El Periódico de Aragón

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Venta ambulante

El Ayuntamiento de Zaragoza acuerda un plan de pagos con los morosos del rastro

En noviembre aprobó una moratoria de tres meses para evitar el cierre de sus puestos | Hay 19 propietarios en deuda que deberán abonar cada mes un recibo pendiente

El mercado ambulante de Zaragoza. ANDREEA VORNICU

En el mercado ambulante de Zaragoza hay una veintena (19) de propietarios que llevan años sin pagar por sus puestos. El ayuntamiento, con el ánimo de solucionar este problema de la forma menos drástica posible, alcanzó un acuerdo el pasado mes de noviembre con la plataforma de vendedores, una moratoria que vence ahora, este mes de febrero, y un plan de pagos. Una fórmula con la que se evitaba el cierre de sus puestos. 

No es la primera vez que se les ofrece esta alternativa. La primera vez fue rechazada por los vendedores, que solicitaban que se les condonara la deuda, algo que descartaron desde el área de Mercados al tratarse de una solución «injusta» y un «agravio comparativo con los que sí pagan mensualmente sus cuotas. La oferta se realizó antes del confinamiento y quedó en suspenso con la pandemia, un momento delicado para los vendedores ambulantes, que estuvieron meses sin poder montar sus puestos y otros tantos con restricciones. 

Conscientes de la difícil situación por la que estaban pasando, el ayuntamiento no retomó las conversaciones hasta que en 2021, cuando se inició la apertura de 14 expedientes. Solo tres afectados recurrieron la decisión y el consistorio acabó firmando el decreto de baja en 11 puestos. Ahora son 19 los que no hacen frente a sus recibos. 

Negociación y alternativa

El pasado mes de noviembre, la responsable de Mercados, Carmen Herrarte, y la junta del mercado alcanzaron un nuevo acuerdo. El ayuntamiento aprobó una moratoria de tres meses y otro de carencia, para volver a cobrar las tasas. Superado este plazo, los deudores se comprometieron a pagar el recibo ordinario de cada mes más uno de los pendientes. 

Esta alternativa les permite ir devolviendo de forma progresiva su deuda y garantizar el montaje de sus puestos siempre que cumplan con sus obligaciones fiscales actuales. El plazo ha finalizado este mes. 

Desde Mercados advierten que, de incumplir el acuerdo un único mes, se iniciará de forma inmediata el decreto de revocación y el propietario perderá la licencia para montar su puesto, que volvería a salir a concurso. 

En la lista de impagos no hay casos concretos, ni puntuales, al revés, se trata de 19 vendedores que nunca han cumplido con sus obligaciones fiscales y que acumulan, de manera individual, deudas que superan los 7.000 euros. Incluso hay uno de ellos que le debe al consistorio más de 10.000 euros. 

El Gobierno de PP-Cs revisó a finales de 2019 el grado de cumplimiento del pago de las tasas y  comprobó que había un número determinado de vendedores que llevaba desde 2009 y 2010 sin abonar ni un solo recibo. Una práctica de impunidad a la que han puesto freno. 

La tasa municipal es de 49 euros al mes, un 20% menos que en 2021. Desde el área de Mercados se decidió rebajar su coste para ajustar su precio a la situación actual y garantizar y la viabilidad del mercado, con 364 puestos operativos en el textil ambulante y 234 en el rastro.

Caída en las ventas

Desde la plataforma del mercado ambulante admiten que hay un número «importante» de vendedores que tienen problemas para hacer frente con los recibos. «Cada vez viene menos gente y estamos vendiendo la mitad que antes de la pandemia», explica su representante, Diego Clavería, que asegura que no resultado rentable montar los puestos, sobre todo los miércoles. 

«Es verdad que está a desmano, en una zona por la que no pasada nadie, pero en otras ciudades el rastro se monta en las afueras y no tienen el mismo problema que nosotros», asegura. Según explica, la falta de transporte público es la principal causas. «Llevamos años pidiendo que mejoren las líneas de bus que llegan hasta el parking de La Almozara y no lo hacen. Es esencial», reitera.

El cambio generacional de su clientela

Clavería admite que el cambio generacional juega en su contra. «Antes teníamos una clientela fija, a la que le gustaba venir los domingos al rastro, pasear y comprar. Estas personas ahora se han hecho mayores o tienen problemas de movilidad y han dejado de venir», explica el representante de la plataforma, que admite que el rastro ya no es una opción para los jóvenes. «Prefieren comprar a través de internet y lo hacen en tiendas low cost, así que nosotros hemos dejado de ser una alternativa para ellos», añade.

Como solución propone organizar actividades o eventos dirigidos a ellos, atraerlos de algún modo y, de paso, que conozcan los puestos y los productos que se venden en el mercado. «Es la única forma que tenemos para picar su curiosidad y ganar nuevos clientes», insiste. 

El debate de la ubicación se mantiene y, aunque ahora mismo no está sobre la mesa, no descartan volver a retomar las conversaciones con el Gobierno municipal para buscar soluciones y alternativa y poder y montar sus puestos en los barrios, «al menos los miércoles», el día de menos ventas.

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