'Zaragozeando' en los antiguos juzgados del Pilar: 12 años sin pasar página

EL PERIÓDICO ha accedido al interior de los antiguos juzgados de la plaza del Pilar en el que se construirá el Centro Goya.

Antiguos juzgados de la plaza del Pilar.

Antiguos juzgados de la plaza del Pilar. / LAURA TRIVES

Iván Trigo

Iván Trigo

Zaragoza

Hay un calendario en el suelo abierto por el mes de junio del año 2012. El día 18 está rodeado. Debajo pone: Médico ojos. Este es uno de los pocos vestigios que quedan dentro del edificio de los antiguos Juzgados de la plaza del Pilar del trabajo de los últimos funcionarios que habitaron el lugar, un espacio que abandonaron en 2013 para trasladarse al recinto de la Expo. Este inmueble, proyectado en los años 60 por el arquitecto Regino Borobio, cumple con los preceptos de los edificios de la época: sobriedad y funcionalidad. De los 10.000 metros cuadrados con los que cuenta, unos 3.000 ya tienen un plan diseñado para devolverle a la vida: el Centro Goya, que ocupará el ala este.

EL PERIÓDICO ha tenido acceso a esta zona del edificio que se va a reconvertir en un centro de interpretación de la obra del pintor aragonés. Con cinco alturas, cada planta se estructura entorno a un ancho pasillo a cuyos lados se sitúan los despachos y las salas de vistas donde los magistrados impartían justicia hasta hace poco más de una década.

Hoy en día, las salas están desprovistas de mobiliario. Solo queda alguna silla acumulando polvo. El suelo, de piedra noble, está marcado con huellas de botas de obra, lo que da cuenta de los trabajos que se han desarrollado en los últimos meses para preparar el edificio para su reconversión.

En las paredes, además de calendarios anclados en el pasado, también hay marcas realizadas en rosa fosforito para señalar los puntos en los que se ha tenido que abrir la pared para comprobar el estado de la estructura de la construcción. Esos agujeros están presentes en todas las plantas y han servido para constatar que el esqueleto del edificio es sólido.

Estado de las salas

Por dentro, las salas nobles se diferencian de las que tuvieron un uso puramente administrativo por el uso de materiales nobles: hay habitaciones en las que la madera recubre los tabiques, mientras que otras lucen al descubierto. La mayoría serán demolidas para crear un espacio diáfano.

Por fuera, el edificio está en sintonía con el resto de construcciones de la plaza, una cuestión que no es casualidad. Tiene la misma altura que las edificaciones colindantes. Fue el propio Regino Borobio quien diseñó, durante la guerra civil, el aspecto que debía tener la plaza del Pilar según los preceptos de la arquitectura franquista. Y fue él mismo quien, décadas después, proyectó este inmueble destinado a acoger los juzgados de la ciudad.

Cada planta, eso sí, cuenta con un tipo de ventana diferente, haciéndose las aberturas más pequeñas conforme se gana altura, lo que hace que dentro sean mucho más luminosas las plantas 2 y 3 que la 4 y la 5 que, por otro lado, son las que tienen mejores vistas a la plaza del Pilar y la basílica.

La cubierta es la parte del edificio que más se transformará. En la actualidad hay una buhardilla compuesta por tabiques situados en paralelo separados por menos de un metro de distancia que crean un espacio singular y que se usó como archivo de los juzgados. Allí quedan los carteles que indicaban dónde se guardaba cada documento. En estos 12 años, la suerte de los antiguos juzgados ha sido también que la fauna no haya conseguido habitarlo, porque esa podría haber sido la diferencia entre tener un edificio vacío de uno lleno de suciedad. Pero no ha sido así y estas paredes se preparan ya para acoger su próximo propósito y permitir que vuelvan a pasarse las páginas de los calendarios que de ellas cuelguen. 

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