La movilidad ha cambiado, o está en proceso de hacerlo con un objetivo claro: tiene que ser sostenible, digital y accesible. La lucha contra el cambio climático exige a las ciudades invertir en proyectos de descarbonización, impulsar políticas que permitan reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera y facilitar a la ciudadanía que se implique. Los problema de la calidad del aire vienen ligados, en buena medida, a la movilidad, y la tecnología permite dar ese salto necesario para que sea verde. Para el cambio cultural tienen que existir unas infraestructuras que permitan optar por el transporte público o por unos desplazamientos a pie o en vehículos de movilidad personal (VMP), como las bicis o los patinetes. 

Esta es una de las reflexiones del VI Encuentro de ciudades que se celebra en Zaragoza y que está organizado por la Dirección General de Tráfico (DGT), la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y el Ayuntamiento de Zaragoza con la colaboración de Mobility City en el que expertos en la materia debaten sobre la importancia de apostar por una movilidad verde y sostenible, de cero emisiones. 

En proceso de adaptar sus infraestructuras está Zaragoza, que ya tiene 532 calles peatonalizadas o pacificadas a cota cero, una red de carriles bicis segregados de 150 kilómetros y otros 80 compartidos que han experimentado en dos años un crecimiento del uso de los VMP del 80%, ha informado la concejala de Movilidad, Natalia Chueca. El equipo de Gobierno de PP-Cs quiere que la capital sea climáticamente neutra en 2030, en lugar de en 2050 como exige Europa, pero para ello necesita financiación y apoyo económico del Estado y de la Unión Europea.

No es un capricho de la capital aragonesa, como se ha puesto de relieve durante una de las ponencias, en las que se destacó la importancia de que las distintas administraciones públicas se impliquen y, sobre todo, de que haya sinergias. La tecnología necesaria para conseguir unas ciudades sin humos, sin ruidos y digitales ya está al servicio de las empresas del motor y el transporte, ahora hay que ponerla al servicio de los ciudadanos. 

Innovación y tecnología

Una tecnología que además de reducir las emisiones de CO2 permitirá conseguir otro de los objetivos principales que se persiguen en las urbes: reducir la siniestralidad. Sobre este asunto ha incidido el ministro del lnterior, Fernando Grande-Marlaska, durante la inauguración del congreso, en la que el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, ha apuntado que uno de los problemas a los que se enfrentan hoy las ciudades es la caída de los usos en el transporte público. 

El Ministro ha explicado que el 80% de las víctimas en las ciudades son usuarios vulnerables, es decir, peatones, conductores de patinetes, bicis y motocicletas, de ahí que sea tan importante la reducción del límite de velocidad a 30 kilómetros por hora en las calzadas de un sentido que se impuso el pasado mes de mayo. 

Las ciudades tienen por delante el reto de devolver las calles a los peatones para que puedan utilizarlas como un «punto de encuentro», señaló Grande-Marlaska, y eso pasa por reducir el tráfico rodado en favor de los desplazamientos activos, es decir, a pie, en bici o en patinete. 

«Este congreso llega en un momento crucial porque nos hemos marcado unos objetivos muy ambiciosos para la próxima década», ha afirmado en referencia a reducción de los gases contaminantes y la mejora de la calidad del aire, un fin «que es una respuesta a la emergencia climática». 

Zonas de bajas emisiones

Una respuesta que pasa, entre otras cosas, por crear zonas de bajas emisiones en todas aquellas localidades con más de 50.000 habitantes antes de 2030 por las que determinados coches, los más contaminantes, no podrán circular. 

Un cambio que socialmente todavía tiene que aceptarse. «La innovación es un proceso social y hay una resistencia, hay que comprenderlo», ha señalado Pedro Homem de Gouveia, Senior Policy & Project Manager, para quien el principal desafío de seguridad vial, «mucho antes de ser una cuestión cultural y de civismo, es una cuestión de infraestructura». Según este experto, no se puede exigir a los ciudadanos que se impliquen o se adapten si los ayuntamientos no crean las infraestructuras necesarias para que dejen el coche en sus garajes y opten por desplazarse a pie, en transporte público o en VMP. 

Y estos cambios en las grandes urbes deben realizarse ya porque, como ha dicho el presidente de la Comisión de Transportes, Movilidad Sostenible y Seguridad Vial de la FEMP y teniente de alcalde de Bilbao, Alfonso Gil Invernón, «la movilidad como la teníamos concebida se ha acabado. Y después del covid, más». Según Invernón, «las ciudades necesitan una movilidad sin humos, sin ruidos y sin muertos por accidentes de tráfico». Todo con un mismo objetivo, que se viva mejor y para eso es necesario reducir la contaminación. 

El vehículo privado juega un papel importante. «No se trata de demonizarlo, pero tiene que ser la última opción y hay que fomentar la movilidad activa», ha apuntado la directora de la Oficina de la Estrategia de Movilidad del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, que precisó que uno de los grandes retos pasa por hacer volver a la gente al transporte público.

No obstante, como ha puntualizado el jefe del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, DGT, Álvaro Gómez Méndez, «la política clave para asegurar competitividad de la movilidad urbana va a ser vehículo eléctrico» y en España el 10% del PIB proviene de las 17 fábricas de coches.