Dos años después de su última edición, miles de personas se han juntado en la mañana de este domingo en el centro de Zaragoza para celebrar el carnaval. Si ayer fue el turno de las peñas, hoy les tocaba a los más pequeños, que han podido disfrutar del pasacalles que han protagonizado el Conde de Salchichón y sus adláteres. Ante una multitud, además, han actuado los Titiriteros de Binéfar, en un evento que ha recordado a la vieja y ansiada normalidad.

«Llevamos más de dos años sin hacer una fiesta en la que el público pueda bailar, así que estamos muy contentos, aunque algo de costumbre tenemos a la hora de actuar ante públicos muy grandes. Da mucha energía», explicaba antes de subirse al escenario el director de la compañía de Los Titiriteros de Binéfar, Paco Paricio.

El ambiente era alegre y una sensación de inocencia e ilusión inundó la plaza del Pilar, en la que miles de personas esperaron a que llegara el pasacalles desde la calle Alfonso antes de que los protagonistas del carnaval tomaran el escenario situado frente al ayuntamiento.

«Se habla mucho de la utilidad de la cultura, y la cultura no es solo economía, no es solo la actividad que genera. En un momento como en el que estamos, que es malo por muchas razones, la cultura ofrece fiesta, juego y energía positiva y todo eso se ha convertido en una necesidad. Realizamos una labor terapéutica», reflexiona Paricio.

Para muchos pequeños este era su primer carnaval, o por lo menos el primero que recordarán, puesto que muchos niños y niñas que ayer iban disfrazados apenas tenían tres o cuatro años. Entre los trajes más habituales estuvieron los de siempre (superhéroes y superheroínas, animales de toda especie, personajes del cine) aunque parece que la última película de Spiderman ha hecho mella, puesto que los trajes del hombre araña fueron los más abundantes.

El pasacalles lo cerró la comparsa de Gigantes de Zaragoza, que se retiraron una vez llegó el desfile a la plaza del Pilar. Además hubo figuras enormes de robots y animales, una gran bola del mundo y otros muchos elementos que sorprendieron a los asistentes. Aunque a otros les hicieron llorar. «A la cabalgata de Reyes no vinimos porque aún estaba la cosa regular, pero a esto ya sí. Y claro, tiene tres años y medio, así que por la pandemia es la primera vez que ve tanta gente junta y tantas cosas pasando a la vez. Pero se le pasará», reía una mujer, Carol, con su hija vestida de pirata en brazos.