Personas sin hogar duermen en la sala de espera del hospital ante una situación límite

Voluntarios de Bokatas han visitado durante casi un año a cerca de veinte hombres que pasaban la noche en el Servet para protegerse del frío y sentirse seguros. Finalmente, el hospital tuvo que tomar medidas a finales de febrero

Pertenecias de una persona sin hogar, en la calle, en una imagen de archivo.

Pertenecias de una persona sin hogar, en la calle, en una imagen de archivo. / Adrián Irago

Zaragoza

Mediados de abril de 2024. Un grupo de voluntarios de la asociación Bokatas de Zaragoza, que acompaña a personas sin hogar en la ciudad, conoce a B. Es un hombre que, desde hace unos días, duerme en la sala de espera de Urgencias del hospital Miguel Servet. Al igual que él, cerca de otras 13 personas pasan la noche allí para protegerse de las inclemencias del tiempo. Casi un año después, en febrero de 2025, el hospital toma medidas: ya son cerca de 20 las personas desamparadas que pernoctan allí y la situación es insostenible.

Es Juan, voluntario de Bokatas, quien explica el desarrollo de los hechos: «Ellos nos contaron que la lluvia, el frío, el viento, etc. les obliga a buscar sitios donde pasar la noche resguardados y no a la intemperie». Él forma parte del grupo de voluntarios que durante un año se ha encontrado todas las semanas con las personas sin hogar que dormían en el Servet para ofrecerles un bocadillo y, sobre todo, una conversación. «A raíz de hablar con ellos te das cuenta de que hay otras razones además del clima que les llevan a quedarse allí, como la seguridad, el estar en una zona protegida con cámaras», comenta. Y añade: «Aunque pueda sorprender, hay violencia y robos a la gente que vive en la calle».

Juan reconoce que «todos» se han preguntado por qué pernoctaban ahí. «Es realmente incómodo. Son sillas de plástico y no podían tumbarse, por lo que tenían que dormir sentados», señala. Además, pasaban la noche con la ropa de calle y las zapatillas puestas, lo que genera heridas en la piel, ampollas en los pies y otras lesiones físicas.

Al principio, hasta él mismo admite haber planteado otras opciones como El Refugio o El Albergue pero, afirma, «es muy complicado». «Antes de estar en Bokatas también pensaba en por qué no dormían en estos lugares, y es normal pensarlo, pero la realidad es diferente. Al hablar con ellos te das cuenta de que hay gente que quiere estar en estos sitios pero que no les resulta posible». Juan menciona la falta de plazas, pero también casos particulares de dificultades en la convivencia o de personas que sienten coartada su libertad al no poder hacer vida independiente.

El voluntario explica que también hay quienes «encuentran algún refugio temporal como la casa de un amigo, un trastero o un garaje», pero son medidas puntuales.

Juan afirma que no siempre es fácil comprender la situación, y recuerda una anécdota de ese primer día en el que acudieron a conocer a las personas que dormían en el Servet: «Yo era el voluntario de más edad, así que el celador y la guarda de seguridad del hospital me preguntaron que por qué les dábamos comida, que así hacíamos que quisieran estar en esa zona en la que no debían estar». Su respuesta, cuenta, fue la siguiente: «Les comenté que estábamos ahí porque ellos estaban ahí, no al revés, y que, si no íbamos a llevarles el bocata, la fruta y el caldo, iban a pasar esa noche sin comer».

Le comprendieron entonces, pero también le animaron «a quedar con estas personas en otra zona». Así, en vez de en la puerta, empezaron a verse frente a las urgencias, donde cada martes y jueves se reunieron con ellos para darle el bocata y conocer, además, cómo evolucionaba cada uno. Esta práctica se repitió hasta febrero de 2025, cuando las personas sin hogar del hospital contaron a los voluntarios que ya no podrían pasar las noches en el Servet.

Cambio de situación

Según indican fuentes del Servet, había cerca de 20 personas que pasaban la noche en las urgencias y algunas de ellas hacían «un mal uso de las instalaciones», lo que les hizo tener que tomar medidas como poner a una persona de seguridad por la noche que previniera este tipo de comportamientos. Las mismas fuentes explican que ese personal de seguridad «informó a las personas que hacían mal uso de las instalaciones de que no podían seguir haciéndolo, y se les informó de otros recursos que podían ayudar a paliar su situación».

Medidas de actuación en el Servet

Cerca de 20 personas sin hogar han pasado la noche en la sala de espera de las Urgencias del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza durante casi un año. Sobre el pasado mes de febrero, desde el hospital tuvieron que tomar algunas medidas de actuación porque el número de gente que pernoctaba allí era cada vez mayor y el uso que se hacía de las instalaciones no era correcto, lo que dificultaba un correcto desarrollo de la atención hospitalaria urgente en el centro.

Fuentes del hospital Miguel Servet de Zaragoza señalan cuáles fueron las medidas que se tomaron para evitar esta situación: «Se eliminó mobiliario que permitía a esas personas esconderse en zonas donde el personal no podía verles, como por ejemplo biombos que no eran necesarios; se colocó cartelería en las zonas afectadas, y se puso a una persona de seguridad en horario nocturno que previniera este tipo de comportamientos que dificultan el correcto desarrollo de la atención en urgencias en el hospital.

Además, según sostienen las mismas fuentes, ese personal de seguridad «informó a las personas de que hacían un mal uso de las instalaciones y de que no podían seguir haciéndolo». Así mismo, señalan que estos trabajadores les informaron de otros recursos sociales a los que podrían recurrir para paliar su situación.

Ya a comienzos del mes de marzo, un enfermero del Servet hacía referencia «la falta de mecanismos ágiles para abordar situaciones de vulnerabilidad social» en un comunicado en el que denunciaba que el servicio de urgencias iba «a la deriva». El profesional sanitario explicaba que se encontraban «pacientes reincidentes» que acudían allí «en busca de refugio ante su situación de desamparo», una situación difícil ante la que no existía un protocolo específico. «Son personas que no necesitan asistencia médica, sino social. Pero en los centros hospitalarios somos casi todo médicos, enfermeros, auxiliares... », subrayaba. 

Los propios voluntarios de Bokatas, y también muchas de las personas que pernoctaban ahí, eran conscientes de que la situación era insostenible, pues el número de gente era cada vez más alto y no todo el mundo era respetuoso. Según cuenta Juan, ya desde finales de enero el clima era algo desfavorable. «Las cosas en el hospital siguen tensas debido a la gran cantidad de personas sin hogar que hay», decía el 11 de febrero en un WhatsApp que envió a sus compañeros.

Así, tras conocerse este cambio de escenario, los voluntarios acordaron un nuevo lugar de encuentro con las personas sin hogar para seguir visitándolas y acompañándolas. Juan cuenta que estas buscan ahora soluciones de alojamiento, aunque «las semanas lluviosas se les han hecho muy cuesta arriba». «No hay día que no nos pidan un saco de dormir porque pasan frío», señala el voluntario, y lanza un mensaje de auxilio: «El problema persiste y creo que la administración, con el presupuesto que maneja, podría hacer más para buscar una solución». 

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