El barrio Oliver respira ante la paralización de los desahucios, pero no canta victoria: "Solo hemos ganado una batalla"

El Gobierno municipal celebra la decisión del ‘banco malo’

Zaragoza

«Madre mía. No sabes la alegría que me di cuando me llamó el abogado y me lo dijo. Ni te lo imaginas», dice Vero García. Ella es una de la veintena de vecinos del zaragozano barrio del Oliver que hace unas cuantas semanas recibió una carta del juzgado informándoles de la fecha para su desahucio. El pasado miércoles, tras la contestación social que ha provocado este caso, la Sareb, propietaria de los pisos, informó de que paralizaba los lanzamientos para ponerse en contacto con las familias y analizar cada caso. Los inquilinos siempre pagaron sus rentas, pero las deudas del anterior dueño de los inmuebles derivaron en esta situación. «Por el momento hemos ganado una batalla, pero nos queda ganar la guerra», dice otro de los vecinos llamados a dejar sus casas, Pedro Moreno.

Los desahucios estaban programados para los días 26 y 28 de marzo y 2 de abril. Afectaban a tres bloques de viviendas situados en las calles Pedro Porter, Miguel Artigas y Obispo Paterno. Hasta la fecha de la comunicación del lanzamiento, nadie se había puesto en contacto con ellos para comunicarles que iban a ser desalojados. Y la Sareb, en contra de lo que establecen sus protocolos, no se entrevistó con las familias para conocer si hay casos de vulnerabilidad entre la veintena de personas que vive en estos pisos, en algunos casos desde hace 15 años.

Las víctimas, que se han puesto en manos del abogado Francisco Javier Antoranz, celebran ahora la decisión de la Sareb de paralizar los desahucios. Desde la entidad, participada por el Estado en más de un 50%, informan de que van a visitar, ahora sí, a las familias, para conocer sus casos. A los que sean considerados vulnerables se les ofrecerá un alquiler social. Y al resto, la compra preferente de sus viviendas.

Pedro Moreno es otro de los vecinos que la Sareb quería desalojar del edificio. Está jubilado, tiene 74 años y vive con su mujer, de 72. Él ha sufrido tres trombos y su mujer tiene una enfermedad que le provoca que, «entre dos y tres veces al día, se desoriente y no sepa dónde está». «Llevamos aquí desde 2010. Hemos pagado religiosamente todos y cada uno de los recibos y, de la noche a la mañana, nos dijeron que nos teníamos que ir a la calle. Esa carta cayó como una jarra de agua fría en los vecinos», recuerda Moreno.

«Cuando vengan (de la Sareb) nos entenderán si tienen corazón», dice otra vecina

Ahora, una vez que la Sareb ha paralizado los desahucios, Moreno reconoce sentir alivio. Eso sí, advierte este vecino, «por el momento solo hemos ganado una batalla, pero nos falta ganar la guerra. Ahora tenemos un gramo de esperanza más que antes, pero todavía no sabemos cómo acabará todo esto», dice el señor, todavía algo incrédulo.

También respira tranquilo David Hernández, un vecino «de toda la vida» del barrio Oliver que, desde 2015, reside en el número 12 de la calle Obispo Paterno. Lo hace junto a su mujer, dos hijos de diez y de cinco años y un bebé de tres meses, una familia al completo que se ha visto en «un callejón sin salida» con el inminente desahucio del que ha sido su hogar en los últimos diez años hasta que la Sareb ordenó este miércoles la paralización de los lanzamientos. «Esto nos da un aliento muy grande, nos da esperanza, tranquilidad y un empujón para seguir adelante porque no es justo verte en estas circunstancias», cuenta David en declaraciones a este diario.

Se trata de una situación con la que ha lidiado en casa a lo largo de los últimos meses y para la que ha tenido que encontrar cualquier tipo de excusa al encontrarse en un limbo legal. «Mi hijo mayor lo ha pasado peor porque sus compañeros del equipo de fútbol le preguntaban qué iba a pasar y yo le mentía para darle tranquilidad», recuerda este vecino. «Mi familia me ha enseñado unos valores y nunca he dejado de pagar aunque haya pasado por circunstancias adversas. Muchas veces me he quitado de comer para poder pagar», añade.

Junto a él también respira aliviada su hermana al residir en otro de los pisos que se iba a desahuciar, en su caso, en el número 24 de la calle Pedro Porter. «La pobre tiene obesidad mórbida, es madre soltera y está súper enferma… ¿a dónde íbamos a ir?», se pregunta David. «Hemos nacido en el barrio, mis hijos han nacido ya en este piso. Somos de aquí de toda la vida y mi abuelo ya fue alcalde del barrio hace 50 años. ¡Tenemos todas las raíces aquí!», exclama.

«Mi hijo mayor lo ha pasado peor porque sus compañeros le preguntaban», dice uno de los afectados

Vero García estaba en una situación parecida. La semana pasada ya contaba en declaraciones a este diario que, en caso de que el desahucio se consumara, no tenía donde ir porque sus padres viven en otro de los pisos que iban a ser desahuciados. Y su hermana, en otro. «Era una injusticia muy grande», repite. Ahora, asegura, colaborará con la Sareb para dar a conocer su situación. «Que vengan cuando quieran. Cuando vean lo que hay aquí nos entenderán si tienen corazón», dice.

La noticia de la paralización de los desahucios también fue ayer celebrada por el Gobierno municipal al frente del Ayuntamiento de Zaragoza. El concejal de Urbanismo y portavoz del equipo de Chueca, Víctor Serrano, pidió la semana pasada sensibilidad a la Sareb para solucionar el problema de estos vecinos del Oliver y pidió la paralización de los desahucios. Y ayer, Serrano celebró la noticia y agradeció la colaboración del conocido como banco malo. «Como Gobierno no entendíamos como una sociedad pública, participada por el Estado en un 50,43%, podía tomar una decisión de ese tipo. Pero le quiero dar las gracias al presidente de la Sareb (Javier Torres) porque ha sido sensible», exclamó. Según desveló Serrano, este pasado miércoles mantuvo una conversación «larga y cordial» con el directivo de la entidad. 

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