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Zamoray-Pignatelli, en Zaragoza: el barrio sin tiendas

La zona adolece los años de abandono y apenas quedan comercios abiertos entre sus calles, llenas de historia y encanto desaprovechado

En las calles de la zona Zamoray-Pignatelli apenas hay locales abiertos y funcionando. ANGEL DE CASTRO

El entorno de Zamoray-Pignatelli, en el corazón del Casco Antiguo de Zaragoza, está de moda, aunque puede que no para bien. Desde hace ya unos cuantos años, los vecinos de esta zona degradada de la ciudad reclaman atención y mejoras que eviten que el barrio se convierta en un gueto insalvable y sin futuro. Ahora, sobre la mesa hay un plan para tratar de revertir el abandono, pero a pie de calle todavía se trata de un lugar que no tiene parangón toda la capital aragonesa.

Al inicio de Conde Aranda resuenan las campanas a las 11.00 de la mañana. A un lado, El Gancho, y al otro, Zamoray-Pignatelli. La calle Ramón y Cajal es de las primeras que permiten el acceso a este mini barrio. Una calle, por cierto, que pronto verá como su denominación se replica en la Gran Vía, cuando esta pase a llamarse Gran Vía de Don Santiago Ramón y Cajal. El genio aragonés merecía algo más que dar nombre a la calle en la que vivió y trabajó. Esta, eso sí, fue la primera vía que se denominó en honor al premio Nobel.

Y es que las calles de Zamoray-Pigatelli tienen casi todas nombres de personalidades ilustres de Aragón, como el propio Ramón y Cajal, Ramón Pignatelli y Agustina de Aragón, entre otros muchos. Pero esto no le ha servido a este entorno para salvarse de la degradación.

Sin tiendas ni mucha animación, las calles son exclusivamente de los vecinos y paseantes del barrio. | ÁNGEL DE CASTRO

Caminando sobre sus aceras, lo que más llama la atención es la ausencia de tiendas y negocios. No hay muchos bajos comerciales en la zona, pero los que hay están cerrados y con polvorientos carteles de se alquila que, por el aspecto abandonado de los locales, no reciben muchas llamadas.

En la zona tienen su sede varias entidades de carácter social y cultural, pero para hacer la compra tienes que salir del barrio. En la replaceta donde se juntan Zamoray con Agustina de Aragón hay una tienda de alimentación y una de persianas. Cerca hay un bar de los de toda la vida y otros tantos bares que no son bares y que iluminan sus fachadas con neones.

Un barrio sin tiendas

Durante el día, la zona es un agradable amasijo de calles de edificios con balcones, algunos repletos de cacharros y elementos tan disonantes como un zorro disecado que vigila desde lo alto. Pero quitando los solares vacíos, llenos de basura y suciedad, es un barrio bonito, de los de antes, propio de un casco histórico que no ha sabido cuidarse como se debería. Y sin coches, lo que se agradece mucho. Zaragoza nunca ha tratado genial a su patrimonio y la zona es solo un ejemplo más.

Ahora, el área de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza está trabajando en un plan para adquirir parcelas y edificios para construir vivienda y tratar de revertir el abandono. Costará tiempo, pero es un paso que muchos vecinos llevaban lustros reclamando, como puede leerse en muchas ventanas del barrio de las que cuelgan pancartas y carteles pidiendo atención y rehabilitación.

Un barrio sin tiendas

En uno de los extremos de este entorno, pegado al edificio Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón, los obreros ya trabajan en la construcción de la futura residencia de estudiantes que ocupará el antiguo cuartel de Pontoneros. Este es otro de los proyectos que quiere atraer nuevos habitantes al barrio y conseguir generar actividad económica para que las tiendas suban de nuevo sus persianas.

Y es que, a un paso del centro de la ciudad, junto al edificio que alberga al poder ejecutivo en Aragón, con un callejero repleto de nombres ilustres, cercano a un hospital y a la plaza de toros, y repleto de edificios populares históricos, Zaragoza no se puede permitir descuidar más este barrio. Los vecinos lo merecen, pero la ciudad también.

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