Los afectados por el desalojo en la plaza de La Magdalena: "¿Dónde he dormido hoy? En la calle"
Los bomberos han sacado este jueves las pertenencias de las personas desalojadas

El propietario de un bar explica a los bomberos dónde están sus pertenencias. / EL PERIÓDICO

Mientras los bomberos trabajaban, decenas de personas se han agolpado a las puertas de los edificios desalojados en la plaza de La Magdalena en Zaragoza. Eran los vecinos del bloque okupado en el número 72 de la calle Mayor y los del número 147 del Coso Bajo, a los que la Policía Local ha estado tomando los datos antes de proceder a retirar los enseres de primera necesidad de sus casas.
Por motivos de seguridad, solo han accedido al interior de las viviendas y los locales desalojados los bomberos. Previamente, los vecinos les han explicado dónde se encontraban sus pertenencias y cómo encontrarlas. Los bomberos avisaban de que solo iban a recoger documentación, bienes necesarios para trabajar como ordenadores, dinero y medicinas. Pero nada más.
"No pudimos llevarnos ropa", explicaba en declaraciones a este diario José Gabarre, uno de los vecinos del 147 del Coso Bajo. "Todavía no nos han dicho cuándo podremos volver, nos irán avisando. Estamos en casa de unos familiares pero es muy incómodo porque estamos mucha gente, pero al Albergue, con los niños pequeños y mi mujer embarazada, no queremos ir", añadía el hombre, que ha acudido al asistente social. "Me han ofrecido un colchón y un somier, pero nada más", lamentaba mientras permanecía atento a las órdenes de los bomberos.

Un vecino recoge su ordenador de manos de los bomberos. / EL PERIÓDICO
Alex y Paco dormían en el edificio okupado que se va a derribar tras ser declarado en ruina inminente donde la semana pasada encontraron a un hombre sin vida. "Estábamos unas 20 personas ahí", contaban los dos. "¿Dónde he dormido hoy? En la calle", dice. Fuentes del Ayuntamiento de Zaragoza han matizado que a todas estas personas se les ofreció un sitio donde dormir, pero hubo algunas que lo rechazaron.
Paco, el mayor de ambos, añadía además que en este tiempo "nunca" han escuchado nada sobre las grietas e iba más allá. "Esto les ha servido como excusa para desalojarnos rápido después de que apareciera el chico muerto. A la constructora le viene al pelo", especulaba.
Y es que en el solar de al lado del inmueble que se va a derribar -cuya fachada debe mantenerse- se va a levantar un edificio de nueva construcción que albergará pisos de alto standing y que contarán con piscina en la última planta. Los áticos que quedan a la venta cuestan entre 350.000 y 380.000 euros. "Ahora nos quitan del medio", decía el hombre.

Bomberos, policía y vecinos, a las puertas de los edificios desalojados. / EL PERIÓDICO
Talita de Fátima Bisco es voluntaria de la Asociación de Mujeres Brasileñas y se encargaba de asistir a las personas que vivían dentro del edificio que se va a derribar tras la aparición de esa grieta. "Aquí dormían hasta 25 personas todas las noches y hoy se han tenido que ir a los porches del edificio Trovador, en el entorno del parque Bruil. El ayuntamiento les dijo que podían ir al Albergue pero estaba todo completo. No tienen otra alternativa que dormir en la calle y hay gente que todavía tiene sus pertenencias dentro porque alguno no sabe español y ayer no entendieron que les echaban de ahí para siempre", denunciaba. "Hay personas que tienen sus medicinas dentro", añadía.
Además de viviendas, también hay dos negocios afectados por los desajolos. Ahmed es el propietario de la frutería del Coso que ha tenido que cerrar. Todavía no sabe cuándo podrá reabrir. "Me han dicho que no van a entrar a por la fruta porque es peligroso y no merece la pena arriesgarse, así que damos todo por perdido. Mi mujer y yo vivimos de ese negocio", explicaba. El hombre habló ayer con el seguro de su tienda, pero le comunicaron que si los daños proceden del inmueble aledaño, es la aseguradora de ese bloque la que debe hacerse cargo. "No sé qué vamos a hacer", añadía.

El propietario del bar Ambay mira al interior de su local, cerrado. / EL PERIÓDICO
Entre el gentío ha aparecido también Gloria, una vecina de 82 años que lleva más de 60 años viviendo en la zona. "¿Qué ha pasado?", preguntaba. "Venía a comprar aquí unas borrajas y unas judías verdes pero he visto que está cerrado. Me gusta comprar aquí para ayudarles. Las grandes superficies ya tienen todo ganado", explicaba la mujer, que recordaba que hace unos meses, el pasado verano, ya desalojaron un edificio en el Coso, el del Solar del Conejo, que tuvo que ser derribado tras un incendio. "A ver si la próxima va a ser mi casa", decía mientras observaba a los bomberos sacando enseres de las viviendas.
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