DEBATE DEL ESTADO DE LA CIUDAD

La crispación nunca se fue

La reforma del estadio de La Romareda es el único asunto que logra consenso. La izquierda acusa a Azcón de utilizar el cargo para lograr ascender en su partido

Azcón y Ranera, en el primer día del debate del estado de la ciudad.

Azcón y Ranera, en el primer día del debate del estado de la ciudad. / ÁNGEL DE CASTRO

Zaragoza

Fue una jornada larga. Con discursos, réplicas, contrarréplicas y respuestas varias. Y en las inacabables horas que duró el debate sobre el estado de Zaragoza solo hubo un tema que calmó los ánimos entre el alcalde y la oposición: La Romareda. El antecedente lo puso ya el pasado martes la portavoz socialista en el consistorio, Lola Ranera, cuando le ofreció a Jorge Azcón una mesa de diálogo y «un folio en blanco» para conseguir un estadio nuevo y a la altura del siglo XXI. Y ayer, el regidor respondió y ofreció sentarse a negociar con el resto de los grupos sobre los asuntos más importantes en lo que queda de mandato, que son La Romareda, pero también la energía y el medio ambiente. 

«El reloj corre y hay que empezar a trabajar», dijo Azcón sobre el estadio, que planteó varias preguntas sobre el proyecto, incluso que habrá que decidir dónde hacerlo. Y la portavoz socialista recogió el guante. Hasta Podemos dijo que no pondría impedimento siempre que el club, el Real Zaragoza, participe y ponga dinero. Pero cualquier atisbo de pacto y acuerdo acabó allí. El resto del debate estuvo protagonizado por los reproches y por unas diferencias que parecen insalvables.

La ascensión de Azcón en el PP regional fue otro de los asuntos que llenaron muchos minutos de discusión. Tanto Ranera, como Rivarés (Podemos) y Santisteve (ZeC) afirmaron que la única ambición del regidor no pasa por gestionar y gobernar el ayuntamiento sino ascender orgánicamente en su partido. «Es usted un alcalde a la fuga. Va a tener problemas para simultanear el cargo en el PP de Aragón con el de alcalde», le espetó la socialista al popular, que no dudó en responder de forma muy contundente y con la espontaneidad que maneja perfectamente. «Me lo dice usted, que es la portavoz suplente. ¿Cuando la señora Alegría se fue lo hizo pensando en la ciudad o en el PSOE?», preguntó retóricamente Azcón, que también le recordó a Ranera que el alcalde de Sevilla, el socialista Juan Espadas, compagina su cargo con el de secretario general del PSOE en Andalucía. En este sentido, además, la portavoz del PP, María Navarro, afirmó que si el debate del estado de la ciudad ha sido ahora es porque a la socialista le convenía que fuera antes del Congreso regional del PSOE (que se celebra entre mañana y el domingo) para ganar puntos dentro de su partido.

Y también hubo recado sobre este asunto a Rivarés, de Sara Fernández, que le recordó al portavoz morado que la primera en las listas de su partido, Violeta Barba, no llegó siquiera a coger su acta.

«¿Cuándo se va?, me preguntan –dijo Azcón–. Pues pierdan toda la esperanza, no tengo ninguna intención de irme aunque vaya a ser presidente del PP en Aragón. Me quedaré en el ayuntamiento todo el tiempo que pueda».

Dos debates

El debate del estado de la ciudad tuvo dos capítulos totalmente diferentes. Por la mañana, Azcón hizo un largo balance de su gestión y anunció sus proyectos para el año que viene. Todo con monotonía y sin sobresaltos. Pero por la tarde llegaron los reproches, las voces elevadas y los ataques irónicos se hicieron con el salón de plenos.

Y es que desde la izquierda no dudaron en recordar alguno de los escándalos que han salpicado al alcalde en los últimos meses, y eso a Azcón no le gustó demasiado. Tanto Ranera como Rivarés le mencionaron el asunto de los suelos de sus padres, que constaban en un expediente que el regidor votó a favor a pesar de tener que haberse abstenido o ausentado.

La colaboración público-privada fue otros puntos de desencuentro. La izquierda, como es costumbre, le criticó a Azcón que se esconda tras este mantra para sacar adelante sus proyectos mientras no es capaz de sufragarlos con dinero público, como demuestra, según el PSOE, Podemos y ZeC, el bajo porcentaje de ejecución presupuestaria, que en Urbanismo apenas ronda el 30%. Cabe destacar en este punto que el portavoz morado, Fernando Rivarés, sacó a relucir que alguno de los párrafos del discurso del alcalde eran una copia del que leyó el año pasado en el anterior debate del estado de la ciudad. Ello da cuenta, dijo, del retraso de algunas de las promesas que ha hecho «el alcalde anuncio».

En su discurso, Azcón estuvo acompañado por los pitos que le dedicaron desde la plaza del Pilar los sindicatos, a los que no dedicó apenas atención. Sí que reparó el regidor en Pedro Sánchez, objetivo número uno de sus ataques, lo que contrastó con las buenas palabras y las llamadas al acuerdo que dedicó al Gobierno de Aragón. El popular se proyectó una vez más en la política y el debate nacional, que no el autonómico, lo que podría dar pistas de cara al rol que desempeñará el alcalde cuando sea también presidente del PP aragonés.

Vox fue otro de los reproches de la izquierda al regidor, pero Azcón aprovechó el ataque para alabar al portavoz de la ultraderecha, Julio Calvo: «Todos piensan que usted es una persona sensata». Y así con todo terminó la discusión, que seguirá hoy con la votación de las propuestas de los partidos.

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