Zaragoza vive un frío y emotivo Martes Santo entre lágrimas y oraciones a los enfermos

La procesión de Las Lágrimas recorre la ciudad y deja uno de los momentos más especiales de la Semana Santa frente al hospital Miguel Servet

Zaragoza

Ha sido pasión lo que se ha respirado en la noche de este Martes Santo en Zaragoza que, protagonizada por la procesión de Las Lágrimas, ha dejado a su paso por el hospital Miguel Servet uno de los momentos más emotivos de esta Semana Santa. Y es que la Virgen del Descendimiento de la Cruz, cuya talla cumple ahora 75 años, se ha vuelto a encargar de repartir esperanza y orar para los enfermos ante la mirada expectante de decenas de aragoneses y visitantes que la han acompañado en su recorrido por la capital aragonesa. No ha importado que chispeara ni tampoco la bajada de las temperaturas, pues la emoción de los cofrades morados y blancos ha dominado la ciudad.

Son las 21.00 horas y la procesión de Las Lágrimas está concentrada en las puertas del colegio El Salvador (Jesuitas). Silva el viento y zaragozanos y visitantes aguardan expectantes a la salida de los primeros cofrades. "¿Nos quedamos aquí o veremos mejor allí?", duda una pareja que, un minuto después, ve salir por las puertas del centro a las primeras túnicas moradas y blancas. Se sonríen entre ellos y el silencio es cada vez mayor. El ruido de los tambores, todavía bajito, se alza por encima de las voces.

Minutos más tarde, y tras una primeras gotas de lluvia que no preocupan ni a cofrades ni a espectadores, suena la primera jota. Los golpes de los tambores la proceden, ahora ya fuertes en su inicio de camino hacia el hospital Miguel Servet. 

Cerca de las 21.30 horas, los más pequeños empiezan a gritar y emocionarse al ver aparecer por la calle del Padre Arrupe los capirotes blancos. "¡Vienen los fantasmas!", dice uno entre risas. Suenan fuerte los bombos y se alzan los móviles, que tratan de hacer fotos aguantando el frío cada vez más intenso. Las ventanas del Miguel Servet se iluminan y por ellas asoman los pacientes del hospital, que miran atentos la procesión. 

A la llegada de los primeros cofrades a las urgencias del hospital, se hace el silencio. Los tambores vuelven a resonar minutos después y continúan su recorrido hasta las puertas del Miguel Servet, donde ya hay decenas de personas esperando a la llegada de la procesión. De las barandillas laterales que delimitan la parada del tranvía cuelgan flores, y la Virgen, rodeada de flores moradas y blancas, deja una emoción visible entre los zaragozanos.

Es entonces cuando comienza una de las cinco predicaciones -El Salvador, La Salle, Santa Engracia, Coso y plaza del Justicia, una por cada lágrima que recorre las mejillas de la Virgen del Descendimiento- que se pronunciarán a lo largo de la noche. Al término de la oración se alzan las voces de Ana Iguarbe y Blas Rando, que cantan una jota a la Virgen mientras los enfermos del Miguel Servet asoman sus cabezas por las ventanas del hospital.

Entre el morado y el blanco de las túnicas de los cofrades se dejan ver también las batas blancas y los pijamas azules y verdes de los profesionales sanitarios que también acompañan a la procesión en este Martes Santo. A las puertas del hospital, la calma vuelve a reinar, y los tambores guardan un respetuoso silencio por los enfermos.

Con la emoción a flor de piel, la procesión continúa su camino y recorre, acompañado de los ojos atentos de zaragozanos y visitantes, las calles del centro. Superada la 01.30 am, los fuertes tambores se acercarán a la iglesia de Santa Isabel de Portugal (San Cayetano) y harán retumbar la plaza del Justicia de Zaragoza, en lo que representará una despedida a la Virgen del Descendimiento. Es Martes Santo y en la capital aragonesa reina la pasión.

Tracking Pixel Contents