CAMBIO DE HÁBITOS

Sin motos y con pocos patinetes: la burbuja de la movilidad compartida ‘pincha’ en Zaragoza

Por la capital aragonesa también han pasado 4 firmas de motos y 3 de bicis. Hasta cinco empresas de patinetes llegaron a operar a la vez y hoy queda una

Dos personas esperan con su patinete a cruzar el paso de peatones.

Dos personas esperan con su patinete a cruzar el paso de peatones. / MIGUEL ANGEL GRACIA

Iván Trigo

Iván Trigo

La breve historia de la movilidad compartida en Zaragozase podría comparar con una gaseosa agitada: cuando llegaron las primeras motos y patinetes de alquiler, la novedad hizo que la demanda se disparara y estos vehículos llenaron las calles –y las aceras– de la ciudad. Pero una vez se esbafó el efecto del gusto por lo recién llegado, el mercado se hundió. Por la capital aragonesa han pasado más de diez empresas que prestaban este tipo de servicios con diferentes tipos de vehículos. Hoy solo quedan los patinetes turquesas de Bolt y no se contempla que haya más. Este es el relato del hola y el adiós de este tipo de compañías a los pies del Ebro.

Pero la primera experiencia de Zaragoza con este tipo de servicios no vino de la mano de la iniciativa privada, sino de lo público. Fue Bizi, que nació en 2008, la primera incursión de la ciudad en la movilidad compartida, que viene a ser el alquiler por minutos de un vehículo de movilidad personal.

La llegada de Bizi sirvió para demostrar que en la capital aragonesa las bicicletas eran una opción más para desplazarse y en paralelo a su despliegue comenzó a extenderse la red ciclable en la ciudad. Durante los primeros años el número de abonados creció sin parar hasta superar los 25.000. La cifra se mantuvo estable hasta el 2017, cuando comenzó a descender. A principios de 2020 quedaban 18.000 zaragozanos fieles al Bizi. Y a día de hoy son unos 12.500.

El inicio del descenso de los usos del Bizi coincidió en el tiempo con la irrupción de las primeras empresas privadas de movilidad compartida en la ciudad. Primero fueron las motos eléctricas amarillas de Muving. Desembarcaron en la ciudad con 50 vehículos, y pronto duplicaron su número. Llegaron para quedarse, anunciaron, pero hace ya dos años que no se ven en la ciudad.

Tras las motos de Muving llegaron las bicis de Mobike, competencia directa de Bizi y que pronto levantaron recelos en la ciudad porque se aparcaban en cualquier lado. Las aceras se llenaron de ciclos con ruedas naranjas, obstaculizando el paso y ocupando espacios destinado al peatón.

Primeras regulaciones

Pero la verdadera revolución en materia de movilidad compartida llegó en 2018. A principios de aquel año nadie sospechaba que la ciudad fuera a llenarse de unos extraños y veloces vehículos, patinetes con motores eléctricos, que se convirtieron con los meses casi en una plaga.

La primera empresa de patinetes en llegar fue Lime. Luego fue Voi, Tier y Koko. Y más tarde Ufo. Entonces no existía regulación alguna. Las compañías llegaban, desplegaban su flota y cobraban por minuto al precio que cada una consideraba. El caos se apoderó de un mercado que también provocó quejas y malestar, ya que al principio, debido a la novedad que suponían este tipo de vehículos, no constaban en los reglamentos de la DGT, por lo que podían circular por las aceras sin temor a multas.

Poco a poco la situación se fue regulando y el Gobierno de ZeC limitó a dos el número de empresas de patinetes que podían operar al mismo tiempo a través de una licencia para operar.

Así, en mayo de 2019 quedaron dos marcas en Zaragoza. Reby y Koko. La segunda pasó a llamarse Bird y entonces llegó la pandemia, por lo que el castillo de naipes de la movilidad compartida comenzó a desmoronarse. Previamente, además de patinetes, habían llegado a la ciudad las motos de Acciona y las bicicletas de Electric RG.

Debido al desorden, el equipo de Gobierno del PP al frente del Ayuntamiento de Zaragoza decidió regular el sector y lanzó tres concursos públicos –uno para bicis, otro para patinetes y otro para motos – para establecer una serie de condiciones a las empresas de vehículos de movilidad compartida que quisieran operar en Zaragoza.

Después de un largo proceso, la oferta de este tipo de vehículos en Zaragoza quedó distribuida de la siguiente manera: Reby y Cabify obtuvieron una licencia para funcionar con 900 motos eléctricas, 450 cada empresa; Reby y Ridemovi debían desplegar más de 2.000 bicis entre las dos; y Bolt y otra vez Reby tenían autorizados 600 patinetes cada una.

El nuevo Bizi

Pero al poco de adjudicarse estos concursos las empresas comenzaron a largarse. No llegaron a desplegar todos los vehículos de debían por contrato y la realidad es que, hoy en día, solo los patinetes de Bolt siguen operando, habiendo subido los precios además conforme a los establecido en el contrato.

La explicación de todo esto es, en parte, la naturaleza de estas empresas, que nacen como start ups con el único objetivo en muchos casos de crecer lo más rápido posible, expandirse, y cuando han entrado en un mercado, ser compradas por otras compañías más grandes. Se trata por tanto de un sector en el que se especula con las propias firmas y que en los últimos años se ha ido concentrando. De ahí que muchas veces estas firmas tengan problemas para encontrar financiación y para cumplir con los contratos y licencias que obtienen en ciudades como Zaragoza, donde su implantación está regulada.

Además, tras haber probado estos vehículos, muchas personas han decidido comprarse su propio patinete porque a medio plazo es mucho más barato y porque así el usuario no depende de encontrar o no uno de estos cachibaches para poder desplazarse. La demanda de este servicio ha caído y más allá de Bolt, los esfuerzos del ayuntamiento pasan ahora por renovar el Bizi, para lo que la ciudad ha captado 6,5 millones para extenderlo a toda la ciudad y cambiar todos los ciclos.