Así es el Ramiro Soláns, el mejor colegio de España de 2024: "Hace veinte años soñamos en grande, pero nunca nos imaginamos llegar hasta aquí"
La directora del colegio del zaragozano barrio Oliver celebra el Premio Princesa de Girona recibido esta semana y recuerda la "situación crítica" de la que partió el centro y el "orgullo" que siente por el camino recorrido

La directora del centro, Rosa Llorente, celebra junto a profesores y alumnos el Premio Princesa de Girona Escuela 2024. / Servicio Especial
El recorrido ha sido largo y, la tarea, nada fácil. Pero el colegio lo ha conseguido, y Rosa Llorente está "muy orgullosa". El centro que dirige, el CEIP Ramiro Soláns de Zaragoza, recibió este martes el Premio Princesa de Girona Escuela 2024, lo que para ella es "una oportunidad de visibilizar el proyecto de la escuela, que es de transformación social y que la ha convertido en un lugar de esperanza". "Es también poner el foco en que, cuando trabajas en una línea desde la coherencia, la convicción y las fuertes creencias, con un proceso formativo que tiene impacto en lo que haces, se puede lograr lo que parecía imposible", subraya.
Su voz es un reflejo de la emoción que la directora siente al haber recibido este galardón. "Hace veinte años soñamos en grande, pero nunca nos imaginamos llegar hasta aquí", afirma. Según explica, el centro partía de una "situación crítica", con altas tasas de fracaso escolar (95%), absentismo (40%) y conflictividad (40%). Este escenario "creaba frustración" y fomentaba los estereotipos de un colegio público en el barrio Oliver. "Familias y escuela caminábamos en direcciones opuestas", apunta.
Así, decidieron dar un cambio y apostar por una "escuela transformadora". "El primer punto de inflexión fue la actitud docente: creer que era posible hacer el cambio y basarnos en esas creencias", indica la directora del colegio. Sus primeros esfuerzos los centraron en la educación emocional porque, según detalla Llorente, "el alumnado tenía fracaso porque no tenía regulación emocional que le permitiera convivir y aprender".
Una vez alcanzado este objetivo, el centro trató de "fomentar la participación" de los alumnos, las familias y, en general, la comunidad educativa. Pasaron así al tercer punto: el cambio metodológico. "Las metodologías tradicionales no respondían a las necesidades del alumnado del colegio, que es muy diverso. Entonces pusimos el foco en la formación centrada en el propio proceso de aprendizaje del alumnado, con una participación activa y un trabajo colaborativo", desarrolla, y detalla: "Es aprender investigando, divirtiéndose, colaborando y cooperando. Son competencias muy importantes".
"En este último periodo nos estamos centrando en los riesgos de las nuevas tecnologías y en que el alumnado sea consciente de su uso", comparte la directora. Ha sido así, paso a paso y con "mucha coherencia, autocrítica y reflexión colectiva", como han llegado hasta ahora, momento en el que el colegio tiene una tasa de éxito educativo de entre el 70 y el 80% y un absentismo del 4%. "Hemos hecho esa reflexión crítica de qué no funciona y por qué", sostiene.

Los alumnos del CEIP Ramiro Soláns celebran el Premio Princesa de Girona Escuela 2024. / Servicio Especial
En este viaje, dice la directora, ha jugado un papel fundamental el "brillante" equipo docente. "Tenemos un lema que es 'El éxito individual no existe, solo el colectivo'", revela. Llorente explica que el CEIP Ramiro Soláns requiere de un perfil de docentes muy determinado porque tienen entre 21 y 22 estudiantes por aula y el alumnado es muy diverso. "La tarea no es fácil", subraya. Sin embargo, cuando los interinos se tienen que marchar del colegio lo hacen con tristeza. "Es muy bonito crecer profesionalmente en nuestro centro a pesar de las dificultades", apunta.
La directora también hace mención a las familias, que expresa que se sienten en las aulas "como en su casa" y que cuentan con muchos programas para fomentar la participación, el diálogo y el debate entre estas y los alumnos y/o profesores. Entre ellos destaca el proyecto Hilvana, que nació de un café y una conversación entre madres y padres y el equipo docente para conocer qué necesitaban las familias. "Demandaron la costura, y se puso en marcha este taller", cuenta Llorente. La iniciativa fue a más y la Fundación San Ezequiel Moreno entró en el proyecto, que ahora es ya una red de apoyo para las mujeres en situación de vulnerabilidad y es también una puerta de entrada al mundo laboral para muchas de ellas. "El poder transformador de la escuela es increíble", subraya Llorente.
Con el Premio Princesa de Girona Escuela 2024, que va acompañado de un plan de formación y experiencias en innovación educativa, se marcan nuevos retos -"Estamos trabajando en un plan de alfabetización porque hay niños y niñas que necesitan ese trabajo específico en los procesos de lectura y escritura", señala Llorente- que se suman a otros ya presentes, como mejorar la salud emocional o mejorar todavía más la tasa de éxito educativo. "Seguir siendo, seguir manteniendo la ilusión", resume la directora. "Hoy estamos felices e ilusionados. Es ese orgullo de pertenecer a un lugar donde cada persona es muy importante. Es sentirte parte de un espacio donde te valora, te cuidan y te quieren", destaca.
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