No ha tenido buena recepción el cambio en los festivos de Zaragoza. Al menos entre los trabajadores del comercio. Nada como darse un paseo por un centro comercial para comprobar el descontento de los trabajadores del comercio con la supresión de sus dos fines de semana. Son suyos, de hecho, porque son los únicos de los que disponen a lo largo del año para conciliar y organizar planes, salidas, escapadas y viajes «como la gente normal».

Así lo refleja Teresa Trivez mientras reordena los bolsos del escaparate de la tienda de complementos en la que trabaja, en el centro comercial GranCasa de Zaragoza. Trivez dice que en años anteriores aprovechaba San Valero y la Cincomarzada para hacer alguna escapada a la playa o a la montaña con su marido y sus perros. «No sé a quién le interesará esto de cambiar el calendario, pero al final van a lograr que acabemos abriendo todos los domingos», reflexiona la trabajadora. «Si al menos se generasen nuevos puestos de trabajo... ¡pero es que nos lo comemos nosotros, los que ya estamos trabajando!», exclama la trabajadora.

El 29 de enero y el 5 de marzo

La mayorías de los empleados ya conocen la propuesta de calendario del Ayuntamiento de Zaragoza, que trasladará los festivos del 29 de enero y el 5 de marzo –ambos caen en sábado– al viernes y al lunes, respectivamente. De este modo se suprimen los dos fines de semana con los que cuentan en el comercio. La noticia ha corrido de boca en boca, de mostrador en mostrador, de escaparate en escaparate.

Sofía y Andrea creen simplemente que es «injusto». Aseguran estas dos jóvenes que «así es imposible conciliar». «Es que ya que nos toca trabajar todos los fines de semana... Pero al final mueres al palo, no queda otra», dice una de ellas mientras coloca fundas y otros accesorios en una conocida franquicia de complementos de telefonía móvil.

Tampoco gusta la idea de abrir en festivo a los propietarios de algunos negocios. Luis, que regenta una cafetería en el centro comercial, piensa que en días de tan poca afluencia «a veces es preferible no abrir». «No vale la pena. Viene muy poca gente y hay que pagar a los trabajadores, que además pierden días de fiesta», lamenta. Difícil solución tiene para él. Como el resto de negocios, Luis no quiere hacer frente a las multas que imponen los centros comerciales por no abrir un local cuando se ha decretado un festivo de apertura.

Conciliación

Pocos escaparates a la izquierda, siguiendo el pasillo de la planta superior del centro comercial, Silvia es contundente: «La conciliación tiene que ser una necesidad». Esta trabajadora de la tienda de ropa Salsa aclara que le parece «fatal» el cambio de fechas. «San Valero es la celebración del descanso. Es el puente al término de la Navidad y las rebajas. Yo siempre lo aprovecho para viajar, que nunca puedo», concluye Silvia.

A María José se le cae el alma al suelo cuando se le pregunta por su opinión sobre quedarse sin fin de semana el 29 de enero y el 5 de marzo. «No me había enterado... Pero ¿eso es de verdad?», repregunta esta empleada de una zapatería en la planta baja. Ella también asume que San Valero es el fin de la temporada alta, el primer periodo de «desconexión» tras varias semanas de trabajo prácticamente ininterrumpido. «Es que desde ahora hasta la tercera semana de enero no vamos a parar. Llevo 20 años en el comercio y no me había pasado esto nunca», critica la mujer.