El Coloquio, el restaurante de Zaragoza donde comerás como en casa de tu abuela

La comida tradicional, ese sabor de la cocina de tu abuela, se está perdiendo en Zaragoza, pero todavía quedan algunos reductos donde se apuesta por las recetas de toda la vida. Las tendencias gastronómicas se han modernizado y cada vez son más los locales que siguen la estela de servir única y exclusivamente carta mientras los clásicos restaurantes del menú del día y barra van sucumbiendo ante el paso del tiempo.

Uno de los restaurantes de comida tradicional y casera que sigue funcionando a velocidad de crucero es El Coloquio. Este restaurante, situado en la Avenida Salvador Allende 97, es un claro ejemplo de lo que es la comida mediterránea tradicional.

Marisol Solanas es la dueña del local desde hace 14 años y lleva en hostelería casi cuatro décadas. Junto a Javier, su marido, que lleva relacionado con la hostelería incluso más tiempo, ya que sus abuelos también se dedicaban a esto allá por los años 40, forman una dupla que acerca lo tradicional a la gente del barrio del Picarral y Zalfonada.

Una oferta amplia, variada y clásica

Este restaurante cuenta con todo tipo de oferta, desde menú del día hasta bocatería. "Nosotros tenemos en el bar diferentes estilos: bocatas, el menú del día, que es más clásico, familiar e incluso para dar almuerzos y tomar vermut". Además, la carta de bocatería es muy extensa, los almuerzos de varios tipos y el menú, que la comida del mismo puede compararse a la que hace tu madre o tu abuela", comenta Marisol.

El nombre por el que se le conoce a este lugar desde hace 14 años es El Coloquio. "Al comprar el local vimos que estaba montado de manera que se pudieran tener tertulias y se nos ocurrió ponerle el nombre por el que hoy se nos conoce", explica Marisol.

La comida, un punto fuerte que explotan

"La comida que ofrecemos es toda casera y tradicional. Nosotros recomendamos siempre a la hora del almuerzo uno de nuestros platos estrella: un mix de bacalo, chipirones a la andaluza, huevos fritos, padrones, patatas, alioli y un poco de carpaccio con tomate, que es el que más triunfa entre todos los que tenemos", recomienda Marisol como plato destacable entre la gran variedad que tienen.

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"También tenemos tapas en formato piruletas, donde la de bacalao hace que mucha gente venga de propio a comerlas. Los fines de semana tenemos una extensión en todos los estilos, tanto el de bocatería, como el de menú, donde aparece, por ejemplo, el arroz meloso con bogavante", argumenta Marisol.

El personal, parte indispensable

Las personas que conforman un negocio son la piedra angular para que todo funcione. Por ello, tener a los empleados adecuados no es tarea fácil y tenerlos felices tampoco. "Todos los que trabajamos somos profesionales de la hostelería y es muy buen personal. Tomamos la decisión de hacer jornada continua entre semana para una mejor conciliación, aunque los fines de semana sí que hacemos jornada partida porque es cuando más caja hacemos y son los días de más afluencia y donde toca apretar", comenta la jefa.

El conjunto, lo más importante para que todo funcione

"El conjunto es lo más importante, si alguno de estos no funciona da igual lo que se haga en el resto. Si haces una comida exquisita, pero tu atención es mala, al cliente le va a dar igual lo buena que esté la comida, se va a quedar con el mal trato recibido. Por eso las claves para que el negocio funcione son que la cocina sea buena y la comida, por ende, también, que los empleados sean amables y serviciales para tener una cercanía con el cliente a la hora de atender y personalizar y, por último, la calidad-precio debe ser adecuada para que la gente vuelva que, además, nosotros metemos ofertas para que las personas quieran y puedan volver", finaliza Marisol.

Este tipo de hostelería tan familiar, clásico y familiar está en peligro de extinción y lugares como El Coloquio hace recordar a la gente que sigue existiendo ese estilo de comida que puede llegar a ser similar a la que te comes en casa o que recuerdes la comida que te hace tu madre o tu abuela en un ambiente cercano, familiar y tradicional que es lo que acaba ofreciendo al final El Coloquio.