El Broquel, la taberna de Zaragoza en la que puedes comer canguro y otras carnes exóticas

Gallina trufada de Graus, brocheta de canguro o ensalada de codorniz son algunas de las raciones que puedes pedir en esta emblemática taberna de El Gancho

El Broquel, la taberna de Zaragoza donde puedes comer canguro y otras carnes exóticas.

El Broquel, la taberna de Zaragoza donde puedes comer canguro y otras carnes exóticas. / RUBÉN RUIZ

Zaragoza

No es poco habitual escuchar historias de sorprendentes modas culinarias en otros países, donde la propuesta gastronómica es completamente diferente y, a menudo, extraña para nosotros. Quienes hayan viajado desde España a Australia seguro que han visto el canguro como plato recurrente en sus cartas, al igual que les ocurrirá con la carne de cebra a quienes hayan pasado unas vacaciones en algunos países de África.

Sin embargo, si tienes la suerte de ser de Zaragoza o, por lo menos, de vivir cerca, no tendrás que viajar a ningún sitio para probar estos exóticos platos. El único lugar al que tendrás que desplazarte es al barrio de El Gancho, en el que esta acogedora taberna prepara recetas con estas carnes y con muchas otras más, siempre acompañadas de una gran oferta enológica.

Se trata de la taberna El Broquel, un bar que Lucio Lanzan y su socio Narciso abrieron en el año 2010 en la calle Broqueleros. Lucio, actual dueño de la taberna desde que Narciso se jubiló, explica que la idea inicial era la de compaginar las horas en el bar con su trabajo por las mañanas: “Mi socio y yo pensamos en un negocio de tarde en El Gancho. Empezó como un bar de vinos”.

Este bar de vinos y tapas con carácter está situado en el barrio de El Gancho.

Este bar de vinos y tapas con carácter está situado en el barrio de El Gancho. / RUBÉN RUIZ

Más de 200 referencias en vinos

Si algo llamó la atención a los clientes desde los primeros instantes de apertura de esta taberna fueron sus novedosas raciones. Según comenta Lucio, aunque naciera como un bar de vinos, pensaron desde el principio en esta particular propuesta: “Yo había trabajado como cocinero con carnes exóticas. Empezamos ya con algunas, como brocheta de canguro, cebra o bisonte”.

No obstante, aunque este sea el principal aliciente para atraer a los zaragozanos más curiosos, la amplia oferta en vinos sigue siendo una de las prioridades de la taberna. “Servimos raciones y tapas con carnes de canguro, cocodrilo o avestruz, entre otras; pero también tenemos más de 200 referencias en vino”, indica Lucio.

Manitas de cerdo o gallina trufada: “El negocio te marca la línea”

La gallina trufada de Graus, las tapas con berenjena y tocino, o la ensalada de codorniz, son algunas de las raciones que más gustan a los clientes habituales de El Broquel. Aunque también podemos encontrar tapas recurrentes en la hostelería española, como ensaladas, carpaccios, casquería o manitas de cerdo. Además, en lo que a platos inusuales se refiere, explica Lucio que en los últimos años se han visto obligados a reducir sus opciones: “Ahora, por algunos grupos, hay animales que no podemos traer. El negocio te va marcando la línea”.

Las dificultades de buscar trabajadores

Lo que mayores quebraderos de cabeza la ha provocado a Lucio ha sido la dificultad, como tantos hosteleros, para encontrar profesionales en el sector: “Buscar a gente es una locura. La inversión en tiempo y esfuerzo para encontrar trabajadores es mucha”. Esta situación obliga tanto a Lucio como a su mujer a hacer muchas más horas de las que corresponden a una jornada normal: “Somos cinco en plantilla, pero ahora estamos tres. Yo hago 14 horas al día”, confiesa.

Junto a las clásicas tapas y raciones, el local ofrece otras elaboradas con carnes exóticas.

Junto a las clásicas tapas y raciones, el local ofrece otras elaboradas con carnes exóticas. / RUBÉN RUIZ

Para El Broquel, este no es un problema de ahora, sino que hace meses que se ven en esta tesitura: “Llevamos desde agosto en esta situación. Yo ahora mismo no estaría aquí si tuviera personal. Estar tan sujetos a la falta de personal es lamentable”. Y es que el problema que supone esta falta de profesionales va más allá de las horas dedicadas para un dueño que empieza a pensar en otras cosas: “Queremos ir dejándolo. Estamos más que contentos a la hora de facturar, pero empieza a primar nuestra salud. Se nos va la vida en esto”, concluye.

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