Al Gobierno de PP-Cs de Zaragoza le gusta definir sus proyectos como «pioneros». Suele recurrir a este término cada vez que anuncia un nuevo. Actuaciones, algunas de más envergadura que otras, que tienen como objetivo último colocar a la ciudad en el lugar que le corresponde, que tenga los galones que le tocan por ser la quinta ciudad más grande de España. La pregunta es: ¿Qué ciudad quieren los zaragozanos? 

Esta semana se celebra el debate sobre el estado de Zaragoza. Una cita anual en la que el alcalde, Jorge Azcón, hará balance sobre sus dos años de gestión muy marcados por una pandemia mundial que le ha obligado a alterar su hoja de ruta. Está en el ecuador y tiene que pasar de los propósitos, las ideas y las promesas a la acción, a la ejecución. Los presupuestos de 2022 incluirán proyectos que ya se contemplaban en los de este año y que no ha logrado impulsar. Pero el alcalde tendrá que ser más ambicioso porque el 2022 será el año de la recuperación, y para eso van a llegar ayudas de los fondos europeos que están enfocadas, en gran parte, a avanzar hacía una transición verde para que Zaragoza sea una ciudad climáticamente neutra en 2030. Azcón ha demostrado estar concienciado y comprometido y el consistorio va comprar los primeros 68 autobuses eléctricos, primer paso para renovar la flota y que sea 100% sostenible. También se han plantado los primeros árboles del Bosque de los Zaragozanos y se ha diseñado un ambicioso proyecto de rehabilitación de viviendas. Pero hay que seguir creando infraestructuras para los desplazamientos verdes, en bici o patinete eléctrico y que tan buena aceptación han tenido. 

La crisis sanitaria ha alterado las necesidades y los hábitos de los ciudadanos. Si ha dejado algo claro es que lo que se necesita es una ciudad para pasearla, con amplías aceras por las que desplazarse --recuerden cómo estaba el paseo Independencia tras el confinamiento en casa-- y con zonas verdes en las que respirar --el Parque del Agua, también por esas fechas--. En definitiva, los zaragozanos necesitan una ciudad para vivirla, para estar. 

Los primeros pasos se están dando y la plaza Santa Engracia ahora es más ciudadana, aunque peque de hormigón, y la de Salamero será la primera supermanzana de la capital y, pueden, que la de San Francisco le copie el formato. Hay otros proyectos para peatonalizar calles, como la de San Miguel, o para ceder más espacio a los peatones, como ocurrirá en la avenida Navarra, Reina Fabiola o Cuarte. Unas reformas aplaudidas después de años sin inversión que tienen que ampliarse en número porque los ciudadanos piden más mejoras, pero en los barrios, donde hay plazas y parques esperando un lavado de caro. Los comercios y los hosteleros también levantan la mano. El ayuntamiento ha impulsado un programa «pionero» y que ha sido ejemplo para otras ciudades, como Volveremos, que ha servido y sirve para incentivar las compras en las tiendas de toda la vida, las de barrio y ha relajado ciertas cargas fiscales para dar un poco de oxígeno a los autónomos, pero siguen siendo muchos los negocios que están echando el cierre.  

Las administraciones tienen la obligación de diseñar unas políticas que fomenten la creación de empleo. Es un trabajo coral, del ayuntamiento y del Gobierno de Aragón, que no está al margen. Para ello, los incentivos fiscales son clave, la ciudad tiene que ser atractiva para invertir y eso es lo que pretende Azcón con el plan de captación de inversiones. Zaragoza es un nudo logístico por excelencia que se ve reforzado por su ubicación geográfica, a una distancia más que razonable de Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia y la capital debe  exprimirlo al máximo para que más empresas como Becton Dickinson elijan Zaragoza. La vivienda es otro de los retos que debe afrontar. A la espera de la ley de Sánchez, el ayuntamiento debe ampliar el parque público para poder atender a más familias y ayudar a los jóvenes. 

1. Un plan fiscal que permita consolidar las empresas instaladas

Los comerciantes y los hosteleros reconocen «el compromiso, la preocupación y la cercanía» de PP-Cs durante la pandemia, con importantes bonificaciones y exenciones fiscales y con la adecuación de la ordenanza para poder instalar veladores en calzada. Sin embargo, coinciden en que «la política fiscal no puede abogar únicamente por un plan de inversiones», explica el presidente de Cafés y Bares, José María Marteles. Algo parecido opina el responsable de la Asociación Profesional de Empresarios de Hoteles y Restaurantes de Zaragoza (Horeca), Fernando Martín, que añade que igual de importante «consolidar a las empresas que ya están en la ciudad» como atraer a otras nuevas, como pretende conseguir el consistorio con el recién aprobado plan de captación de inversiones, con bonificaciones en el IBI, IAE e ICIO. «Tienen que cuidar a las que ya hay», insiste. 

Desde Cafés y Bares instan al consistorio a que se decida y asuma las competencias que le otorga la Ley de Turismo en materia de ordenación turística de los bares, definiendo un régimen jurídico y regulando su actividad. 

Desde la Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia (ECOS) también hacen mención a las ayudas que han recibido tanto desde el consistorio como desde la DGA. «Todas son buenas, pero si luego nos suben la luz no hacemos nada. La realidad es que recibimos por un lado pero lo pagamos por el otro», dice el presidente de ECOS, Antonio Torres, que destaca la importancia de que PP y Cs sigan invirtiendo en la adecuación de las calles de la ciudad. «Zaragoza es una ciudad llana, con un buen comercio y los gobiernos tienen encargarse de que la escena urbana sea la mejor y resulte atractiva para pasear». 

2. Una ciudad verde con el propósito de ser en 2030 climáticamente neutra

Zaragoza quiere ser una ciudad climáticamente neutra en 2030. Una tarea complicada para la que ya ha comenzado a diseñar su estrategia, que no solo se basa en plantar árboles hasta conseguir un bosque tan grande como 1.100 estadios de la Romadera. Movilidad está trabajando en la que será la zona de bajas emisiones en el cen de la ciudad y en la renovación de la flota de autobuses para que sea 100% eléctrica. No obstante, según el director ejecutivo de la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes), Víctor Viñuales, no será suficiente si los vehículos que circulan durante muchas horas al día, como las furgonetas de reparto (la ciudad va a impulsar la distribución urbana de mercancías (DUM) y los taxis, son contaminantes. 

Viñuales asegura que Zaragoza tiene que afrontar por las centrales renovables y explotar la energía solar y eólica. «Es una ciudad con cierzo y mucho sol, tiene que saber aprovecharlo». Y en eso están en la casa consistorial. Ya se ha creado el primer barrio solar en el Actur y quieren llenar de paneles solares las cubiertas de los equipamientos públicos, como en el cementerio de Torrero.  

3. Una flota de autobuses eléctricos con recorridos más cortos y eficientes

El Ayuntamiento de Zaragoza tiene dos retos por delante en materia de movilidad. El primero, a largo plazo, tiene que ver con la sostenibilidad. La lucha contra el cambio climático y la descarbonización de la economía se han convertido en una obsesión para todas las administraciones (en realidad viene impuesta desde Europa). En Zaragoza, el consistorio tiene previsto comprar los primeros 68 autobuses eléctricos, 100% sostenibles, y ya ha iniciado los trabajos de electrificación de las coches. Una tanda que se irá completando hasta alcanzar una flota completamente verde y que exige una inversión millonaria, 46 millones para los primeros buses, y 150 para toda la flota, por lo que han solicitado financiación a la Unión Europea, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. 

A largo plazo tiene por delante la remodelación del transporte público. Primero, el consistorio tiene que lograr recuperar a los usuarios que perdió durante la pandemia y que siguen sin fiarse del transporte colectivo o, directamente, se han cambiado a los vehículos de movilidad personal (VMP) como los patinetes y las bicis. El Gobierno de PP-Cs de Zaragoza ha dejada aparcada la posibilidad de construir una segunda línea del tranvía que pretendía sustituir con una de autobús que conectara el eje este-oeste y que no ha llegado a poner en marcha. Una reivindicación vecinal que permitiría acabar con «un déficit» histórico, según dice Manuel Arnal, de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ). 

 Nada se sabe sobre la reordenación, solo que la idea de Movilidad antes de la crisis pasaba por crear una especie de «red de metro en superficie», pero con autobuses, con nuevas rutas, más cortas y directas que dieran servicio dentro de los distritos, y que estarían conectadas con otras diametrales (que cruzarían la ciudad de un lado a otro) y circulares para poder acceder a otros barrios. Respecto al fomento del uso de los bicis y patinetes, los colectivos ciclistas insisten en que la creación de carriles compartidos con los vehículos no es la solución, y siguen reclamando más carriles segregados. 

4. Calles para pasear y estar, con espacios amplios y zonas verdes

El próximo año comenzarán las obras de la operación calles. La avenida Navarra, San Miguel o la calle Cuarte se rehabilitarán de forma integral, como se está haciendo ya en Predicadores. La crisis sanitaria ha sacado a relucir la carencia que tienen las ciudades de espacios de convivencia, donde los ciudadanos puedan pasear y estar. Es lo que PP-Cs quieren hacer en Salamero, que se convertirá en la primera supermanzana y que no debería ser la única. Los barrios de la ciudad demandan plazas renovadas, atractivas, sin baldosas resquebrajadas, bancos carcomidos por el tiempo, y más calvas en los jardines que otra cosa. 

Hasta ahora el consistorio ha centrado sus esfuerzos en el centro de la capital, el escaparate de la cuidad, y ahora le toca concentrar sus inversiones en los distritos consolidados, en los barrios tradicionales cuyo entramado de calles ofrece posibilidades muy limitadas, con aceras estrechas y pocas zonas verdes. 

La vivienda es otra de las tareas pendientes, especialmente la vivienda social, dirigida a las personas más vulnerables pero también a los jóvenes, que con los precios actuales no pueden independizarse. 

5. La eterna lucha contra los vuelos ‘low cost’ y el turismo nacional

Tras los confinamientos de las ciudades, todas las capitales se han lanzado a la batalla para conseguir atraer al mayor número de turistas nacionales. Este verano no le ha ido nada mal a Zaragoza, con cifras incluso mejores que las de 2019. «El primer semestre del año ha sido nefasto, y eso que en verano tuvimos algunas semanas muy buenas, incluso mejores que en 2019, pero el cómputo del año está siendo malo», explica el presidente de la Confederación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Aragón, Fernando Martín, que adelanta que el gran reto que tienen por delante es seguir cautivando a los turistas nacionales para que prefieran visitar la tierra antes que por un vuelo low cost. «Celebramos que estamos recuperando el turismo internacional, pero eso significa que los españoles también nos vamos», matiza. Admite que con la crisis del covid el consistorio ha tenido buenas iniciativas, pero siguen reclamando que su sector se califique como industrial para tener los mismos beneficios y disfrutar de más rebajas fiscales, más ahora que van a tener que empezar a devolver los créditos ICO.  

6. Barrios de primer y de segunda que esperan equipamientos

Desde la FABZ, Manuel Arnal admite que Jorge Azcón está impulsando proyectos importantes para la ciudad, como la reforma de la avenida Navarra, la prolongación de Tenor Fleta o los barrios solares. Sin embargo, critica que la ejecución de su presupuesto de 2021 es «muy baja» después de un 2019 que pasó «en blanco» y un 2020 «lastrado por el covid». «Me temo que el 2022 y el 2023 va a ser la ciudad de los prodigios, cuando quedan equipamientos esenciales y necesarios por hacer, y que deberían ser prioritarios, además de reformas históricas, como la avenida Cataluña», comenta. Según Arnal, PP y Cs están rompiendo la sensación de que Zaragoza era una ciudad compacta, creando barrios de primera y segunda.