Los mercados de proximidad tienen un encanto especial. La tipografía de sus carteles, su iluminación, la forma de exponer sus productos --nada de bandejas plastificadas-- y sus pasillos con azulejos de la época, salvando los que están reformados, los convierten en rincones dignos de visitar. Por no hablar de su gente y su género. Sin embargo, están de capa caída y prueba de ello es que solo en los dos últimos años han cerrado hasta cinco en Zaragoza: Nuevo Fleta, Doctor Casas, La Jota, Venecia y Torrero, el último en bajar la persiana, dos semanas después de comenzar el año.

Aunque el momento ha coincidido con la pandemia no ha tenido nada que ver, al revés, favoreció a los mercados porque la gente hacía más vida en sus barrios, se desplazaba menos, y elegía los mercados cercanos.

El Mercado Torrero cerró sus puertas en enero de 2022.

Los nuevos hábitos de consumo y el relevo generacional son dos obstáculos a salvar por unos comerciantes que tratan de actualizarse, de subirse al carro de las nuevas tecnologías y resistir a las ofertas de los supermercados. Una tarea que no es sencilla y que cada vez va a ser más complicada en la era del e-commerce y del reparto de comida en casa y en cuestión de minutos. Porque no pueden competir con sus precios ni permanecer abierto desde el punto de la mañana hasta última hora de la tarde.

En Zaragoza hay 38 mercados de proximidad, de los que tres son municipales -el Mercado Central, el de San Vicente de Paúl y el de Valdespartera- con 400 puestos operativos, 37 menos que hace dos años, cuando comenzó la pandemia. En 2003 había 73 establecimientos abiertos en la capital que vivían una de sus mejores épocas, con pasillos repletos de carritos de la compra y conversaciones cruzadas entre los puestos.

«Son un punto de referencia en el barrio y de cohesión entre sus vecinos», explica Raúl Machín, de la Federación de Asociaciones de Galerías de Alimentación y Mercados Detallistas (Zamas). El problema es que al cambio generacional de sus propietarios, que no encuentra relevo para seguir al frente del negocio, se suma el de sus clientes, mayoritariamente de avanzada edad. Y eso que cada vez hay más jóvenes que buscan productos de proximidad y de la huerta.

Un cambio de dueños que no llega y que obliga a ir cerrando tiendas. De los 38 mercados de barrio, el 55% (21) tiene menos de diez puestos y el 32% (12) cinco o menos. El de Albareda Alimentación (en César Augusto) tiene los días contados, con dos puestos operativos. No lo tienen más fácil el de San Antonio o el de la calle Doce de Octubre, ambos con tres.

Según explica Machín, «cuando empiezan a cerrar locales el cierre definitivo es imparable. Los que más perspectivas tienen de resistir son aquellos con ocho tiendas». Resulta que esa creencia de que es contraproducente que haya, por ejemplo, dos o tres pollerías en un mismo mercado es falsa. «A la gente le gusta la variedad, comprar una cosa en un puesto y otra en el de al lado. Que haya variedad y movimiento porque esta es la esencia por la que se va al mercado», dice Machín.

A eso se suma que, cuanto menos actividad hay, más opciones existen de que el recinto vaya degradándose, perdiendo esa magia del pasado que les hace especiales, diferentes.

En el Nuevo Mercado cuelga el cartel de ‘Se vende’ | JAIME GALINDO

Pero no todo es negativo y los que funcionan como un tiro son, además del majestuoso Mercado Central, el de Delicias, Puerta Sancho, Ciudad Jardín o Las Fuentes. Son los que se encuentran en barrios consolidados, de los de toda la vida y también con la población más envejecida. Su público.

Unos clientes que también se han acostumbrado a las nuevas tecnologías, o al menos, a las nuevas costumbres: pedir y que te llegue a casa la compra.

Al tratarse en muchos casos de gente mayor, las entregas a domicilio se gestionan principalmente a través del teléfono. Con la típica llamada, sí, esa que ha sido sustituida por la aparición de las aplicaciones móviles en las que seleccionas el producto, pagas, y lo recibes al momento.

«Hay que poner todas las facilidades posibles y tener en cuenta el público con el que se trabaja, por eso además de digitalizar los mercados, se sigue apostando por los pedidos a través de WhatsApp o directamente por encargo a través del teléfono».

En este sentido, desde el Ayuntamiento de Zaragoza están tratando de impulsar su digitalización y en los dos últimos años, a través del área de Innovación y Economía que dirige Carmen Herrarte, han subvencionado nueve proyectos por un importe de 122.913,45 euros entre los años 2020 y 2021.

Los detallistas reclaman más ayudas para subirse a la era de internet

Desde la Federación de Asociaciones de Galerías de Alimentación y Mercados Detallistas de Zaragoza son conscientes de la importancia que tiene digitalizar los mercados. Pero para hacerlo necesitan ayuda, financiación desde el consistorio que les permita dar el paso e invertir para no quedarse atrás. Desde la concejalía de Economía e Innovación han subvencionado nueve proyectos de digitalización de mercados de proximidad para los que se han destinado entre 2020 y 2021 hasta 122.913,45 euros. «Todos interactuamos de forma análoga y digital y nuestros mercados necesitan tener esa dimensión digital», explica la responsable del área, Carmen Herrarte. En 2020, gracias a estas ayudas, se subvencionaron proyectos digitales en Delicias, Gran Vía y el Mercado Central, además del proyecto Frescos Zaragoza. El año pasado fue la Asociación de Productores de la Muestra Agroecológica de Zaragoza la que recibió financiación municipal, además de los detallistas de Valdespartera.

Herrarte también quiere poner en marcha un proyecto que permita a los comerciantes estudiar a los clientes del Casco Histórico y de la calle Delicias para poder adecuar la oferta de las tiendas y mejorar su experiencia de compra.