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¿Por qué se apuesta por renaturalizar Zaragoza?

La capital aragonesa debe reducir un 80% sus emisiones antes de 2030 y entre un 5% y un 8% depende de actuaciones como la del río Huerva o el Bosque de los Zaragozanos

Estado actual de la ribera del río Huerva en Zaragoza.

Estado actual de la ribera del río Huerva en Zaragoza. / Laura Trives

Alberto Arilla

Alberto Arilla

Zaragoza

Zaragoza cuenta con el noveno término municipal más extenso del país. Cerca de 1.000 kilómetros cuadrados que incluyen la urbe y sus 14 barrios rurales y que cuenta con una peculiaridad respecto a otras grandes ciudades, traducida en un 85% de superficie natural. En ella se incluyen desde los terrenos agrícolas hasta la vegetación urbana, lo cual dota a la capital aragonesa de un «enorme potencial».

Así lo consideran dos de las figuras con mayor conocimiento sobre el terreno, Montse Hernández, jefa de la oficina de Medio Ambiente del consistorio, y Francisco Bergua, jefe de Infraestructura Verde municipal. En ese sentido, ambos recuerdan que Zaragoza, debido a los efectos del cambio climático, ha pasado de estar en una región semiárida a una que se puede considerar, en la práctica, como árida. Por ella pasan tres cauces fluviales (Ebro, Huerva y Gállego) y un cuarto adicional, el Canal Imperial de Aragón. En este marco se ubican todas las decisiones relacionadas con el medio ambiente y el entorno urbano de la ciudad que se vienen tomando en los últimos años, desde la renaturalización de las riberas del Huerva hasta el Bosque de los Zaragozanos.

El objetivo, dicen, es cumplir con los parámetros europeos respecto a su infraestructura verde. Desde este punto parten para generar un entorno verde «coherente», que no distinga entre los ecosistemas naturales, urbanos y periurbanos, y que además proporcione una serie de servicios ciudadanos que van desde los directos (materias primas) hasta los intangibles y relacionados con la salud.

Cabe recordar que Zaragoza es una de las 100 capitales seleccionadas para ser climáticamente neutras en 2030. En términos prácticos, esto supondría la eliminación del 80% de las emisiones registradas en el inventario que se preparó en 2021. Tanto Hernández como Bergua aseguran que los planes «van por buen camino» y ya ultiman una actualización de ese inventario que deberán entregar el próximo mes de julio. Esa reducción del 80% será obligatoria para todas las ciudades en 2050, aunque para 2030 las que fueron seleccionadas como climáticamente neutras ya tendrán que estar en cotas que ronden el 55%.

De la teoría a la práctica

Pero, ¿cómo se lleva la teoría al terreno? En primer lugar, la capital aragonesa cuenta con una ventaja respecto al resto, y es que fue la primera ciudad española en captar una subvención europea en 2017 que le permitió elaborar un Plan Director que ya se plasmó en un primer diagnóstico sobre el estado del verde zaragozano. En el catálogo, que ha ido retocándose, se contemplan más de 140 zonas en las que el departamento de Medio Ambiente ha detectado la posibilidad de introducir importantes mejoras. Todo ello, claro, de la mano de la Unión Europea y del Pacto Verde Europeo –denostado muchas veces por la extrema derecha sin siquiera conocer su contenido–, que obliga a recuperar los espacios verdes que sea posible.

Varios paseantes por el Bosque de los Zaragozanos, este pasado domingo.

Varios paseantes por el Bosque de los Zaragozanos, este pasado domingo. / Rubén Ruiz

Aquí es donde entra la renaturalización de las ciudades y la apuesta por un modelo más sostenible. «Invertir en medio ambiente no es un gasto, es una inversión», recalcan ambos jefes de departamento, ya que los beneficios de estas actuaciones son palpables, sobre todo, en el medio y largo plazo.

Así las cosas, hay tres ámbitos de actuación recogidos en el contrato climático suscrito por Zaragoza en 2021: la movilidad (desde la electrificación de la flota de autobuses hasta la paulatina peatonalización del centro mediante las Zonas de Bajas Emisiones), la eficiencia (comunidades energéticas, rehabilitación de viviendas...) y la economía circular. En el caso de la renaturalización, se incluyen las mejoras en los parques, el Bosque de los Zaragozanos (pretende plantar 700.000 árboles y arbustos en 1.200 hectáreas del término municipal), la renovación del Huerva o las pequeñas acciones, como la eliminación de especies invasoras y su cambio por autóctonas (desde la eliminación del alianto, que supone el 90% de la vegetación del Huerva, o la liberación de insectos beneficiosos, más de 125.000 en 2023). Todas ellas, en conjunto, se calcula que pueden reducir entre un 5% y un 8% de las emisiones. Recordando aquí que el objetivo es llegar al 80% en 2030.

«A la larga, además, sale mucho más económico que tener que estar interviniendo continuamente en mejoras», resaltan Bergua y Hernández, que dejan otra reflexión:_«Las plantas no entienden de legislaturas». Y subrayan que los refugios climáticos, como puede ser el Huerva, no sirven de nada si no son accesibles. «En 2008, la renovación de las riberas del Ebro suscitó multitud de opiniones. Pero en 2025 todo el mundo las tiene muy valoradas. Nuestro objetivo es conectar la ciudad a través de la naturaleza», concluyen. 

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