Cuando se habla de sostenibilidad y de impulsar políticas verdes en las ciudades, se debe hacer siempre pensando en la seguridad vial porque los nuevos modos de movilidad, como los patinetes, las bicis o las motos eléctricas y compartidas lo que han hecho ha sido llenar las calles de personas vulnerables. Esta es una de las conclusiones del VI Encuentro de ciudades que se celebra en Zaragoza, organizado por la Dirección General de Tráfico (DGT), la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y el Ayuntamiento de Zaragoza con la colaboración de Mobility City.

«Los vulnerables son aquellos que no están protegidos por el chasis de un coche», ha resumido la subdirectora general de Formación y Educación Vial de la DGT, María José Aparicio, que asegura que uno de los desafíos a los que se enfrentan las urbes es acabar con las muertes. «Nos estamos matando en las ciudades, reducir la siniestralidad es proteger al vulnerable».

Por ello, la protección, la convivencia y la sostenibilidad son los tres grandes retos a los que deben hacer frente desde las instituciones públicas. La escena urbana es esencial para lograrlo.

«Las ciudades son peatonales, pero solo en la teoría porque todavía nos queda pasar a la acción y esto es responsabilidad política», apunta la coordinadora técnica de la Red de Ciudades que Caminan, Ana Montalbán, que critica que hasta ahora las urbes se han diseñado pensando siempre en el coche, en agilizar su circulación. Este es el error que, por cierto, se sigue repitiendo.

Según Montalbán, las calles semipeatonales, a cota cero, por las que hay un cerril para coches debidamente diferenciado y limitado a 20 kilómetros por hora no son la mejor solución. «Esto hace que los peatones caminen por los laterales y no utilicen todo el ancho de la vía», apunta. Por ello, sugiere que se opte siempre por plataformas únicas donde el «invitado» sea el vehículo.

También señala la importancia de crear pasos de peatones atractivos, como los que se elevan a la misma altura que la acera y tienen grandes dimensiones, más allá de las franjas de cruce. «Generan una sensación de plaza y son más utilizados», asegura.

Con unas aceras estrechas, normalmente de 1,80 metros, los peatones tienen que lidiar con las motos aparcadas en su lateral, con los patinetes y las bicis estacionados en cualquier lugar, por lo que transitar por determinados lugar resulta bastante complicado, sobre todo para las personas con algún tipo de discapacidad. De ahí que, como señale Montalbán, sea necesario que las ciudades se piensen no solo para desplazarse y pasear, también para estar.