Amaru, el restaurante de Zaragoza donde la comida de siempre se funde con lo exótico

La cocina española tiene motivos más que de sobra para estar entre las más reconocidas del mundo. La famosa dieta mediterránea es tan sabrosa como saludable y encandila a cualquiera que la prueba. No obstante, siempre es recomendable introducir alguna variación en los platos del día a día para que la comida no se vuelva aburrida. Para todo aquel zaragozano que quiera descubrir algo nuevo sin renunciar al Meditarráneo hay una solución: el restaurante Amaru.

Este establecimiento situado en la calle Mefisto de Zaragoza se dedica a la comida mediterránea con toques exóticos, en especial de Perú. Su chef, el zaragozano Adam Val, cuenta con una amplia experiencia en la cocina típica de este país sudamericano y sus platos, de alta calidad, buscan el equilibrio entre ambos mundos.

La historia de Amaru comienza cuando Val y Solange Bardales, su esposa y directora del restaurante, se mudan desde Madrid para iniciar una nueva empresa hostelera en la capital aragonesa. Su primer establecimiento recibe el nombre de Punto Gastronómico y se especializa en la fusión entre la cocina peruana y la japonesa.

"El primer año fue muy bueno, al ser la novedad", cuenta Bardales, "pero luego la gente solo venía para ocasiones especiales". Tras la pandemia, decidieron reconvertir su restaurante. Buscaron un modelo más económico, con platos del día a día, pero que todavía mantuviera la esencia inicial de su negocio. Así, Punto Gastronómico resugió transformado en Amaru, que recibe el nombre de un dios inca.

Entre sus platos más populares se encuentra el ceviche, que ya era su especialidad en Punto Gastronómico. También está el patacón (o tostón), el lomo salteado, el arroz cremoso al wok de marisco, la ensalada de burrata y el arroz de longaniza.

El restaurante sigue transformándose y añadiendo más elementos a su carta. A partir de 2025, planean contar con su propio menú del día y platos como el arroz a la llauna o la carne a la brasa.

Amaru confirma la calidad de la hostelería que existe en Zaragoza en el entorno de la plaza de los Sitios, una zona enfocada claramente a atraer comensales con ganas de disfrutar de grandes experiencias gastronómicas.