El pasado 28 de septiembre tuvo lugar en la basílica del Pilar el acto de entronización de la bandera de Canadá, que desde ese día se exhibe colgada en una de las gigantescas columnas que rodean la santa capilla de la Virgen. La colocación de la enseña nacional del país norteamericano se ha culminado ahora después de un proceso que comenzó hace más de 10 años, en 2011, a petición de un español residente en la nación de la hoja de arce.
Pero la bandera de Canadá no es la única que tiene el honor de tener un espacio dentro de la basílica. Comparte ese reconocimiento con otras 28 naciones, entre las que están, por ejemplo, Estados Unidos, cuya enseña de barras y estrellas cuelga justo en frente de la canadiense.
La mayoría de las banderas que se muestran en el templo son de países latinoamericanos y están agrupadas, en algunos casos, de cinco en cinco. Es el caso de Ecuador, Venezuela, Argentina, Colombia y Panamá, que lucen unidas; Cuba, Paraguay, Chile, Uruguay y República Dominicana; y Haití, Costa Rica, México, Perú y El Salvador, entre otras.
Todas las banderas que cuelgan están en la zona próxima a la entrada principal de la basílica, en frente de la santa capilla. En la columna más cercana a la puerta están las enseñas nacionales de Bolivia, Guatemala, Nicaragua, Honduras y Filipinas, siendo este último el único país asiático con presencia en el templo. Además, por parte de Europa solo está representado Portugal, cuya bandera descansa junto a la de Brasil.
Además, también cuelgan cerca de la columna de la Virgen las banderas de España y Aragón, mientras que la de Zaragoza, con el león dorado, también descansa en la zona. Llaman la atención además dos enseñas de dos municipios españoles que comparten espacio junto a las naciones latinoamericanas: son las de Sos del Rey Católico (Zaragoza) y Madrigal de las Altas Torres (Ávila).
El origen de la tradición
La tradición de colocar banderas dentro de la catedral basílica del Pilar surgió en el año 1908, cuando un grupo de ciudadanos latinoamericanos presentó sus estandartes ante el papa Pío X, quien los bendijo. Después, peregrinaron hasta Zaragoza para ofrecer sus enseñas a la virgen del Pilar, quien custodia desde entonces los símbolos nacionales. «Desde ese momento se han ido añadiendo según se han ido recogiendo peticiones», explica el deán del Cabildo Metropolitano de Zaragoza, Joaquín Aguilar.
En el caso de Canadá, recuerda Aguilar, la petición llegó en el año 2011 por parte de un ciudadano español que lleva 50 años residiendo en el país norteamericano. «Lo que pasa que entonces llegó la crisis y luego la pandemia, hasta que decidimos retomar el proceso y desde entonces todo ha sido muy rápido», explica el deán.
Para justificar la colocación de una bandera hay que presentar una documentación y, posteriormente, el cabildo ha de pedir permiso tanto a las autoridades eclesiásticas (la Conferencia Episcopal Española, en este caso), como a las civiles (la embajada de Canadá en España). «Las banderas representan a naciones enteras, por lo que nos han de avalar para poder ponerlas», cuenta el deán. «Suelen ser países que han tenido mucha relación con España, como es el caso de los países latinoamericanos, o con la Iglesia Católica», añade.
El acto de entronización de la bandera canadiense contó con la presencia en la basílica de la embajadora de Canadá en España, Wendy Drukier. Fue un momento «solemne pero sencillo», recuerda Aguilar, en el que sonó el himno del país norteamericano tocado desde el órgano de la basílica y en el que los infanticos cantaron el Bendita y alabada se la hora en el momento en el que se izó la enseña roja y blanca con la hoja de arce, que permanecerá en ese mismo lugar, junto a la virgen, por los siglos de los siglos.
