta, en la plaza Sas. Abrió y estrenó la temporada el pasado viernes. «Estos primeros días se venden bien porque son las primeras y la gente las coge con ganas. Luego bajan un poco las ventas y vuelve más gente cuando empieza a hacer más frío», explica.

José vende varias docenas de castañas al día. Su producto es gallego, «el mejor», asegura y explica mientras asa estos frutos sobre carbón vegetal. «Yo no uso butano», presume. Y admite también que, a pesar de la brasa, llega a pasar frío en los días más duros del otoño.

Hasta su puesto estos días, dada su posición, en mitad de la calle Alfonso, se acercan muchos turistas pero también «su clientela fija», vecinos de la zona que llevan toda la vida comprándole y que acuden en cuanto el mercurio de los termómetros empieza a descender. «Esta y Don Jaime son las mejores calles para vender», asegura antes de desvelar otro de sus secretos: «Esta estufa (sobre las que asa las castañas) tiene más de cien años. Me la iba a cambiar, pero para lo que me queda», ríe.

Y con la llegada de octubre se aproxima también diciembre, y con él la Navidad. Por ello, y debido también a los visitantes que atrae estos días Zaragoza, las administraciones de lotería del centro de la ciudad ya acumulan compradores a sus puertas. En la del Pilar, en la calle Alfonso, ayer a medio día había más de 40 haciendo fila para comprar un décimo. «Soy de Guadalajara y me voy a llevar dos décimos porque he venido para las fiestas. Es como cuando vas a Madrid y compras en Doña Manolita», explicaba un hombre, de nombre Valentín.

Largas filas en una administración de lotería del centro de Zaragoza. ANDREEA VORNICU

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Y es que la llegada de turistas condiciona y mucho a los comercios zaragozanos esta semana del Pilar. Por ello, y no tanto por el frío, hay otros establecimientos que también están a rebosar estos días y en los que las filas a su entrada son muestra de su éxito. Es el caso, por ejemplo, de El Calamar Bravo, en la calle Cinco de Marzo. «Somos de Logroño, estamos de visita y una amiga nos ha dicho que teníamos que venir sí o sí», contaba ayer una clienta que esperaba a entrar a por su bocadillo.

«Hay ganas de salir y lo estamos notando aunque con las restricciones no está siendo igual, pero por lo menos es mejor que el año pasado, que fue desastroso», admite el responsable de este mítico local, Joaquín Navarro.