VESTIGIOS DEL FRANQUISMO EN ZARAGOZA

Dos bombas, una inscripción franquista en latín y un general golpista: la memoria de El Pilar, a examen

En la basílica sigue enterrado el general Sueiro, se exhiben dos bombas de la guerra y hay una inscripción que también está señalada por contravenir las leyes memorialistas. La DGA estudia el caso de las bombas y el texto en latín pero sí descarta exhumar al militar golpista

Las dos bombas que fueron arrojadas sobre El Pilar el 3 de agosto de 1936 están expuestas al lado de la capilla de la Virgen.

Las dos bombas que fueron arrojadas sobre El Pilar el 3 de agosto de 1936 están expuestas al lado de la capilla de la Virgen. / EL PERIÓDICO

Iván Trigo

Iván Trigo

Es, sin duda alguna, el símbolo de Zaragoza. La catedral-basílica de El Pilar es la imagen con la que se identifica a la capital aragonesa y para sus vecinos es una parte intocable e inseparable de su idiosincrasia más allá de la fe y los sentimientos religiosos. Pero en otro tiempo, el Pilar fue utilizado también como un elemento propagandístico de primer orden. El franquismo, desde ya el inicio de la guerra civil, se sirvió de la figura de la Virgen para agrupar a los españoles en torno a su causa. La guerra para el nacionalcatolicismo fue una «cruzada de liberación de la patria» y dentro del templo perduran tres vestigios del pasado que así lo demuestran: la tumba del general Sueiro, líder del ejército sublevado en Aragón; una inscripción en latín que habla de la victoria de Franco; y las dos bombas que cayeron el 3 de agosto de 1936 sobre la catedral. Las tres cuestiones han sido señaladas por particulares y asociaciones memorialistas por contravenir la leyes de memoria democrática. Esta es su historia.

Álvaro Sueiro (1892-1953) fue un militar español que, iniciada la contienda en 1936 tras la sublevación de Franco contra el legítimo gobierno de la república, se unió al alzamiento del llamado bando nacional. No consta, como sí ocurre en el caso de Queipo del Llano –cuyos restos han sido exhumados de la basílica de La Macarena en Sevilla en cumplimiento de la nueva ley estatal de Memoria Democrática–, documentación que le implique en la persecución y asesinato de rivales políticos, «pero él era el último responsable militar de lo que ocurría en Aragón», explica el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aragón (ARMHA), Enrique Gómez.

 «Todas las fuerzas paramilitares, como la Falange y los requetés carlistas, estaban bajo la orden del ejército y Suerio era el jefe. Esa es la parte de responsabilidad que le toca, que no es poca», afirma Gómez. Fallecido 14 años después de terminar la guerra, Sueiro fue enterrado en la cripta del Pilar, un espacio situado debajo de la santa capilla de la virgen y donde también están enterrados varios arzobispos y el general Palafox, entre otros personajes ilustres como el teniente coronel Valenzuela. Todos descansan en el corazón del templo.

Respuesta negativa de la DGA

Por esta cuestión, la dirección general de Patrimonio del Gobierno de Aragón recibió en noviembre un requerimiento ciudadano para, «en cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática», exhumar los restos de Sueiro y llevarlos a otro lugar fuera de la basílica. Sin embargo, la DGA ha concluido que no es necesario, puesto que no se cumplen los supuestos que contravienen la citada norma.

Según establece la ley, aprobada en octubre de este mismo año por el Congreso, «los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no podrán ser ni permanecer inhumados en un lugar preeminente de acceso público, distinto a un cementerio, que pueda favorecer la realización de actos públicos de exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la guerra o la dictadura. Corresponderá a las administraciones públicas garantizar lo dispuesto en este apartado».

La cripta de la basílica se abre al público cada año durante el 1 y el 2 de noviembre.

La cripta de la basílica se abre al público cada año durante el 1 y el 2 de noviembre. / EL PERIÓDICO

Pero desde la dirección general de Patrimonio se ha considerado que, en el caso de la tumba del general Sueiro, no se cumplen estos supuestos ya que «no están inhumados en un lugar destacado ni tiene proyección de espacio público o uso público, al estar la cripta bajo la santa capilla y ser inaccesible el acceso a la misma, salvo con un carácter muy extraordinario».

Ese carácter «muy extraordinario» que permite, según la DGA, que los restos de Sueiro permanezcan en el Pilar, son los días 1 y 2 de noviembre, cuando la cripta del Pilar se abre al público por el día de Todos los Santos. El general Sueiro, además, tuvo una calle en Zaragoza durante décadas pero en 2009 cambió de denominación y pasó a llamarse José María Lacarra en cumplimiento, precisamente, de la ley de Memoria Histórica de 2007. En aquella ocasión sí que se consideró que el nombre del general franquista debía desaparecer.

"Tras la guerra de liberación de la patria..."

El segundo elemento dentro de la catedral basílica de El Pilar es una inscripción en latín, situada a uno de los lados del coro del templo y que, a pesar de sus grandes dimensiones puede pasar desapercibida por no estar escrita en castellano. El mensaje es el siguiente, según se extrae de la traducción que contiene el libro 'Historia de la Virgen del Pilar', de Francisco Gutiérrez Lasanta: «Tras la guerra de liberación de la patria y obtenida felizmente la victoria, los fieles cristianos de toda España, agradeciendo a la bienaventurada Virgen María del Pilar al haber escuchado sus votos, la visitan como peregrinos con filial amor y piadosa penitencia mientras, llenos de júbilo celebran el XIX centenario de su venida. Años 1939-1940 del nacimiento de Cristo».

Es, por tanto, una frase de claros tintes franquistas y que está expuesta a la vista de todo el mundo. Sobre esta cuestión, la DGA también ha recibido un requerimiento para proceder a la retirada de la inscripción. Ocurrió en octubre y, según aclaran desde la dirección general de Patrimonio, «se está estudiando la solicitud».

Inscripción en latín junto al coro en la que se habla de la victoria de los franquistas en la guerra.

Inscripción en latín junto al coro en la que se habla de la victoria de los franquistas en la guerra. / EL PERIÓDICO

El último de los tres elementos que contiene El Pilar y que ha sido señalado por las entidades memorialistas son las dos bombas expuestas en una de las columnas que hay a los lados de la santa capilla. Y son las que tienen una historia más enrevesada, que no poco interesante.

Las bombas son dos de las cuatro que un avión republicano arrojó sobre la basílica el 3 de agosto de 1936, apenas dos semanas después del inicio de la guerra. Los proyectiles no explotaron y las autoridades eclesiásticas de la época lo atribuyeron a un milagro de la virgen. Pero más allá de eso, los dos proyectiles fueron utilizados para crear un relato que agrupara en torno al bando sublevado a los zaragozanos. «Juremos exterminar a todo el que sea enemigo de nuestro Dios, nuestra Virgen, de nuestra España. Juremos una Santa Intransigencia [...]. Juremos guerra [...]. No es hora de contemplaciones», se leía en la prensa de la época, que pedía «cazar» a los culpables «como a fieras».

Propaganda para reclutar soldados

La propaganda surtió efecto, como recordaba el pasado 1 de noviembre Miguel Miranda, profesor de la Universidad de Zaragoza, en las páginas de este periódico en una columna titulada 'Hay dos bombas'. En estas líneas, Miranda narraba que «uno de los entusiastas que corrieron a alistarse» en las filas del bando sublevado fue su tío Dionisio, que murió «con el pecho atravesado por un disparo a sus 19 años». «La consigna era que había que defender a la Virgen de los salvajes que se atrevían a atacarla. El objetivo era ganar apoyos y voluntarios para la guerra», defendía Miranda en su artículo, una tesis que se ve avalada en el libro 'La Virgen del Pilar dice… Usos Políticos y Nacionales de un culto Mariano en la España Contemporánea' de Francisco Javier Ramon Soláns, también de la Universidad de Zaragoza.

Sobre el ataque, mucho se ha escrito al respecto. Las incongruencias del relato oficial se han puesto de manifiesto en muchas ocasiones y, descartada la obra de un milagro, se ha defendido por parte de algunos investigadores que pudo tratarse de un ataque de falsa bandera. Es decir, que fuera el propio ejército de Franco el que bombardeó la basílica para tener una excusa y ganar adeptos para la causa sublevada.

Sin embargo, el historiador José María Maldonado desmiente esta tesis. «Está documentado y demostrado quién realizó el ataque». Fue un avión que salió del aeródromo del Prat del Llobregat que subió hasta Zaragoza siguiendo el cauce del Ebro. Y sí, eran republicanos.

Pero las bombas «jamás hubieran explotado», puesto que habían sido manipuladas para evitar su detonación y porque se tiraron a unos 150 metros de altura, cuando ese tipo de bombas, para activarse, han de desprenderse desde una altura superior a los 500 metros.

Así, cuenta Maldonado, la tesis que más visos tiene de corresponder con la realidad es que los propios aviadores manipularon las bombas para evitar que explotaran al no estar de acuerdo con el ataque ordenado. Pero de todo esto nada se explica bajo los dos proyectiles que se muestran en El Pilar. Uno de ellos, por cierto, no es ni el original. Por ello también han solicitado a la DGA ahora su retirada, la cual también se «está estudiando», si bien el Cabildo, tras una reunión mantenida en julio de este año, concluyó que no era necesario quitarlas.

La petición, de todos modos, viene de lejos, puesto que hasta el que fue delegado del Gobierno en Aragón desde 2004 hasta 2011, Javier Fernández, medió en 2005 con el deán del Pilar para solicitar la retirada de las dos bombas. «Pero fue un intento infructuoso», recuerda ahora Fernández. Habrá que ver qué sucede en esta ocasión. 

Suscríbete para seguir leyendo