Son fáciles de identificar y suelen aparecer siempre que se les necesita. Ataviados con sus chalecos de color rojo y gris, los Voluntarios de Zaragoza resisten en una sociedad cada vez más individual, en la que el tiempo libre es un bien preciado y los actos sin ánimo de lucro más bien escasos. Actualmente hay 4.440 inscritos en el registro, de los que solo la mitad están activos (2.118). Una cifra modesta que poco tiene que ver con los 12.618 que se llegó a alcanzar allá por 2008. 

Este cuerpo se creó para ofrecer información y ayuda a los cientos de personas que se acercaron a la muestra internacional de la Expo del Agua. Empezaron a formarse dos años antes y desempeñaron un papel fundamental. Entonces, con el subidón de la Expo, el perfil era de lo más variado, pero fueron los mayores de 65 años los que acabaron siendo mayoría absoluta en el cuerpo, con pocos jóvenes interesados en hacer de guía por la capital.  

La responsable del servicio de Voluntarios del Ayuntamiento de Zaragoza, Charo Viela, explica que en los últimos años se ha notado un cambio en la tendencia y cada vez son más los jóvenes que se suman al voluntariado. Son la esperanza de que este servicio se mantenga. 

Los voluntarios de Zaragoza durante la cabalgata inaugural de las fiestas del Pilar en 2008. EL PERIÓDICO

Cómo motivar a los jóvenes

«No es que se esté produciendo un cambio generacional, pero sí notamos que cada vez están más comprometidos y concienciados», comenta Viela, que admite que la falta de tiempo libre es uno de los principales problemas a los que se enfrentan a la hora de motivar a los menos de 30 años

"Los jóvenes cada vez están más comprometidos y concienciados"

El consistorio acaba de firmar un convenio de colaboración con la Universidad de Zaragoza para fomentar el voluntariado entre los estudiantes y «rejuvenecer el cuerpo». También para evitar que poco a poco vaya desinflándose. Viela asegura que «le queda mucho futuro» al servicio, aunque admite que los más mayores ya claman por ese relevo generacional. 

El concejal de Participación Ciudadana, Javier Rodrigo, explica que «hay muchos jóvenes quieren colaborar, pero no saben cómo hacerlo», por eso están buscando otras maneras de llegar a ellos. Además, «les ofrecemos la posibilidad de ayudar de una manera fácil y adaptada a sus preferencias, ya que en función de sus conocimientos y motivaciones, pueden colaborar en distintas tareas», añade. 

Homenaje a los miembros del cuerpo de Voluntarios de Zaragoza. JAIME GALINDO

En 2008, la lista de voluntarios alcanzó las 12.168 personas. Una marea azul (más tarde se modernizó su indumentaria) que se redujo a 2.128 cuando, después de la muestra internacional del Agua, se creó el Cuerpo Municipal de Voluntarios. Un 83% renunciaron a seguir con su labor. 

Cuatro años después, en 2012, había inscritos 3.596, una cifra que varió de un año a otro ligeramente y en 2017 seguían siendo prácticamente los mismos (3.916). Actualmente en el registro aparecen 4.440 de las que solo la mitad están activos para ayudar, guiar y orientar a turistas y zaragozanos. 

En 2008, la lista de voluntarios alcanzó las 12.168 personas. En 2012 eran 3.596 y ahora hay 2.118 activos

Para lucir el chaleco rojo primero hay que pasar un curso de formación. El año pasado 94 personas se formaron y adquirieron la condición de personal voluntario. De estos, el 47% tenían menos de 30 años, mientras que en 2020 este porcentaje era del 32%. 

Estos cursos se han impulsado para «profesionalizar» su labor y ofrecer un «mejor servicio a la ciudad», comenta Rodrigo, que asegura que hay una larga tradición en la capital.

«Quería sentirme útil y poder ayudar a la gente»

Uno de los jóvenes más veteranos en el Cuerpo de Voluntarios de Zaragoza es Javier Anquela, que a los 16 años se alistó y desde entonces sigue luciendo su chaleco rojo y gris. Fue en 2012 y a día de hoy continua participando en los actos más multitudinarios, como la Ofrenda de Flores o la cabalgata de reyes. Sus preferidos. «Yo me apunté porque quería vivir desde dentro estos actos. Quería sentirme útil y ayudar y son los dos momentos más especiales del año, sobre todo la ofrenda», explica.  

Podría decirse que lleva en la sangre eso de ayudar de forma altruista. No solo es voluntario en el consistorio, también lo es en Cruz Roja y forma parte del equipo de Protección Civil. «Somos como una gran familia, creamos lazos», asegura. En su caso, admite que «no tenía muchos amigos» y que formar parte de este equipo le ayudó a socializarse, romper su timidez y hacer nuevas amistades. 

«Al final pasas muchas horas con las mismas personas, cada una de una edad y con unas aficiones y es muy gratificante», asegura Javier, que admite que ahora tiene menos tiempo para dedicárselo al voluntariado. «Me gustaría prestarle más atención pero no siempre se puede», dice. 

Con su chaleco y su gorra, asegura que le resulta «muy gratificante» asesorar a los turistas que andan despistados por las calles del centro. 

«Siempre se muestran muy agradecidos», dice, aunque confiesa que tendría que darle un repaso a la historia para poder informarles más y de una forma más correcta y precisa sobre el pasado de la ciudad y sus restos. «Lo tengo pendiente», admite entre risas.