El Periódico de Aragón

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ZARAGOZEANDO

Cierra el mítico Bar Brasil de Zaragoza tras 40 años en el corazón de la ciudad

Javier Sanz Vidorreta, su dueño, lleva cuatro décadas al frente de un negocio que muchos dieron por muerto durante la pandemia. Ahora se jubila después de toda una vida de servicio

El Bar Brasil, con Javi al frente, abrió sus puertas en 1982 y ya es parte del patrimonio zaragozano ANGEL DE CASTRO

Decían los Violadores del Verso en una canción: «Nos vemos en el Brasil Bar place o en la taberna de Moe». Este escueto verso bien podría resumir lo icónico del protagonista de este reportaje: el Bar Brasil, situado en la calle Jordán de Urries, a pocos metros de Don Jaime I. Esta mítica tasca zaragozana, que cumplió 40 años el pasado mes de mayo, acaba de bajar su persiana ya que Javi, su dueño, se jubila. No obstante, el negocio podría traspasarse y volver a abrir.

Fue el 7 de mayo de 1982 cuando Javier Sanz Vidorreta, junto con su padre, inauguró el Bar Brasil, su bar. Antes, en ese mismo local lo ocupaba el Bar Tino, famoso porque dentro del establecimiento había un mono encerrado en una jaula.

El porqué del exótico nombre, Brasil, es sencillo, cuenta ahora Javi, como todo el mundo le conoce. Entre Tino y él hubo una mujer a cargo del bar que lo nombró así, y así se quedó desde entonces. El cartel del exterior es original de aquel entonces y desde el 82 y hasta ahora ha visto como miles de personas, parroquianos o esporádicos, foranos o de casa, famosos o anónimos, han entrado a echarse unos tragos a este local. Eso sí, el secreto de aguantar 40 años detrás de la barra son los clientes del día a día, los que fichan en la barra todas las semanas. «El de fuera siempre ha sido bienvenido, pero los que han mantenido el bar son los habituales», dice Javi, que resume sus pensamientos en el lema del bar: 'El Bar Brasil somos todos'.

El cartel del Bar Brasil, en la calle Jordán de Urriés, lleva 40 años en su mismo lugar. ANGEL DE CASTRO

Y dentro de ese todos hay, o ha habido, mucha gente y muchas historias. Algunos de los clientes más afamados y leales al bar fueron los Violadores del Verso. En su bar, recuerda Javi, vieron la final en la que el Real Zaragoza ganó la Recopa en el 95. Eran habituales, aunque no los únicos clientes de renombre del bar. Mauricio Aznar también pasaba muchos ratos en el Brasil. E incluso los Europe, la banda sueca de hardrock, estuvieron hace unos cuantos lustros tomándose unos litros de calimocho después de haber tocado en Zaragoza.

Los inicios del Brasil fueron más que ajetreados. Aquel año de 1982 fue especial para Zaragoza. España acogió el Mundial de Fútbol, lo que llenó los estadios del país pero también los bares. Pero es que además la capital aragonesa recibió la visita del papa Juan Pablo II y acogió, ese mismo año, el principal desfile de la Semana de las Fuerzas Armadas, en el que el Rey presidió un palco ante el que pasaron más de 8.000 soldados. Y a todo esto hay que sumarle las fiestas del Pilar en pleno centro y cuando apenas había una veintena de bares en la zona.

Naranjito lleva colgado en la pared desde 1982, año del mundial de España y cuando se abrió el bar. ANGEL DE CASTRO

Y ahí estaba Javi, sin haber trabajado nunca tras una barra junto con su padre, su hermano y toda su familia ayudando si se les necesitaba. Con 24 años abrió su bar y nunca, cuenta ahora, se imaginó que se jubilaría en el mismo lugar. «Era impensable», asegura.

Cuando su padre se jubiló, se quedó al frente del bar junto con su hermano Pancho. Y cuando este se retiró, Javi contrató camareros por primera vez, hace ya casi diez años. Pide mencionarlos a todos. Todos han sido parte de la familia del Brasil: Víctor, Iván, Álvaro, Guillermo, Rubén y Víctor.

Las joyas escondidas del bar

Desde entonces, el Bar Brasil ha sido un bar de copas, una tasca en la que podías tomar unas cervezas con amigos a buen precio, motivo por el cual muchos jóvenes aprovechaban el lugar para quedar antes de irse a los locales del Casco. El ambiente era único y no se encuentraba en otro establecimiento en Zaragoza. Las paredes, la barra de madera, los cuadros, el techo, las mesas: todo hasta el día de su cierre seguía prácticamente igual que en 1982.

Pero aunque hoy solo hubiera bebidas (Javi no servía ni café), en su día el Bar Brasil tuvo una barra repleta de marisco, menuceles y morro, el plato estrella que buscaban aquellos que pasaban por Zaragoza de tanto en cuanto. «Los cadetes de los cuarteles venían mucho al principio», recuerda Javi.

Entre las joyas que guardaba Javi había un cuadro de Naranjito, del 82, la caja registradora, del 67, y el techo, conformado por una especie de estalactitas de yeso que obligaban a todo el que entraba por primera vez a alzar la cabeza.

Hasta el pasado noviembre, hace once meses, el Brasil estuvo cerrado por la pandemia. 18 meses sin abrir que muchos creyeron que eran el final. Pero el Brasil ha resistido un año más y, tras miles de horas de esfuerzo dedicadas a un bar, Javi ha conseguido convertir su tasca en patrimonio vivo de Zaragoza. Ahora le toca disfrutar a él.

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