Los restos del abuelo materno de Joan Manuel Serrat pueden encontrarse entre los 430 fusilados de Belchite que están desenterrando y tratando de identificar un equipo de arqueólogos y una asociación memorialista. Manuel, que así se llamaba el antepasado del cantautor, era secretario del ayuntamiento, presidido por el socialista Mariano Castillo Carrasco.

Ese hecho le costó la vida al estallar la guerra civil, así como a su mujer, Juana, que podría estar enterrada en un nicho, si bien tampoco se sabe con precisión dónde reposan sus restos. "Necesitaremos el ADN del propio Serrat para llevar a cabo una identificación correcta", ha señalado Isidro Vaquero, que pertenece a la entidad local que lleva a cabo las prospecciones con ayuda de la DGA.

"La hija de los dos represaliados y el resto de los familiares se marcharon del pueblo a raíz de aquello, y con razón", afirma Vaquero, que ha señalado que su asociación está tratando de ponerse en contacto con Joan Manuel Serrat, que nació en Barcelona pero siente un gran apego por Aragón, como refleja en alguna de sus canciones.

Elementos falangistas

Los masivos fusilamientos de Belchite fueron obra de elementos falangistas y se produjeron al comienzo de la contienda, en el verano de 1936, antes de que la localidad se convirtiera en el centro de una batalla que provocó su parcial destrucción. De los tres centenares y medio de represaliados alrededor de un centenar residían en la cercana población de Mediana y otros seis eran de Fuendetodos, mientras que el grueso procedía de Belchite.

Por el momento, la excavación se centra en una fosa situada en el interior del cementerio, a la izquierda de la entrada, pero si los organizadores de la búsqueda reciben las autorizaciones necesarias las prospecciones se extenderán a otras partes del camposanto (el lado derecho) y al exterior, delante de la tapia que rodea el recinto.

La localización de la fosa del lado derecho ha sido posible gracias a las investigaciones llevadas a cabo por el historiador aragonés Julián Casanova, explica Isidro Vaquero.

Contra la ley del silencio

La asociación memorialista que lleva a cabo la excavación recibe el nombre de Mariano Castillo Cascarro, en memoria del alcalde republicano de Belchite, que se suicidó en la celda, tras ser detenido en los primeros días de la insurrección militar. Además, los sublevados fusilaron a su mujer y a un hermano.

En cuanto a la fosa del lado izquierdo, mucha gente mayor de Belchite ha sabido toda la vida de su existencia, si bien durante décadas ha imperado una especie de ley del silencio que ha postergado hasta la actualidad la difusión de los graves acontecimientos del comienzo de la guerra del 36, pero no así de la historia de la posterior batalla en torno al casco urbano, que ha sido muy divulgada desde que se produjo.

Todo esto se empezó a mover hace un año y medio, cuando José Vidal, presidente de la asociación memorialista y concejal socialista de Belchite decidió crear la entidad con el fin de recuperar esa parte de la historia de la localidad”, indica Vaquero.

Entre las víctimas de los fusilamientos figuraba asimismo el abuelo materno de Vaquero, que era presidente de UGT en la zona. "Se da la circunstancia de que una de las personas que iba a ser fusiladas se libró de la muerte en el último momento y pudo contar a los familiares de las víctimas cómo ocurrieron las cosas", señala el miembro de la asociación Mariano Castillo.

Huesos en la fosa de Belchite ASOCIACIÓN MARIANO CASTILLO

Los fusilamientos se realizaron en varias tandas que se sucedieron entre el 1 de agosto y el 9 de septiembre de 1936 en distintos lugares: en la cárcel, en la plaza Nueva del Viejo Belchite y en el cementerio.

Prueba del ADN para las identificaciones

Por el momento, las excavaciones, que se centran en una fosa de 70 metros cuadrados, ya han descubierto restos óseos de 25 personas. “Se trata de la primera capa de la fosa, en la que se va a seguir cavando, pues desconocemos su profundidad”, añade Vaquero. “Sabemos que aquí hay más de cien personas y que sus huesos se mezclan con los de otros enterramientos anteriores”, continúa.

Para la identificación de los fusilados, subraya Vaquero, será preciso realizar la prueba del ADN, por lo que hace un llamamiento a los vecinos de Mediana, Codo, Belchite y Fuendetodos que perdieron a seres queridos en la contienda, para que aporten muestras de sangre. La prueba se llevará a cabo a partir de noviembre.

Un arqueólogo, trabajando en la fosa, ante restos óseos desenterrados. LAURA M. PANIZO

«Empezamos la excavación el 30 de septiembre y la mayor dificultad con que nos encontramos es la de diferenciar restos de distintas épocas», señala el arqueólogo Gonzalo García, uno de los codirectores del proyecto. Además, continúa, los huesos de distintas personas aparecen mezclados. 

«Algunos esqueletos aparecen boca abajo y hemos encontrado uno con las manos y las piernas atadas, lo que revela una gran crueldad», manifiesta el arqueólogo, que incide en que los cuerpos debieron de ser tirados a la fosa «de cualquier manera». 

A medida que la excavación avanza, precisa Gonzalo García, van saliendo a la luz objetos de la vida cotidiana, como botones y hebillas, así como restos de ropa muy deteriorada. «Hemos hallado incluso una mina de grafito de un lápiz, lo único que queda tras pudrirse la madera», indica.

Hasta la llegada del Ejército sublevado a Belchite, la localidad vivió numerosas ejecuciones sumarias promovidas por elementos de Falange. Del total de 430 fusilados que se han contado, 325 eran del propio Belchite, 100 procedían del cercano pueblo de Mediana de Aragón (cuya población quedó diezmada), seis de Fuendetodos y al menos una mujer residía en Codo.