Manuela Tena dice adiós al bar Don Policarpo de Zaragoza: "Ojalá pudiera seguir así"
El restaurante situado en el barrio de La Magdalena se traspasa por jubilación tras más de 25 años como referente de la cocina tradicional en la ciudad

Manuela Tena dice adiós al bar Don Policarpo de Zaragoza: "Ojalá pudiera seguir así" / Laura Trives

El Don Policarpo, un bar mítico de La Magdalena de Zaragoza, busca relevo. Sus propietarios Manuela Tena y Miguel Ángel Ramírez se jubilan tras más de 25 años al frente de un establecimiento que se ha hecho muy popular entre los trabajadores y turistas de la zona por sus tortillas de patatas y sus platos de gastronomía tradicional. Una esencia que su dueña espera que mantenga quien tome las riendas del negocio. “A mí no me importa quedarme más tiempo para enseñarles. Me gustaría que siguiera siendo como hasta ahora, porque es un clásico del barrio”, cuenta Manuela.
Ubicado en el Coso 144, el bar Don Policarpo abrió sus puertas en 1998 con Manuela y Miguel Ángel al frente. En este tiempo, el restaurante se ha convertido en un referente de la cocina de siempre en la ciudad, famoso por sus deliciosas tortillas de patata pero también por sus chipirones encebollados o sus jarretes con alcachofas. Guisos de toda la vida que hacen las delicias de sus comensales.
“Hay mucha gente que viene a Zaragoza y viene de propio a probar nuestras tortillas. Somos famosos en la ciudad y fuera”, admite Manuela. Las paredes del bar dan cuenta de la fama que atesora el establecimiento, con muchos personajes ilustres que han pasado por su barra como Joan Manuel Serrat, Ander Herrera, Víctor Fernández, Canco Rodríguez, Aitor Luna o Juan Echanobe, quien “pasó por la puerta y se quedó sorprendido de ver tanta gente en la terraza comiendo tortilla, así que entró”, recuerda la cocinera.
Cocina casera hecha "con mucho cariño"
Para Manuela, el secreto para mantenerse al pie del cañón durante todo este tiempo, además de su cocina casera sin artificios, "hecha con mucho cariño", ha sido sobre todo “moverse, no estarse quietos e ir haciendo cambios”.
El Don Policarpo ha pasado por “dos crisis gordas y una pandemia". Aunque esta última supuso un mazazo para la mayor parte de los negocios de hostelería, según Manuela, en su caso “fue para bien”. “Cambiamos el chip, empezamos a trabajar sobre todo tortillas de patatas y picoteo en barra: chipirones, anchoas, croquetas... y las comidas solo por encargo, con los platos que el cliente pida”, explica.
Esta fórmula les ha funcionado “muy bien” y, desde el pasado mes de enero, el Don Policarpo abre solo de lunes a viernes y cierra el fin de semana. En esta decisión también han influido los problemas de salud de sus dueños. “Estas Navidades, a mi marido le dio un amago de infarto, y yo llevo los brazos destrozados de hacer tantas tortillas”, se lamente la cocinera, de origen extremeño, que ha sabido imprimir el carácter de su tierra a muchos de los platos del restaurante, como sus migas o el cocido, "diferentes a los del resto de la ciudad".
Aún con todo, Manuela asegura que tal y como están las cosas ahora, pueden aguantar un tiempo. Todo ello con el objetivo de dejar el bar en las mejores manos. “Me gustaría que quien venga siga con la misma línea. Ójala pudiera seguir así”, indica la mujer, que cuenta cómo gente que tiene restaurantes en otras ciudad como Bilbao le han escrito para venir a comer antes de que su marido y ella se jubilen y den el adiós definitivo al Don Policarpo. “Es toda una satisfacción”, concluye.
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