Desde su fundación romana Caesaraugusta tuvo un recinto amurallado de piedra para defensa que circunvalaba el actual Casco Histórico delimitado entre el Coso y el paseo de Echegaray y Caballero. Su robusta fábrica hizo fracasar, entre otros, el asedio merovingio de 542. Tras la conquista musulmana sin lucha en 714 la ciudad fue prosperando y consolidando zonas urbanas extramuros protegidas por una nueva muralla de adobe y ladrillo desde las Tenerías hasta la actual plaza de Europa y que en 778 hizo fracasar un asedio de los francos.

A finales del siglo XVI acontecieron unas famosas “alteraciones” tras las que la Aljafería fue transformada en castillo fortificado. A principios del siglo XVIII y por la Guerra de sucesión española Zaragoza comenzó a poblarse de “cuarteles”. El deplorable estado del castillo de la Aljafería lo hacía impracticable para tal función, por lo que varios edificios civiles fueron reconvertidos como tales: dos viviendas en la calle de los Predicadores, una de ellas la casa-palacio de los Urriés, otra en la calle de la Hilarza y el mesón del Milagro para infantería, y los mesones de San Ildefonso y de San Vicente para caballería. Además, fue proyectada una ciudadela en la zona de Tenerías, que de haberse construido hubiera tenido un impacto homérico. Luego se alquilaron más casas para alojar militares en la Puerta Quemada, Coso, plazas de la Magdalena y de Santa Marta, Tripería, Arrabal, mesones de San Juan y de Santa Fe, etc. Esta ausencia de cuarteles estables hizo que costara reprimir el Motín de los broqueleros de 1766, y causalmente pocos años después un cuartel de caballería fue construido en la plaza del Portillo y tras décadas de planes y proyectos, la Aljafería fue convertida en cuartel permanente de infantería.

Hospital militar de San Ildefonso, 1925. L. Roisin, IFC.

Ya en el siglo XIX y durante los terribles asedios franceses de 1808-1809 la ciudad fue militarizada y su cinturón de conventos reconvertido en cinturón de fuertes: San Lázaro, Jesús, San Agustín, San José, Santa Engracia, Capuchinos, Carmen, Agustinos del Portillo..., siendo esa reconversión militarista la que propició su destrucción o severa afección durante los combates. Tras ser reconstruidos, la posterior exclaustración o desamortización propició que varios de ellos tuvieran desde entonces una función castrense justificada por las guerras civiles o carlistas de la época. Así, surgieron los nuevos cuarteles de San Lázaro, San Agustín, Santa Engracia, el Carmen, Hernán Cortés (antiguo convento de Capuchinos), Trinitarios y La Victoria. El de San Ildefonso fue reconvertido en Hospital militar; el de Carmelitas descalzas de San José en Parque de ingenieros y luego Gobierno militar; el hospital de Convalecientes en cuartel de Ingenieros, una antigua salitrería militar en Parque de artillería, y dentro del complejo portuario del Canal Imperial de Aragón en Torrero se habilitó un cuartel de caballería. Todos ellos se sumaron al castillo de la Aljafería, que alojaba los cuarteles de Santa Isabel y Príncipe Alfonso, y al dieciochesco cuartel de Caballería del Cid. A finales del siglo se habilitaron otros tres espacios militares: el cuartel de Ingenieros de la Almozara, el depósito de Caballos sementales de la calle del Asalto, y la Capitanía general, que tras un periplo por varias sedes provisionales encontró su definitiva residencia en 1894 y en la plaza de Aragón. Se proyectó además un descomunal nuevo recinto amurallado que quedó en papel mojado por su astronómico coste que incluía el desvío del cauce del río Huerva…

18 de julio de 1936 en el cuartel de Torrero Historia de la Cruzada española

Desde principios del siglo XX el ramo de la guerra fue configurando un nuevo gran espacio militar que tras varias ampliaciones aún ocupa hoy un tercio del término municipal de Zaragoza: el Campo de maniobras de San Gregorio (originalmente de Alfonso XIII) con el pionero cuartel del General Luque y el anexo recinto de la Academia General Militar (AGM) de finales de los años 20. En esa década se construyó también el cuartel de artillería ligera de Palafox con su anexa pista de equitación y el de Sanidad militar en la carretera de Valencia. Además, el antiguo ferial de ganados junto al río Huerva fue reconvertido en Corral de abastos de Intendencia y el penal de San José en cuartel de esa misma arma. A esta relación hay que añadir los dos cuarteles de la Guardia civil (calle de Jesús y de la Soberanía Nacional) y el del Carabineros (calle del Portillo), mientras que el cuartel de Santa Engracia fue desafectado de sus funciones militares al hilo de la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Ya antes había sido derribada la muralla medieval de ladrillo perdurando algunos lienzos y torreones en las Tenerías reaprovechados como medianeras entre casas. Las puertas de la ciudad, salvo la mitificada del Carmen, también cayeron por una u otra causa, y la muralla de piedra había ido desapareciendo entre derribos para abrir trenques y nuevas calles, voladuras y construcciones adosadas.

Festividad patronal en el cuartel de San José, 1971 Gerardo Sancho Romo (Ayuntamiento de Zaragoza)

La guerra civil de 1936-1939 convirtió a Zaragoza en un conglomerado cuartelero, hospitalario, industrial bélico y de represión armada, militarizando para ello numerosos espacios y edificios civiles. Tras la victoria nacionalista en 1939 aún habrían de surgir nuevos cuarteles, como el de Automóviles en las Tenerías, el de Valdespartera sobre los vales donde se había fusilado a centenares de republicanos, el de Ferrocarriles en Las Delicias, el de Casablanca por la ampliación del cuartel de Sanidad militar, un nuevo Hospital militar frente a este y el cuartel de San Lamberto. En el interior de la ciudad se habilitó la nueva Jefatura del Aire en la plaza de José Antonio, una sede de diversos negociados de ese ejército en el paseo de Calvo Sotelo y la Farmacia militar en el paseo de las Damas.

Demolición del cuartel de Valdespartera, 2003 AYUNTAMIENTO DE ZARAGOZA

Esta sobresaturación castrense comenzó a ser revertida (previo pago de compensaciones económicas) cuando el cuartel del Carmen fue derribado en los años 50, el del Cid a finales de los años 60 (ahora en proceso de construcción de selectas viviendas de lujo) y sobre todo cuando en los años 70 y 80 se llevó a cabo la “Operación Cuarteles” que traspasó al municipio los cuarteles de Hernán Cortés, San José, Automóviles, San Lázaro, Palafox, Aljafería, Sangenis, San Agustín, Parque de artillería, Gobierno militar, Sociedad hípica, Corral de la leña, polvorines de Torrero y una pequeña parte del de Torrero que, de una u otra forma, revirtieron en beneficio de la ciudad, salvo el cuartel de la Almozara, que fue reconvertido en centro deportivo… militar, y así perdura aún hoy. En los años 90 fue desmantelado el cuartel de Caballos sementales y el de Sanidad de Casablanca (ambos para promoción privada) y a principios del siglo XXI a los de San Lamberto (promoción mixta), Valdespartera (promoción municipal) y Ferrocarriles (promoción privada), en el que ha surgido la babélica Torre Zaragoza. Todas esas dependencias castrenses emigraron a la periferia y al entorno de la AGM o se reorganizaron en el acuartelamiento de San Fernando, el único que perdura en la ciudad. Aunque de forma menos explícita, más discreta, la tradicional impronta militar en la ciudad perdura…