La basílica del Pilar, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), compartirá durante los próximos dos años el protagonismo con los andamios que este lunes han comenzado a montarse para proceder a la rehabilitación de varias de sus torres, afectadas por el paso del tiempo. En el último año se han desprendido tres cascotes de dos de las torres y se han detectado daños en las cornisas y otros elementos, por lo que se ha decidido iniciar la restauración del templo.
El montaje se prolongará durante días y el impacto visual será importante, ya que hay que cubrir tres de las cuatro torres con andamios, por lo que el Ayuntamiento de Zaragoza pretende reunirse con el Gobierno de Aragón para buscar las fórmulas que permitan mitigar los efectos negativos en el turismo que tendrá la restauración la basílica, el mayor atractivo turístico de la capital aragonesa.
La torre Nuestra Señora del Pilar estará completamente rodeada por un andamio de 67 metros de altura de los 98 que tiene la construcción, mientras que en las torres Santa Leonor y de Santiago, la estructura metálica que permitirá a los restauradores trabajar alcanzará los 35 metros.
La torre de Santiago
Esta última será la primera en liberarse del amasijo de hierros y, si todo va bien, en octubre lucirá completamente renovada, coincidiendo con las fiestas del Pilar, mientras que los trabajos de restauración se prolongarán durante dos años. Las obras exigirán una inversión de alrededor de tres millones de euros y serán ejecutadas por la empresa GJG, la misma que se encargó de la reparación de parte de la cubierta del templo, dañada por filtraciones de agua.
Hace casi dos décadas se realizó una intervención similar. Fue en 2005 cuando parte de las fachadas, las cúpulas y una de las torres estuvieron cubiertas por andamios para realizar trabajos de restauración aunque por un periodo de tiempo más breve. La primera señal de alerta se produjo en mayo de 2022, cuando se desprendió la primera piedra. Un incidente que se ha repetido hasta en tres ocasiones, obligando a vallar la zona más conflictiva por seguridad.
Cualquier intervención que se lleve a cabo en el templo, además de contar con el beneplácito del Cabildo, debe tener el visto bueno de la Comisión Provincial de Patrimonio al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC).