ESPECIAL 225 AÑOS DEL TEATRO PRINCIPAL

Corita Viamonte: "En vez de jugar en la calle como otros niños, yo jugaba en el Teatro Principal"

De los 225 años que tiene el coliseo, 72 de ellos los ha vivido Corita Viamonte encima del escenario

HOMENAJE A CORITA VIAMONTE EN EL TEATRO PRINCIPAL

HOMENAJE A CORITA VIAMONTE EN EL TEATRO PRINCIPAL / ÁNGEL DE CASTRO

Zaragoza

Por el aniversario del Teatro Principal, Corita recibe a este diario en su casa, Casa Martino, donde la comida de puchero se degusta entre paredes empapeladas con cientos de fotos de artistas, de aquí y de fuera, con ella como gran protagonista. Le preguntamos por el Principal, y a Corita se le encienden los ojos: «el Principal lo es todo para mí, absolutamente todo. Cuando nací, mis padres ya tenían compañía allí y me llevaban con el carrito a todas las funciones. Desde ese carrito ya veía las luces, el escenario, percibía ese olor especial; todo el teatro en sí me era familiar. Por eso ha sido y es mi casa».

Sabemos que debutó en el Teatro Fuenclara con año y medio, sin querer, porque se escapó del camerino donde la cuidaba su abuela y gateando fue en busca de sus padres, que interpretaban Las Golondrinas en el escenario. Y hasta allí llegó. Pero su gran debut fue con tres años, en el Teatro Principal, cuando su madre la subió a cantar la romanza de La tabernera del puerto. «Sí, con tres añitos y vestida de organdí. Mis padres me enseñaron en casa la letra, claro, aún ni sabía leer; salí y canté con mis picaditos. Mi madre debutó con ocho años también en el Principal, tocando al piano la Marcha Turca, de Mozart. Por eso quiso que mi debut también fuera allí. Parece que la estoy viendo, a mi madre, y me emociono, porque cada vez que salgo al escenario del Principal, miro, y la veo ahí, sentada al piano. Ella siempre me decía que no había escenario pequeño, que el artista siempre lo hacía grande».

Las galletas de Ángel Anadón

De niña, Coritina, que así la llamaron hasta los trece años, pasaba mucho tiempo curioseando por el teatro. «En vez de jugar en la calle como otros niños, yo jugaba en el Principal. Y además no paraba. Recuerdo que Ángel Anadón me subía a Contaduría, me sentaba y me daba un par de galletas, porque era la única manera de que me quedara quieta un rato y no me fuera al escenario. A veces mi madre le preguntaba dónde estaba y él le decía: en el foso de la orquesta la tienes. Y ahí estaba yo, dirigiendo una orquesta imaginaria, porque ese era uno de mis entretenimientos. Guardo un gran recuerdo de Ángel Anadón, fue una persona muy especial para mí».

Cuentos Infantiles

Desde los cinco años recibió formación de canto y baile en la academia Sociedad Cultural Amigos del Arte que fundó su madre en 1949 para enseñar a jóvenes artistas. «Enseguida llegaron los festivales de los domingos en el Principal, con los Cuentos Infantiles, en los que participábamos muchos de los que estábamos en la academia de mi madre, como Fernando Esteso, Víctor Ullate, Carmen Roche, Carmen de La Figuera, Emilia Giménez, que se convirtió en Lita Claver y después en La Maña cuando se fue a Barcelona, y tantos otros alumnos. Entonces nos dejaban el escenario para hacer nuestros espectáculos y recuerdo cómo nos aplaudían de fuerte y lo entusiasmados que vivíamos esos momentos. De esa época guardo un recuerdo muy especial , cuando actué con mis padres en un cuento que se titulaba Baselín y Simonete, cuando yo tenía 6 ó 7 años. El último cuento que hice creo que fue Los Mosqueteros del Rey, que no me sabía el papel y salí adelante gracias al apuntador».

Corita en el Teatro Principal en 1951

Corita en el Teatro Principal en 1951 / SERVICIO ESPECIAL

"¿Quieres saber si eres una artista?"

También fue en el Teatro Principal donde experimentó uno de los momentos mágicos de su vida. «Un día mi madre me preguntó, tendría yo 23 o 24 años, ‘¿quieres saber si eres artista de verdad?’ Pues vete al Teatro Principal -me dijo- y dile a Ángel (Anadón) que te de la luz de escenario, que se vaya todo el mundo y se quede el teatro a oscuras. Ponte en el centro y mira hacia el patio de butacas, a ver cuánto resistes. Y eso hice. Allí me coloqué, en medio del escenario, mirando al infinito, porque no se veía nada. Empecé a oír ruiditos, a sudar, me entró hasta miedo y me puse a temblar. Yo me decía, tengo que aguantar, tengo que aguantar, porque yo soy una artista. Y en ese momento me imaginé al público, cómo se encendían las luces y sonaban los aplausos. Tanto es así, que me puse con las manos abiertas y saludé. Y dije, ya está, ya lo he entendido todo. Y me fui con una satisfacción inmensa, porque ahí, en ese instante, había recibido el aplauso más grande de mi vida sin haber nadie». 

Raquel Meller

Entre las muchas actuaciones que ha protagonizado en el Teatro Principal, Corita rememora algunas de las más especiales. «El homenaje que hice a Raquel Meller fue uno de los más importantes para mí, muy bonito, con orquesta en directo. A Raquel Meller la vi por primera vez con once años en la televisión, en el programa de TVE Amigos del lunes. Estaba cantando La Violetera y me impactó. En ese momento le dije a mi madre que yo iba a cantar también esa canción y que iba a triunfar. Rafael Castillejo me llamó La última Violetera y también me han llamado La violetera del cierzo. Todo un honor». 

El barítino Luis Mimbela y Corita en Las zagalas del querer

El barítino Luis Mimbela y Corita en Las zagalas del querer / SERVICIO ESPECIAL

70 años encima del escenario

Y de su debut a los tres años en 1952, la actuación más especial para ella, a su homenaje en el Teatro Principal en septiembre de 2022 por sus 70 años encima del escenario. «Me vienen muchas cosas a la cabeza recordando esa noche. No me esperaba que tanta gente pensara en mí. Todos esos vídeos que proyectaron con mensajes de personas que ni me esperaba.

El detalle tan maravilloso que tuvieron los actuales miembros de la orquesta Miravella, a los que no conozco, brindando por mí, y yo llorando como una magdalena. O cuando empezó a sonar Sierra de Luna al acordeón, que pensé, que bien suena el vídeo, y de repente veo aparecer a mi gran amiga María Jesús, la del acordeón, por el patio de butacas. Y es que el día de antes me llamó para decirme que sentía mucho no poder estar conmigo en el homenaje, y mira… Estoy tan agradecida a todos los que me acompañaron ese día, de una manera u otra, que no me atrevo a dar más nombres por si me dejo alguno. Fue una noche inolvidable».

Los tramoyas de antes

El teatro ha experimentado muchas reformas a lo largo de los últimos años, que han condicionado de una manera u otra a los artistas. La artista recuerda algunos de esos cambios: «Como los tramoyas, que antes era todo clavar clavos y se oían mientras estabas en el escenario. Ahí estaban Alcolea y Castejón con el martillo… Porque antes, el tramoyista trabajaba mucho y ahora es todo mecánico. Pero el escenario sigue siendo el mismo, no ha cambiado nada, ni siquiera ese desnivel que tiene, que como no mires bien, te vas abajo. Antes no pasaba porque estaban las candilejas, esas lucecitas que te marcaban el suelo. Y luego la dichosa escalera, por la que me he caído unas cuantas veces. Así que ya no la bajo».

Corita ha estado en muchos teatros de todo el mundo a lo largo de su vida, pero ella lo tiene claro: «El Teatro Principal es uno de los más bonitos de Europa. Ese techo es una maravilla. Todo el edificio es magnífico. Es el centro del arte de Zaragoza, por eso creo que se merece más respeto del que algunos le tienen… Pero lo que más me gusta es su escenario. Como espectadora he estado pocas veces, no aguanto la butaca, esté quién esté actuando. Enseguida me empiezo a mover y no puedo parar quieta. A mí me empuja el escenario, es donde mejor estoy».  

Todo me lleva al Principal

Entre sus muchas actividades, Corita fue también funcionaria del Ayuntamiento de Zaragoza desde 1981. «Y mira qué casualidad, entré a trabajar en el Teatro Principal, en la tercera planta, donde estaba Cultura. Si lo pienso, todo me ha llevado al Principal. Hasta el sastre del teatro, Salvador Borrell, que fue el que hizo, entre otros, los trajes de Gigantes y Cabezudos, creo que en 1964, vivía enfrente de mi casa, en la calle Contamina donde nací. Así que siempre he estado ligada al Teatro Principal de una manera u otra».

Los intérpretes de la representación de El pocito encantado, de la compañía de los padres de Corita Viamonte

Los intérpretes de la representación de El pocito encantado, de la compañía de los padres de Corita Viamonte / SERVICIO ESPECIAL

Lo mejorcito de aquí

Cuando se le pregunta si hay algo que le falte al teatro zaragozano en la actualidad, Corita se pone seria. «Que dejen más a las personas de Zaragoza tener acceso y actuar, como en años anteriores. El Teatro Lírico de Zaragoza, por ejemplo, que puedan llevar sus zarzuelas. El teatro La Latina de Madrid está llenando diariamente con zarzuelas como Agua, Azucarillos y Aguardiente, La Revoltosa, La Chulapona, y esa compañía vendrá a Zaragoza en diciembre a representar Gigantes y Cabezudos en el Teatro Principal. Y me parece muy bien que traigan a lo mejorcito de fuera, pero hay que traer también a lo mejorcito de aquí. Porque a veces no es cuestión de llenar el teatro. Se trata de dar una oportunidad al que nunca ha pisado el Principal, al que nunca ha tenido la suerte de pisar ese escenario. Acceso sí, pero no siempre a los mismos. Hay mucha, mucha gente que está deseando actuar porque es el Principal». 

¿Volverá Corita al Teatro Principal? «Sí, volveré, debo volver, porque tengo que dar las gracias por muchas cosas, las gracias a mi ciudad, a la gente anónima que me quiere y me saluda por la calle, como esa señora que se me acercó y me preguntó si le podía dar un beso y me dijo: ‘es que cuando está usted en el escenario la veo tan lejos’... Eso a mí me vale por todo. Y eso que la soledad más grande que puedes sentir es cuando terminas de actuar y te metes en el camerino, y aunque haya veinte mil personas contigo, estás sola, porque lo tuyo es estar fuera, en el escenario. Cuando se va el público y se apagan las luces, el artista desaparece y solo queda la persona».

Corita Viamonte en el homenaje a sus 70 años encima del escenario

Corita Viamonte en el homenaje a sus 70 años encima del escenario / ÁNGEL DE CASTRO

Esa plaquita chiquitica

Por último, le preguntamos a Corita si le queda algo por vivir en el Teatro Principal y dice que sí, porque tiene una espinita clavada en el corazón. «Que se recuerde el día que debuté, hace ya 72 años, con una plaquita en el vestíbulo del teatro, que no sé si algún día llegará. Aunque sea chiquitica, pero por lo menos que la gente sepa que Corita fue la artista que nunca se quiso marchar de su ciudad, que quiso conseguir que Zaragoza la quisiera. Me dicen que ya tengo una calle, una placa en la casa donde nací, regalo de Zaragoza Antigua, un gigante en Sierra de Luna, medalla de Los Sitios de Zaragoza, la de Plata de la ciudad… Sí, creo que he conseguido muchas cosas, pero, ay, esa plaquita, cómo me gustaría…». 

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