La huelga del autobús urbano de Zaragoza vuelve a las andadas y este viernes se alcanzarán las 100 jornadas de paros. Una semana más, los conductores pararán sus vehículos por la mañana, al mediodía y por la noche. Siempre coincidiendo con las horas de más demanda.
El conflicto está estancado. Desde que se rompieron las negociaciones sobre el convenio colectivo entre la dirección de Avanza y el comité hace más de un mes no se han producido avances. Nada de nada. Ni una sola reunión. Ni una llamada para acercar posturas. Y así van pasando los días y las jornadas de paros.
Desde que en febrero de 2021 se aprobara la primera convocatoria de huelga --siempre en semanas alternas--, han sido ya 95 los días en los que el servicio se ha visto afectado por el conflicto del bus. Aunque con diferencias porque ni las horas de paros han sido las mismas en cada una de las convocatorias ni los servicios mínimos han coincidido. Hay que tener en cuenta que esta huelga se inició en pandemia, con unas necesidades determinadas, como la distancia de seguridad.
De los 95 días de paros, 64 tuvieron lugar el año pasado y 31 este ejercicio. En total, han sido más de 366 las horas en las que el bus no ha funcionado al 100%, 256 corresponden al año pasado, y 110 a 2022.
La cifra va a seguir subiendo porque las partes afectadas no tienen intención de reunirse y el ayuntamiento tampoco prevé forzar un nuevo encuentro entre Avanza y los trabajadores.
La concejala de Movilidad, Natalia Chueca, lo ha dejado claro en más de una ocasión. Desde el Gobierno de PP-Cs consideran que se trata de un conflicto interno y que no deben interferir en las conservaciones. Cuando las hay.
Chueca hizo un amago el pasado mes de abril, cuando se reunió con el nuevo comité de empresa para conocer de primera mano sus reivindicaciones y en qué situación se encontraba el conflicto.
Tampoco ve con buenos ojos la propuesta del PSOE, que en el último pleno instó a Jorge Azcón a contratar un mediador. En 2016, el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) optó por esta figura, después de que el propio Azcón, como concejal de la oposición, lo exigiera una semana sí y otra también. Ahora, en cambio, no cree que sea oportuno.
Mientras, los usuarios son los que sufren las consecuencias. Esta última convocatoria, la primera del nuevo comité de empresa con Sattra como sindicato mayoritario, está siendo la más dura, y también la más complicada.
Los paros, de tres horas, se reparten en tres turnos de 60 minutos y cada día empiezan y terminan a una hora diferente, lo que genera cierto malestar entre los viajeros, que tienen que consultar a diario los horarios para poder adaptar sus desplazamientos.
Desde el comité explicaron en su día que se había decidido modificar las horas para que los paros afectasen a conductores distintos y, así, afectar lo menos posible a sus bolsillos. De hecho, este es uno de los motivos por los que después de más de un año la plantilla sigue apoyando las convocatorias. Uno de tantos.
Desde febrero de 2021 pocos han sido los avances que se han conseguido en las negociaciones. El anterior presidente del comité, Javier Anadón, así lo admitió antes de las elecciones sindicales que se celebraron como consecuencia del revés judicial que invalidó el comité que presidía. Entonces las mejoras conseguidas habían sido mínimas y, ahora, la negociación del convenio colectivo está en punto muerto.
Desde el comité de empresa defienden que es hora de que se actualicen sus salarios, que «llevan diez años perdiendo poder adquisitivo». Eso y otras tantas mejoras que quieren que incluya el convenio colectivo con las que pretenden mejorar las calidad de vida de sus empleados y entre las que destaca el poder adquisitivo y la conciliación familiar.
Sin visos de que este conflicto termine, la actual huelga del autobús es ya la más larga de la historia. Sin olvidar que el año pasado coincidió con una del tranvía.
