San Valero no ha sido ventolero este año, como marcan la tradición y el refrán, y ha dejado una mañana fresca y soleada que se templó con el buen ambiente y las ganas de salir a celebrar de los zaragozanos y los que lo son de adopción o por un día. No faltaron en el epicentro de la fiesta, en la plaza del Pilar, los turistas de varios puntos de España y de Aragón.

El tirón del roscón, del Tragachicos y de las jornadas de puertas abiertas han hecho del día un festivo casi como los de antes. Terrazas llenas, filas en las atracciones y ganas de festejar. «Es nuestro día y hay que celebrarlo», decían desde la fila del baturro más popular.

Por segundo año consecutivo, EL PERIÓDICO no pudo entregar el multitudinario roscón frente al Ayuntamiento de Zaragoza, pero como la pandemia es también sinónimo de reinvención, en esta edición volvió a haber reparto de los 150 roscones sorteados con el consistorio y elaborados por El Rincón. La edición 31, la de 2023, volverá «a lo grande», pronosticó el director de EL PERIÓDICO, Nicolás Espada.

Ganas no faltan. El roscón es una parte importante de la tradición. Así lo contaron Pilar y Amparo, mientras esperaban al sol en la primera fila para acceder a las visitas guiadas del ayuntamiento. «Forma parte de nuestra tradición: el día de San Valero nos comemos el roscón en la plaza con chocolate caliente, vemos al santo y visitamos el ayuntamiento», reconocían, estas mañas asiduas a estas visitas guiadas.

San Valero se dirige a los visitantes de uno de los grupos que conoció la casa consistorial. ANDREEA VORNICU

Los más madrugadores, como ellas, llegaron a tiempo para la primera visita a la casa consistorial, capitaneada por el alcalde, Jorge Azcón, que acompañó a una veintena de vecinos hasta su despacho. "Habitualmente esta mesa está llena de papeles, pero los hemos recogido para la ocasión", se excusó el alcalde, que desveló también los cambios que ha dejado la pandemia en la parte noble del consistorio. Una pizarra blanca con la que trabaja diariamente --retirada para la ocasión-- y una televisión de gran tamaño que preside su mesa de trabajo. "Esa tele con cámara no estaba ahí antes de la pandemia, pero ahora hacemos muchas videoconferencias y es imprescindible", aseguró.

Isabel y Teresa eran las primeras de la fila para entrar al ayuntamiento. La primera, natural de Huesca, no se pierde ni una visita. "Me encantan las obras pictóricas del ayuntamiento, el salón de plenos... Después iremos a ver las reliquias de San Valero", señaló. También Sixto García, que fue voluntario durante tres años y medio, quiso aprovechar la oportunidad, a pesar de que ya conocía de ‘pe a pa’ la historia de la casa consistorial. «Podemos estar orgullosos del ayuntamiento que tenemos, merece la pena visitarlo. El salón de plenos me parece precioso, y me encanta ver la galería de los alcaldes», reseñó.

El encanto de La Seo

Los hay que no renuncian a ver La Seo, donde el arzobispo de Zaragoza, Carlos Manuel Escribano, ofició la misa en honor a San Valero, a la que acudió una representación de la corporación municipal. Fuera de la eucaristía, turistas y zaragozanos disfrutaron del templo en una de las pocas jornadas de puertas abiertas en el año.

Algunos descubrieron ayer el templo por primera vez. Es el caso de dos parejas de mallorquines, Antonio Oliver, Marga Munar, Macu Cuart y Monserrate Canals, que aterrizaron el viernes en Zaragoza para disfrutar del concierto de El Consorcio en el Auditorio de la ciudad. «Ha sido una sorpresa de nuestros maridos. No sabíamos ni que era fiesta en Zaragoza, pero estamos aprovechando el fin de semana muchísimo», comentó Macu, a la salida de la Seo, antes de poner rumbo a La Aljafería. «Nos ha gustado mucho el Pilar, pero la catedral de La Seo es una maravilla», aseguraron, sin saber muy bien con cuál quedarse.

Desde Málaga llegó Ángel Montoro, que también descubrió ayer la catedral de San Salvador. «Al Pilar había venido en muchas ocasiones, pero nunca había entrado a La Seo. Y es verdaderamente impresionante», reconoció.

Jotas en San Valero en la plaza del Pilar. ANDREEA VORNICU

Del Tragachicos a la noria, y viceversa

Los más pequeños tuvieron también otros puntos de interés, con la plaza de la Delegación del Gobierno y su entorno como punto neurálgico. «La primera parada nada más llegar a la plaza ha sido el Tragachicos», contó Celia Campo, que con sus hijas Valeria y Elsa, de 10 y 6 años, hizo unos 10 minutos de fila para disfrutar del amable baturro que conquista a los pequeños. «Hacía mucho que no subía al Tragachicos por la pandemia, ¡y tenía muchas ganas!», celebró Valeria.

Los gemelos Valentina y Sebastián también pasaron por la «parada obligada» del Tragachicos. «Tenemos cuatro años, pero en febrero cumplimos cinco», decían, contentos pese a la espera. «Siempre que lo sacan tenemos que venir, ¡les encanta!», reconocía el papá, Julián Velázquez.

En un día de museos abiertos y jotas en la plaza del Pilar, no faltaron los cafés con roscón y los vermús en las terrazas. Las jotas, en el escenario frente a la fuente de la Hispanidad, animaron el ambiente durante toda la mañana. Desde Cariñena llegó María José, que desde el público asistía atenta a la actuación de su hijo, del grupo La Fiera. «En Cariñena también celebramos San Valero, pero este año no se hace por el covid y hemos venido a pasarlo a Zaragoza».

La capital se llenó de vecinos y de hijos adoptivos. Para tenerlo todo bien organizado, los miembros del Voluntariado de Zaragoza no perdieron detalle. Eloy Villa, que no se separa de la organización desde que dio sus primeros pasos en la Expo, reconoce que lo mejor de estos días es «ayudar a los demás y ver que la gente disfruta en Zaragoza». Cristina Da Conceicao, una voluntaria más pero de origen brasileño, disfruta de Zaragoza desde dentro y más en el día del patrón. "Estoy encantada con esta ciudad, con mi marido y mi nieta, y lo mejor de un día como este es compartirlo con la gente", aseguró.

Los conciertos en la plaza San Felipe y en la plaza San Pedro Nolasco pusieron las notas finales a la jornada. Cada San Valero es único. Pero un año más no faltó el roscón, el santo y las ganas de celebrar. Con un poco de suerte, en 2023 el roscón brindará con un chocolatico caliente en una plaza abarrotada de gente.