El Periódico de Aragón

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ZARAGOZEANDO

Bicis abandonadas en Holanda o electrificadas para moverse por Zaragoza

Una iniciativa trae ciclos abandonados en Holanda para repararlos y usarlos en España. En los últimos meses se han ralentizado la venta de bicicletas por la incertidumbre

En los Países Bajos se abandonan cada año decenas de miles de bicis que encuentran una segunda vida en España. SERVICIO ESPECIAL

Siempre se dice lo mismo: Zaragoza es una ciudad ideal para ir en bici. Sus calles son mayoritariamente planas, hay más de 100 kilómetros de carriles ciclables y el tiempo, si el cierzo no hace de las suyas, suele invitar a pedalear. Pero la capital aragonesa, y puede que las urbes españolas en general, no acaba de sumarse a la cultura de las dos ruedas tan asentada en otras metrópolis europeas. Poco a poco, eso sí, las ventas y el interés aumenta.

Muestra de ello es el éxito que ha tenido en Zaragoza la iniciativa Quiero una bici, un proyecto iniciado por dos españoles con el que pretenden que la cultura ciclista que existe en Países Bajos se contagie y se extienda por las calles de las ciudades de nuestro país. ¿El resultado? Hasta la capital aragonesa han llegado ya unos 200 ciclos que antes rodaban por las calles de Amsterdam y que ahora recorren los puentes sobre el Ebro.

Ana Castán, zaragozana de origen y residente en Holanda, y David Saiz son los promotores de este proyecto. «Zaragoza es una ciudad idónea para ir en bici, por eso creo que ha tenido tanto éxito», dice Saiz. Su iniciativa surgió a raíz de la pandemia, cuando las ganas de disfrutar el aire fresco y los problemas de suministro en los mercados internacionales mermaron la oferta de bicicletas en España. Mucha gente quería una pero apenas llegaban.

Entonces pensaron que sería buena idea, por aquello también de la sostenibilidad, ofrecer bicis de segunda mano. En Holanda se abandonan al año decenas de miles de ciclos y los ayuntamientos neerlandeses tienen que retirarlas de las calles para evitar que se acumulen toneladas de chatarra.

«Nosotros lo que hacemos es traer esas bicis que se han abandonado y las arreglamos. Eso sí, mantenemos la esencia de la bici, no las restauramos. Queremos que si llevan 40 años rodando puedan hacerlo 40 años más», cuenta Saiz.

Vecinos de Zaragoza en el momento de recoger sus bicis traídas desde Amsterdam y que son reparadas y reutilizadas. SERVICIO ESPECIAL

Hasta Zaragoza han llegado ya dos cargamentos que suman entre ambos unas 200 bicicletas. Para hacerse con una hay que pagar 30 euros para efectuar la reserva, y cuando hay suficientes, Saiz y Castán las traen para repartirlas. Entonces hay que pagar el resto: 135 euros más. El precio total es de 165. «Uno de los atractivos es el precio, pero también lo es que son bicis reutilizadas, por lo que son sostenibles», cuenta. 

Saiz no vive de vender estas bicis. Es profesor de Secundaria de Filosofía. «Esto lo hago por activismo ciclista. Queremos llenar de bicis las ciudades españolas porque ayudan a humanizar los espacios públicos», afirma. Para verano, esperan traer un nuevo cargamento a Zaragoza.

Una cuestión de políticas

Sobre el escaso uso de las bicis en España si se compara con otros países de Europa, Saiz opina que no se trata de una cuestión cultural. «Es política. Cuando las ciudades invierten en infraestructuras seguras para los ciclistas, el número de personas que se desplaza en bici aumenta. Es así de sencillo», opina.

Las bicis holandesas no tienen marchas. Están hechas para la ciudad y sus grandes ruedas ayudan a avanzar rápidamente. Pero para aquellas personas que todavía no se muestran convencidas de moverse pedaleando, la electrificación de las bicis en una opción cada vez más popular puesto que un pequeño motor asiste al usuario, por lo que se cansa menos.

«Lo que más hago es convertir bicis normales en bicis eléctricas porque les enseñas el presupuesto y compensa. Hay gente que quiere probarlas pero comprarse una nueva cuesta bastante más, y eso decanta la balanza», explica José Manuel Tomé, de la tienda-taller de ciclos La Pomada, en la calle Manifestación.

Este profesional de las dos ruedas advierte que, en los últimos meses, el sector ha notado como las ventas se han ralentizado. «Desde diciembre la cosa se ha atascado, seguramente por la incertidumbre actual. Pero es cierto que cada año el negocio aumenta», afirma Tomé.

Tomé, en su tienda-taller situada en la calle Manifestación, en pleno centro de Zaragoza. Jaime Galindo.

«Zaragoza es una ciudad muy fácil para ir en bici, pero falta cultura de ciclismo urbano. Hay lugares con peores condiciones en las que la gente se mueve más en bici», asegura.

La irrupción de los patinetes ha supuesto un pequeño golpe para las ventas de bicicletas, pero no así la irrupción de los ciclos compartidos de alquiler que ahora adornan muchos rincones de la ciudad. «Cuantas más bicis se mueven más bicis se venden», afirma Tomé. El tiempo dirá si las bicis acaban colonizando las calzadas y Zaragoza, al menos en este aspecto, se convierte en Amsterdam.

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