Zaragoza ha amanecido de nuevo con paros en el servicio del autobús urbano. A las 7.30 horas de la mañana, los conductores en huelga han vuelto a cocheras dejando vía libre únicamente a aquellos que tenían que cumplir con los servicios mínimos. Y así durante una hora, por lo que han sido muchos los despistados que una vez más han acudido a sus paradas y se han topado con esperas de más de 10 minutos. Los suficientes como para llegar tarde al trabajo, a una cita médica o al colegio.

Al medio día la misma historia. La jornada de paros, de 13.30 a 14.30 horas, han vuelto a llenar las paradas de usuarios que hasta ahora habían manifestado cierta comprensión por la lucha de los conductores pero que, después de más de un año con afecciones, no esconden su malestar.

Los horarios, tan enrevesados, se han diseñado para que afecten lo menos posible a los bolsillos de los trabajadores, que llevan encadenando convocatorias de huelga desde febrero de 2021. Y, a la vez, para que generen el mayor daño posible entre los viajeros, rehenes de una negociación estancada.

Para el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, que hasta ahora no ha querido mediar en el conflicto, «lo lógico sería que todos pusiésemos de nuestra parte y llegar a un acuerdo definitivo», en referencia al comité y la dirección de Avanza.

El primer edil insistió en que debería «haber voluntad de negociación en un momento tan complicado para el transporte público», con una demanda todavía un 15% por debajo de la habitual como consecuencia de la pandemia y el miedo al contagio en el transporte colectivo.

Por ahora, no hay ninguna reunión a la vista entre las dos partes implicadas salvo que sea el propio ayuntamiento el que la fuerce. Desde el Gobierno de PP-Cs han dicho en más de una ocasión que se trata de un conflicto interno que debe negociarse y solucionarse en la empresa.