La guerra ha estallado en Ucrania y a golpe de imágenes sobre los bombardeos y los rostros rotos de dolor parece que a Europa está teniendo un déjà vu. Los vestigios de las guerras pasadas están presentes a lo largo y ancho de todo el viejo continente y las calles de Zaragoza no son una excepción a pesar de no haber sufrido en las dos grandes guerras mundiales del siglo pasado. 

Los restos más evidentes de la guerra en Zaragoza son los pertenecientes a las acometidas del ejército napoleónico contra la capital aragonesa, pero no son las únicas.

Durante la guerra civil, Zaragoza estuvo siempre en la zona controlada por los sublevados, por lo que no hubo combates en sus calles, pero sí que hubo bombardeos aéreos. Y sobre todo, famosas se hicieron cuatro bombas que cayeron sobre la ciudad por dirigirse contra el edificio más emblemático de la ciudad: la basílica del Pilar.

Boquetes hechos por los cañonazos de los franceses durante la guerra de la Independencia. JAIME GALINDO

Fue el 3 de agosto de 1936 y hoy en día todavía se pueden contemplar en el interior del templo dos de los obuses que cayeron sobre el Pilar y que no explotaron, cuentan los fieles, por la acción divina de la virgen. En la plaza, además, está marcado en el suelo con un aspa el lugar exacto en el que cayó otro de los proyectiles, que tampoco reventó.

Pero a pesar de que no queden vestigios aparentes en las calles de la ciudad, Zaragoza sufrió numerosos ataques aéreos de la aviación republicana durante la contienda (1936-1939) y para avisar de ellos se utilizaba una sirena que, aunque se ha repuesto en más de una ocasión, todavía hoy es visible desde la plaza Salamero. Está en el tejado del edificio que hay en la calle Teniente Coronel Valenzuela, en el número 5, y ya desde el suelo asombra su tamaño. Está formada por siete bocinas de dos metros de largo que, además de avisar de los bombardeos, se utilizaron durante muchísimos años para emitir anuncios y para dar la hora. Sonaba todos los días a las 12.00 del mediodía.

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Cuando Zaragoza fue bombardeada: así sufrió la guerra civil la capital aragonesa El Periódico de Aragón

Durante la guerra civil sufrieron daños multitud de edificios de Zaragoza, pero también hubo bajas civiles cuyos asesinatos fueron marcados a balazos en las tapias del cementerio de Torrero. Hoy queda aún en pie en el camposanto un muro lleno de boquetes que ha sido declarado lugar de memoria democrática. Allí mismo los fascistas fusilaron a decenas de inocentes durante aquella sombría época de la historia.

Pero si Zaragoza sufrió con una guerra fue con la de la Independencia y con los dos sitios (en 1808 y 1809) que los franceses emprendieron. Las batallas contra las tropas de Napoleón fueron calle a calle, esquina tras esquina, y en el presente son muchos los restos que quedan de aquellos combates.

La puerta del Carmen, llena de agujeros realizados por las balas durante los sitios de Napoleón a Zaragoza. JAIME GALINDO

La Puerta del Carmen puede que sea el mejor símbolo de aquel conflicto pero no es el único. La basílica del Pilar, en su fachada norte, también luce casi con orgullo las brechas que dejaron los cañonazos de los franceses y que buscaban acabar con el ánimo de los defensores de la ciudad. Los agujeros, de un tamaño considerable, permiten imaginar los estruendos que Zaragoza tuvo como banda sonora durante meses.

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Y también son visibles los restos del combate de los zaragozanos contra La Grand Armée en algunas calles del barrio de La Magdalena, como en el edificio que hay en la esquina entre la calle El Pozo y Doctor Palomar. Y aunque no pueden contemplarse ya, uno de los vestigios que dejó la guerra en la capital aragonesa son las ausencias: todos aquellos edificios monumentales que fueron destruidos durante la contienda y que jamás se rehicieron.

Europa se enfrenta a una nueva guerra. Que las heridas de nuestras ciudades nos sirvan para recordar lo poco que cuesta derrochar munición y causar muerte y destrucción.