Movilidad Urbana

La huelga del bus que cabreó a Zaragoza

Los conflictos internos en las empresas que gestionan el transporte público en la capital han tenido en vilo a los usuarios durante casi dos años, con paros cambiantes y liosos que se iniciaron en plena pandemia

Usuarios esperando en la parada de la calle Don Jaime de Zaragoza.

Usuarios esperando en la parada de la calle Don Jaime de Zaragoza. / ANDREEA VORNICU

Carlota Gomar

Carlota Gomar

Se dice que no hay fiestas del Pilar sin una huelga del autobús urbano. Son tantas las convocatorias que acumula en su haber el transporte zaragozano que a los usuarios ya no les sorprende. Como que no suena a nuevo. Con la última ya van 16 desde el año 2000, aunque está se ha apuntado el tanto de haber sido la más larga de la historia. También la más liosa, con horarios cambiantes y paros en semanas alternas que han dejado un saldo de 197 días de afecciones en el servicio y más de 650 días de un conflicto que empezó allá por el mes de febrero de 2021, cuando el covid todavía hacía de las suyas y el miedo al contagio exigía mantener ciertas distancias. 

Sin duda no era el mejor momento para alterar un servicio que había perdido a más de la mitad de los usuarios tras los meses de confinamiento y que se enfrentaba a una cuestión de confianza por parte de los ciudadanos.

Porque cuando las estadísticas del covid seguían copando titulares y se seguía mirando de reojo a todos aquellos con los que se compartía espacio, el transporte público decidió utilizar su derecho a la huelga para presionar y conseguir mejorar sus condiciones laborales. Les ha costado casi dos años conseguirlo. 

Paradojas de la vida, la huelga del bus coincidió con la del tranvía, algo que nunca antes había sucedido en la ciudad. Y mientras los respectivos comités negociaban en los despachos y en el servicio de mediación, la crisis sanitaria, la guerra de Ucrania, la falta de suministros y los desorbitados precios de la luz y de los hidrocarburos hicieron de las suyas disparando la inflación. Una olla a presión que dificultó la negociación en cocheras. 

Azcón esquiva la huelga

El Gobierno de PP-Cs ha intentado sortear la huelga del transporte como ha podido. Es cosa de la empresa y los trabajadores, decían. Lo cierto es que, en parte, lo han conseguido, y tampoco les ha generado un desgaste excesivo porque se ha puesto el foco en los conductores, los que tenían que dar la cara en las paradas de autobús. La realidad es que ningún gobierno se ha librado de una huelga del bus, independientemente de su color político. 

Esta, sin duda, ha sido bastante peculiar, y no solo por el momento en el que comenzó. Por recapitular, los paros se iniciaron el 24 de febrero de 2021, coincidiendo con la huelga del tranvía, que tardó 13 meses en resolverse. Los conductores comenzaron con paros de dos horas que variaban de un día a otro, para evitar que el bolsillo de sus trabajadores se resintiera. Por aquel entonces era el CUT el que lideraba el comité y las negociaciones de una huelga que ha terminado con jornadas de seis horas distribuidas en tres franjas y con el sindicato Sattra como capitán de la negociación.

Cambio en la dirección del comité

En febrero, el comité de empresa se vio obligado a someterse a elecciones después de que la Justicia invalidara las anteriores, a las que se concurrió con listas sindicales que «no eran válidas». Este revés provocó que el CUT perdiera la presidencia, que pasó a manos de Sattra. Un cambio que ha dificultado, y mucho, la negociación ya que las diferencias entre ambos sindicatos han ocasionado serios problemas en el seno del comité, completamente dividido y enfrentado, con posturas opuestas. Tanto es así que no se han privado de airear a través de las redes sociales sus diferencias. 

La negociación del convenio colectivo se centró principalmente en la subida salarial. Costó más 650 días y 89 reuniones alcanzar un acuerdo entre Avanza y el comité. 50 de ellas en las oficinas de cocheras y 39 en el Servicio Aragonés de Mediación (SAMA), órgano que ha presentado hasta dos propuestas para forzar el acuerdo. A la segunda fue la vencida.

El 76% de la plantilla avaló el último planteamiento del servicio de mediación el pasado 13 de diciembre. Un acuerdo que les garantiza un incremento salarial del 8,5% entre 2020 y 2024 y eleva sus sueldos a más de 40.000 euros anuales brutos. Además, la cláusula de revisión salarial será, como mínimo, del 12% y nunca superior al 75% de la suma de los IPC reales de los años 2020, 2021, 2022 y 2023. Por si fuera poco, se reducen en dos las jornadas de trabajo al año y todos los conductores tendrán descansos al 50% los fines de semana.

Desde el comité se pedía más para «garantizar el poder adquisitivo» de la plantilla en un año en el que la inflación ha golpeado de lleno todos los hogares. Por suerte, el IPC se moderó a final de año y, tras meses de desgaste y hartazgo en las paradas, se selló el tan ansiado acuerdo que puso punto y final la huelga del bus. Por ahora.

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