Zaragoza ha impulsado la renovación de 30 quioscos-bar a costa de la uniformidad... y alguna que otra polémica

Del total, once puestos han acabado en manos de grandes grupos hosteleros

Restaurante Roto en el Parque Grande.

Restaurante Roto en el Parque Grande. / Laura Trives

Iván Trigo

Iván Trigo

Zaragoza

La renovación del paisaje urbano ha sido una de las apuestas del PP desde que llegó al Gobierno municipal de Zaragoza en el año 2019. Dentro de esta estrategia, la reapertura y modernización de los quioscos de la ciudad ha tenido un protagonismo importante. En los últimos cinco años, el consistorio ha impulsado la licitación de hasta 30 de estos puestos que funcionan como bar o restaurante , siendo la reconversión de los quioscos del parque José Antonio Labordeta la más sonada con La Tagliatella como adalid. Sin embargo, en todo este proceso no todo ha sido de color de rosa, puesto que esta transformación ha supuesto también la homogeneización de la oferta hostelera en las calles de la capital aragonesa. Del total, 11 negocios (más de un tercio) han acabado en manos de grandes grupos de hostelería que, en algunos casos, han acabado apostando por las franquicias para darle vida a estos cenadores de antaño de carácter muy familiar.

De los 30 puestos licitados, varios han sido demolidos y construidos desde cero, como es el caso del puesto del paseo Sagasta (ahora convertido en un kebab chic) y tres de los del Parque Grande. Gustos aparte, esto ha traído consigo la renovación de la escena urbana y la inversión de cientos de miles de euros por parte de empresas en la mejora de los equipamientos de la ciudad , aunque la polémica también ha sido una de las constantes que han acompañado a todas estas obras.

Quiosco de Macanaz, cerrado.

Quiosco de Macanaz, cerrado. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

El último capítulo de esta historia se está dando estas semanas. Desde Zaragoza en Comúnhan denunciado «posibles irregularidades» en la tramitación de un expediente sobre la reapertura del quiosco situado en el parque Pignatelli, en la zona más próxima al paseo Sagasta. Este bar, adjudicado al empresario Juan Forcén a través de la compañía Martipán, debería incluir según se comprometieron en el proceso de licitación, una zona recreativa de juegos infantiles. Sin embargo, el primer proyecto de obras que se aprobó no contenía nada de esto.

Es por ello que desde ZeC pidieron paralizar la tramitación del expediente. El Gobierno municipal se ha abierto a repasar los pasos que se han dado hasta ahora, sin embargo desde la formación han mostrado su preocupación «por el funcionamiento del área de Urbanismo bajo el Gobierno del PP».

Según constata ZeC en base a los propios expedientes municipales, en el proceso no se han respetado los plazos marcados por la propia Administración. «Han pedido prórrogas para trámites que son improrrogables, han presentado subsanaciones más tarde de lo permitido y existe un informe del servicio de Parques y Jardines que pone de manifiesto que no existe el visto bueno por parte de la comisión de Patrimonio», algo preceptivo ya que las zonas verdes son considerados lugares de especial protección.

Por todas estas cuestiones, desde ZeC plantean pedir una comisión de investigación, un asunto que ya estuvo encima de la mesa en el mandato anterior, cuando PSOE, Podemos y Zaragoza en Común denunciaron las «presuntas incongruencias e irregularidades» y «posible trato de favor» hacia Juan Forcén con la concesión de la licencia de derribo de otro de los quioscos que se ha adjudicado.

La Tagliatella del Parque Grande.

La Tagliatella del Parque Grande. / Laura Trives

No obstante, estas no son las únicas irregularidades. Según desveló esta semana el concejal Suso Domínguez en la comisión de Hacienda, los técnicos de la Oficina de Gestión del Espacio Público han constatado que en los quioscos del Parque Grande (cinco de los seis están en manos de Forcén) «no se han implantado las actividades obligatorias» establecidas por los pliegos, que no eran otra cosa que la puesta a disposición de los clientes de prensa, libros, juegos de mesa y alquiler de hamacas. «Están previstas más inspecciones esta primavera», rezan los técnicos. Esto demuestra, lamentó Domínguez, que los quioscos han perdido su esencia y se han convertido en una extensión de las franquicias en las avenidas y parques de la ciudad.

De los 30 puestos licitados en los últimos años, siete los gestiona Forcén a través de tres empresas diferentes. Otros cuatro están en manos del grupo Hostelería Costa 14 y otros dos los lleva Bares y Detalles. El resto sí que están en manos de particulares.

En este proceso, no obstante, también han quedado desiertos algunos contratos, como el de la gestión del quiosco del parque Torre Ramona (en dos ocasiones) y otro en La Cartuja. Al mismo tiempo se han cerrado otros por impagos, como el del embarcadero de la Expo.Otros puestos siguen a la espera de su apertura, como ocurre con muchos situados a lo largo de toda la ribera del Ebro. Justo esta semana ha vuelto a licitarse la explotación del quiosco de Vadorrey y del que hay en el parque Bruil, que también cerró por no pagar el canon al ayuntamiento. 

Intento fracasado en Independencia

Una de las apuestas de la concejalía de Servicios Públicos del Gobierno municipal durante el mandato anterior, con Natalia Chueca entonces al frente del área, fue la reapertura de los quioscos de prensa del paseo Independencia. Los planes del ayuntamiento, eso sí, pasaban por transformar la actividad de estos puestos. Solo uno de los seis que hay (el de la plaza España) volvió a adjudicarse para vender periódicos y, curiosamente, este es el único que nunca ha cerrado y que sigue abierto. El resto se pensaron para vender objetos de artesanía, cafés, chuches, recuerdos e incluso churros, pero a pesar de que el consistorio llegó a otorgar estas concesiones, jamás han subido la persiana.

Quiosco del paseo Independencia que iba a ser una churrería.

Quiosco del paseo Independencia que iba a ser una churrería. / IVÁN ANADÓN

El problema es que los planes que diseñaron desde el área de Servicios Públicos se toparon con la normativa municipal en materia de Urbanismo y salidas de humos, puesto que el quiosco que iba se iba a convertir en una churrería, situado justo en frente de El Corte Inglés de Independencia, está demasiado cerca de los edificios como para poder contar con una chimenea. Eso paralizó todo el proceso, iniciado hace ya cuatro años y, a pesar de las preguntas de este diario al Ayuntamiento de Zaragoza, no hay constancia de que se hayan producido movimientos para tratar de reabrir estos puestos en el paseo más icónico de la ciudad.

Tracking Pixel Contents