ZARAGOZEANDO

Callejones y demás escondrijos: estas son las calles de Zaragoza que quizás no conocías

En la capital aragonesa hay calles de pocos metros de largo y por las que apenas pasan vecinos. Recorremos algunas de ellas.

Iván Trigo

Iván Trigo

El paseo Independencia, la calle Alfonso, Gran Vía o Sagasta son grandes avenidas que se abrieron paso al calor de las nuevas corrientes urbanísticas surgidas en el siglo XIX y que también llegaron a Zaragoza.

Anchas vías, con árboles y mucho espacio que hoy son lo habitual en los paisajes de las ciudades. Pero en la capital aragonesa todavía quedan vestigios del antiguo callejero de la ciudad, aquel que se retorcía como un laberinto y cuyas rúas apenas tenían pocos metros de ancho. Estos son algunos ejemplos que todavía perviven y que muchos zaragozanos seguramente desconocen.

1) La primera parada se encuentra a a menos de diez minutos a pie desde la plaza del Pilar. Nada más cruzar el puente de Piedra, siguiendo por la calle Sobrarbe y girando por la primera a la izquierda llegamos a la calle Horno, en el corazón del antiguo Arrabal. Ahí se encuentra el callejón de Lucas, que es la única vía cubierta de Zaragoza y que da acceso a un patio que, para nada, parece propio de una gran ciudad. El ambiente recuerda al de un pueblecito y la tranquilidad que se respira es total, al menos de día.

En esa replaceta hay tres portales y también una escuela de música tradicional. Pero apenas hay tránsito. Por la calle Horno, más ancha, tampoco es que haya mucho tráfico de personas. «Mira, parece un pueblecito», dicen unos turistas a lo lejos. No obstante, el paso del tiempo tiene su contrapartida: algunos edificios de la zona lucen muy desmejorados y hay un par de solares cuyos bloques ya desaparecieron. Aun así, el entorno es singular. Tanto el callejón de Lucas como la calle Horno así como la plaza de la Mesa, ahí al lado, son un oasis de paz a cinco minutos del corazón de la ciudad.

2) El siguiente en esta lista es el callejón de las Once Esquinas, que con su forma de ele conecta la calle Alfonso con la calle Santa Isabel. Once esquinas, eso sí, no salen contando aunque el lugar no deja de ser curioso.

En este callejón no hay portales aunque sí que hay un local cerrado y numerosas ventanas que dan al mismo. La entrada de calle Alfonso está cubierta por un arco que sujeta tres plantas de viviendas mientras que por la calle Santa Isabel la suciedad no invita a transitar por este callejón, que sin problema podría servir de localización para grabar una de las películas de Harry Potter.

Un callejón de diez pasos

3) En el entorno de la plaza del Justicia y el Mercado Central también hay varias calles que, a pesar de su céntrica situación, no son transitadas salvo por aquellos que viven en ellas. Ejemplos son Antón Trillo y Condesa de Bureta, aunque frente a la Escuela de Turismo Universitaria de Zaragoza hay un callejón que se lleva la palma: la calle de la Sombra. Se recorre en apenas diez pasos, no hay ningún portal y en uno de sus lados un solar abandonado aporta más lobreguez al corto paseo.

Esta calle sale de la plaza de la Corona, donde se encuentra el precioso –y restaurado– edificio de la Imprenta Blasco, y que también es un oasis de silencio en mitad de la urbe, por lo menos por el día.

4) De nuevo cerca de la calle Alfonso las dos vías que abrazan por los laterales al abandonado palacio de Fuenclara también merecen ser mencionadas. Son la calle del Desengaño, que sirve de salida trasera del hotel Alfonso (y que los fans de Aquí no hay quien vivadeberían visitar) y la calle de las Torres Secas, con el mítico cartel azul de José Alfonso. Este callejón, a pesar de servir normalmente como zona de carga y descarga, fue uno de los escenarios en el rodaje de la película Las Niñas, de Pilar Palomero. La foto del cartel de este premiado filme está hecho en este lugar.

5) Para terminar este solitario recorrido hay que irse a la calle Azoque. De ahí sale la calle de San Jerónimo, en la que no hay portales y tan solo dan a ella las salidas traseras de algunos restaurantes. Al fondo esta vía da con la calle Laurel, también poco transitada excepto cuando los alumnos del colegio Santa Rosa salen del patio. En esta rúa sí que hay un pequeño y modesto portal, aunque también sería un magnífico lugar para esconderse si los zaragozanos se pusieran a jugar al pilla pilla.