En mitad del paisaje urbano, nada más y nada menos que en el corazón del barrio de las Delicias, el más densamente poblado de Zaragoza, un grupo de vecinos charla apaciblemente mientras plantan unas tomateras. Estamos en la calle Celanova, a pocos pasos de la concurrida calle Rioja. En este enclave, rodeado de bloques de edificios, un huerto rompe con la estética habitual de la ciudad. Las baldosas y adoquines aquí son lechugas asomando de la tierra.

Pepi es una de las vecinas que tiene una parcela en este huerto. Y por como aconseja a los demás, se nota que es una de las que más tiempo lleva. Este proyecto se hizo realidad a principios de 2019, aunque los preparativos y las gestiones comenzaron mucho antes. Ahora, tres años después, más de 20 familias disponen de un terrenito en el que cultivar sus hortalizas.

«También hay varias asociaciones que tienen una parcela. Y esas del fondo, que están levantadas, están adaptadas para personas con discapacidad. Una de ellas la gestiona una residencia de la zona», cuenta Pepi mientras corta un hilo rojo con el que amarrar las tomateras a unas cañas. Antes de albergar el huerto, el solar estaba lleno de maleza y «de vez en cuando» los vecinos tenían que llamar al ayuntamiento para que limpiaran porque había «ratas como conejos».

Elvira, Eva y Guillermo sembrando unas plantas en la tierra. El huerto lleva desde 2019 funcionando. Jaime Galindo.

El huerto está en suelo municipal y participar es gratis. No obstante, los vecinos con parcelas aportan cinco euros de vez en cuando para reparar posibles incidencias. Todo se decide de forma común y consensuada en las reuniones que celebran asiduamente.

«Ves, ahora se nos ha roto una vía de agua ahí (señala hacia el fondo del huerto). Pues con el dinero que tenemos compramos lo que sea para arreglarlo. Y cuando se nos acaba, pues ponemos otros cinco euros. Aunque nos dura bastante el dinero», cuenta.

Alimentos para la Red de Apoyo de Delicias

Además, los usuarios de este huerto también tienen normas. Hay 14 parcelas y cada una de ellas la comparten, como máximo, tres familias, aunque ahora mismo no todas están ocupadas al 100%. Y los hortelanos deben mantener cuidado su espacio: «si en tres meses no has venido y no lo cuidas se te expulsa», advierte Pepi.

Elvira y Eva son dos de las vecinas más nuevas con participación en el huerto. Pertenecen, como Pepi, a la Red de Apoyo de Delicias, una entidad vecinal que ayuda a los vecinos vulnerables con alimentos y asistencia de todo tipo. «Llevamos dos meses y hasta ahora no teníamos ni idea de esto. Hasta ahora solo había cuidado geranios, rosales y cactus», ríen las dos cuando se les pregunta por su buen hacer.

Pepi, en el invernadero, donde guardan las semillas de las plantas que luego siembran. Jaime Galindo.

Pese a que no es mucho el terreno del que disponen, con las verduras y hortalizas que cosechen pretenden ayudar a las familias del barrio que no se pueden permitir algo tan básico como hacer la compra todas las semanas. No será mucho, pero algo será.

Pero más allá de los fines benéficos, Felipe, uno de los veteranos en el huerto, explica que sobre todo es una forma de entretenerse. «Para comer de esto no da. Da para comerte unas acelgas buenas en invierno y unos tomates que saben a tomate en verano. Pero con el trozo que tenemos cada uno tampoco puedes aspirar a más», cuenta.

El huerto es ecológico y los vecinos están fabricando su propio compost, además de insecticidas naturales con ortigas

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Así, este huerto es una forma «de aprender lo que cuesta un puerro», por ejemplo. «Y no hablo de su precio, sino del trabajo que lleva y del tiempo que pasa hasta que lo ves como está ahora», dice señalando a dos grandes ejemplares. «Los que tienen críos, por ejemplo, los traen para que aprendan cómo es el proceso y de dónde salen las verduras que comen», añade.

Por plantar, en este huerto plantan casi de todo. Pepi tiene tomates, lechugas, zanahorias, espinacas, fresas, berenjenas, calabacines, cebollas, acelgas, bisaltos, habas y pepinos. El suelo, eso sí, no es el mejor para todas las verduras y algunas tardan mucho en crecer. No obstante, todo es ecológico y ahora están elaborando su propio compost. La naturaleza se abre paso en mitad de Delicias.