Zaragozeando | El mito que dio nombre a un velódromo, un cine y un McDonald's en Zaragoza

El edificio Elíseos se erigió sobre un jardín de recreo, inaugurado en 1868 siguiendo la moda de otras ciudades europeas como París o Madrid. Desde entonces, sus paredes han servido para casi todo

Antigua entrada del velódromo de Zaragoza.

Antigua entrada del velódromo de Zaragoza. / G. A. Z. A.

Alberto Arilla

Alberto Arilla

Zaragoza

Los Campos Elíseos, en la mitología grecorromana, eran uno de los tres destinos que podían habitar los mortales una vez perecían, además del Inframundo y del Érebo. El cristianismo agrupó estos dos últimos en el mismo concepto, el del infierno, y dejó reservada la mejor de las adaptaciones al primero, lo que hoy entendemos por el cielo. Pero fue la mitología grecorromana la que inspiró esas largas avenidas que se construyeron como jardines de recreo por Europa.

Los Campos Elíseos más famosos, evidentemente, son los que hoy dan nombre a la larga avenida que culmina en el Arco del Triunfo parisino. También Madrid tuvo los suyos propios en el siglo XIX, más modestos y concebidos como jardín de recreo. Y bajo esta misma premisa se construyó en Zaragoza, también en tiempos decimonónicos, un espacio de recreo inaugurado en 1868, cuando el río Huerva todavía no estaba bajo tierra.

Fue ya a finales del siglo XIX cuando se decidió dar un uso lúdico más concreto a la zona, habilitando el primer velódromo de Zaragoza. Proyectado en 1895, ideado por Luis Montesino y con el patrocinio de la Sociedad Velocipédica Zaragozana, el circuito se inauguró el 3 de mayo de 1896, con seis carreras locales, regionales e internacionales. La cita causó furor entre los zaragozanos, que acudieron además a un evento cuyos beneficios se destinaron íntegramente a los soldados aragoneses heridos en Cuba.

La historiadora del arte Mónica Vázquez Astorga, profesora de la Universidad de Zaragoza, le dedicó un extenso artículo a los Campos Elíseos zaragozanos, con un capítulo aparte dedicado exclusivamente a su uso como velódromo tras la desaparición del jardín de recreo. En él, Vázquez Astorga recalca como aquella inauguración se convirtió en un «importante acontecimiento social», llenando «todas las localidades».

Según describe la profesora de la Universidad de Zaragoza, la capacidad con la que contaba este velódromo era de 3.000 espectadores (sentados). Además, afirma que había un espacio «reservado» en los edificios colindantes para la Sociedad Velocipédica Zaragozana, patrona de la obra.

La entrada tenía un portal en el que se podía leer la nomenclatura que anunciaba el velódromo, ubicada en la entrada de lo que posteriormente se convertiría en un cine y que ahora, víctima de los tiempos que corren, reserva su espacio para un McDonald’s. Aunque la cadena de comida rápida estadounidense no ha sido la primera en ofrecer un servicio de restauración en el espacio. Tal y como relata Vázquez Astorga en su artículo, junto a la entrada había un restaurante, servido por el Lion d’Or, y que daba mesa tanto a ciclistas como a público por igual.

McDonald's en los antiguos cines Elíseos.

McDonald's en los antiguos cines Elíseos. / Rubén Ruiz

Poco a poco, la historia del velódromo fue evolucionando e incorporando novedades, como luces eléctricas entre los árboles que «sombreaban la entrada». Una mejora lumínica que también alcanzó al circuito y permitió celebrar veladas nocturnas. Con todo, el uso ciclista fue apagándose con el tiempo y, en 1923 se reformaron las instalaciones «para la realización de bailes, conciertos y sesiones de cine al aire libre», como cuenta Vázquez Astorga. Incluso los terrenos llegaron a ser un campo de fútbol durante los años 30.

Tras la guerra civil, se levantó un edificio de viviendas con un pequeño cine, el histórico Elíseos, que fue inaugurado igualmente el 22 de diciembre de 1944. Y así siguió hasta que, 70 años después, los cines bajaron la persiana. En ese momento, en 2014, se dijo que el motivo era para «adaptarlos a la digitalización», pero lo cierto es que nunca más regresaron.

En su lugar llegó un McDonald’s, que estampó su reconocida M amarilla en la fachada histórica en noviembre de 2021. Una nueva historia que tampoco ha estado exenta de sobresaltos, sobre todo por la caída del techo a los dos meses de abrir. Y vistos los antecedentes, quién sabe si los antiguos Campos Elíseos de Zaragoza han dicho su última palabra. 

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