El entorno de La Romareda afronta dos años de 'stand by' sin el tirón del Real Zaragoza: "Tenemos sentimientos encontrados"

Las obras en el estadio se compaginarán con la rehabilitación de toda la zona

Vista de La Romareda en obras desde la plaza Eduardo Ibarra.

Vista de La Romareda en obras desde la plaza Eduardo Ibarra. / Carla Greenwood

Alberto Arilla

Alberto Arilla

Zaragoza

Mucho se ha escrito en los últimos meses sobre el proyecto estratégico que supone la construcción de la nueva Romareda. Buena parte, la mayoría, de los análisis han ido destinados a la necesaria remodelación de un estadio que concentra cada 15 días a 30.000 zaragozanos y que presentaba un estado en el que las desgracias estructurales no podían descartarse. A esta millonaria operación, que supone de partida una inversión pública de cerca de 130 millones de euros (sin contar la cesión de los suelos municipales, valorados en 24,5), le ha acompañado también la premura que supone tener el Mundial de Fútbol de 2030, con Zaragoza como sede, a la vuelta de la esquina.

Pero existe una tercera variable que, directa e indirectamente, se beneficiará del nuevo estadio. O, al menos, esa es la intención de las administraciones públicas, que justifican la decidida apuesta por La Romareda con futuribles como este. Por ahora, la explotación de los usos terciarios de La Romareda tiene que pulir sus detalles. La asesoría KPMG va a elaborar un estudio de mercado que deberá estar concluido a principios de 2027, año del estreno, para discernir el modelo de negocio más rentable para el estadio, más allá del fútbol. 

Y queda pendiente de licitar un contrato por 3,5 millones de euros, que asumirá el Ayuntamiento de Zaragoza, para adecentar el entorno de forma paralela a la construcción del campo. La idea, que partió de Idom, es conectar los dos extremos, desde el Parque Grande José Antonio Labordeta hasta la plaza Eduardo Ibarra, a través del bulevar de Isabel la Católica. El pavimento sería el mismo y se crearía así una gran plaza que daría un aspecto renovado al barrio.

"Sentimientos encontrados"

Estas intenciones, a falta de su concreción, se convierten en "esperanza" e "ilusión" en los comercios del entorno, sobre todo en los bares, que llenaban sus terrazas en las previas de los partidos del Real Zaragoza y que ahora se resignan a dos años sin ese público a cambio de un futuro "mejor". Así lo entiende Luis Soler, dueño del mítico Rogelios desde hace once años, aunque el restaurante lleva en la idiosincrasia de las previas zaragocistas desde hace más de medio siglo. "Estos dos años tendremos que reajustar gastos, pero por suerte no dependemos solo del fútbol", expresa. Y añade: "Tengo sentimientos encontrados. Perdemos un tiempo La Romareda, pero la sensación es que va a ser un éxito. Va a dejar un barrio nuevo".

Recreación de la nueva Romareda, vista desde la plaza Eduardo Ibarra.

Recreación de la nueva Romareda, vista desde la plaza Eduardo Ibarra. / Idom

En línea con esto último, Soler, que ha palpado la zona durante más de una década, predice que, una vez terminada, todo lo que rodea a la futura Romareda va a hacer que la ciudad "crezca" en esa dirección. "Va a ser un nuevo centro. Creo sinceramente que nos vamos a acercar bastante a lo que es hoy plaza España".

El resto de bares mantienen una opinión similar a la del gerente de un Rogelios que es la puerta de entrada a la zona desde el estadio. "No creo que seamos los más perjudicados, aunque es verdad que esos días vendíamos el doble que el resto", afirma Cristian Volován, gerente del Bar Baleares desde hace un lustro. "Espero que el nuevo estadio levante más la zona. Cuando el partido es por la noche, podemos hacer tranquilamente 60 o 70 bocadillos que de normal no haces", suscribe, en referencia a las pérdidas. 

Pero la esperanza la dirije, por ejemplo, a la posibilidad de que el nuevo estadio incluya un hotel. "Ya trabajamos con el Ilunion, puede que con este pase lo mismo. Creo que la nueva Romareda va a resucitar la zona, porque van a traer el campo casi hasta aquí", concluye. 

Otras visiones

Mientras, su vecino José Miguel González (Cervecería Trans Burgo) se despedirá de la hostelería de la mano de La Romareda, junto a la que ha llevado su negocio durante 48 años. "El nuevo campo será una bomba", pronostica, aunque advierte que "es probable que dentro de 10 o 15 años se haya revalorizado mucho". "No me extrañaría que la tiraran (la plaza) e hicieran pisos", sentencia entre risas.

En la otra esquina del estadio, detrás del Gol Norte, donde se ubicaba hasta ahora la grada de animación, los porches del Audiorama suponían el segundo epicentro, quizá el más populoso, en las previas zaragocistas. "Cualquiera que conozca cómo funciona esto los días de partidos se hace una día de cómo nos afectarán estos dos años", subraya su dueño, Iñaki Muñiz, dueño de la Terraza Los Porches, quien asume que habrá que "trabajar duro para compensar las pérdidas". "Son 20 días muy fuertes al año que vamos a perder", dice.

En cuanto al futuro, es consciente de que si se cumplen los anuncios de una Romareda 365 días operativa supondrá un extra que ahora no tienen, pero prefiere ser prudente: "Dentro de dos años no se sabe lo que puede pasar, hay muchos factores". "Gracias a Dios no dependo solo del fútbol, pero sí que son días muy importantes", concluye Muñiz.

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