El Periódico de Aragón

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Medio Ambiente

Atasco en las depuradoras: las plantas de Zaragoza reciben cada año 360 toneladas de toallitas

El ayuntamiento invierte 150.000 euros anuales en su retirada y tratamiento | Durante el confinamiento se registró un incremento que no se ha corregido

El digestor de la depuradora de La Almozara durante su reparación tras el colapsó que sufrió por la acumulación de toallitas.

En 2021 se retiraron de las depuradoras de Zaragoza la friolera de 360 toneladas de restos de toallitas húmedas. Una cifra muy elevada que responde a un gesto contrario al sentido común porque, aunque bien es sabido que el inodoro no es una papelera, muchos siguen utilizándolos como tal, provocando importantes problemas en la red de tuberías y en las plantas de depuración, donde se enredan y acumulan los restos de los residuos fibrosos generando atascos y obstrucciones en distintos puntos y en las instalaciones. Y no sale gratis. 

El consistorio se gasta cada año alrededor de 150.000 euros en su extracción y tratamiento, por no hablar del coste de las averías. La última, en la planta de La Almozara, ha supuesto un sobrecoste de cerca de 2 millones. La solución a este problema es sencilla: solo hay que arrojar los residuos a la papelera. Así de simple. 

Durante el confinamiento se registró un importante incremento de las toneladas tratadas en la capital. Ese año, en 2020, se llegaron a retirar más de 370 toneladas de restos, un 5,7% más que en 2019. 

Un aumento que se asoció a los meses de confinamiento, pero que ha resultado no ser puntual ya que, un año después se seguían recibiendo más desechos que antes de la pandemia, en concreto, un 3%. 

Sucede pese a las campañas de concienciación impulsadas desde las administraciones, también el Ayuntamiento de Zaragoza, para luchar contra el bautizado como monstruo de las cloacas. Un problema que afecta a todas las urbes por igual. 

El vertido de toallitas húmedas ha ido en aumento en los últimos años que navegan por la red de tuberías junto a los bastoncillos de los oídos que se arrojan por el baño, las tiritas, el hilo dental y todo tipo de productos de higiene femenina. Hasta pañales. 

La problemática se ha ido agravando conforme han ido proliferando los productos de higiene, obligando a las plantas de depuración a incluir sistemas que les permita retirar las fibras deshilachadas para que no causen problemas durante el proceso de depuración, como sucedió en La Almozara. 

En las instalaciones ahora se utilizan sistemas de filtrado para evitar que los restos deshilachados de estas toallitas accedan a los sistemas de depuración de las aguas. Se trata de rejas filtrantes, con agujeros pequeños que impiden que el hilo resultante de toallitas pase con el agua que la transporta. Estos elementos no pueden instalarse en la red de tuberías, de más de 1.200 kilómetros, por lo que se van generando pequeñas bolas de fibras que acaban provocando atascos en distintos puntos de la red. 

En enero de 2018, uno de los dos digestores de fangos de depuradora de La Almozara reventó como consecuencia de la acumulación de toallitas. Este digestor tiene como cometido tratar el fango que se origina durante el proceso de depuración del agua, una técnica que genera un gas que se aprovecha para generar electricidad con la que se autoabastece. 

El atasco se produjo en los puntos de salida debido a las bolas que forman dichas fibras al moverse de forma aleatoria, lo que generó una sobrepresión en su interior hasta que el punto previsto de evacuación cedió.

Repararlo le ha costado a las arcas públicas tres años y 1,7 millones de euros. Durante su rehabilitación se ha aprovechado para instalar y adecuar la instrumentación y los equipos con nueva tecnología de medición y control para prevenir atascos y nuevos accidentes, destacan desde la sociedad Ecociudad, que este año tiene un presupuesto de 8,9 millones para mejoras en el saneamiento y la depuración de aguas.

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