Calor sofocante en Zaragoza: "Echamos en falta más árboles y más bancos"
Céntricas zonas como la avenida César Augusto, a la altura de la parada del tranvía, carece de sombra por la tala de árboles acometida la pasada semana

La avenida Cesaragusto de Zaragoza, ya sin árboles tras su tala, ayer martes. / Laura Trives
Nadie escapa al calor estos días en Zaragoza. Las altas temperaturas se han dejado notar y en la capital aragonesa ni las sombras de los árboles han hecho su papel. La ciudad hace ya unos días que entró de lleno en el verano, con los termómetros muy por encima de los 35 grados durante varias jornadas consecutivas y noches de más de 20 grados. Parece que este jueves bajarán algo las temperaturas, pero aún así la ciudad tiene puntos como la avenida César Augusto, donde, tras la tala de 23 árboles la semana pasada -una decisión que se tomó por "seguridad" ante la caída consecutiva de dos ejemplares con "problemas estructurales", según fuentes del ayuntamiento-, encontrar un resquicio de sombra es inviable.
Una tala que, por cierto, realizó el ayuntamiento de forma "urgente" sobre tres árboles para evitar "riesgos para las personas" después de varias caídas de ramas e incluso ejemplares enteros en los últimos meses y tras un estudio para conocer la situación real de esos ejemplares que determinó que, de manera urgente, era necesario intervenir ya que sus raíces y otros elementos clave no están en buen estado.
Rafa, vecino del barrio y cuya casa está justo encima del Alcampo, donde la parada del tranvía, asegura que desde que no están los árboles tiene "dos grados o tres más por lo menos" en su salón. "Nos ha fastidiado porque nos daba una buena y bonita sombra. No tenemos la culpa de que haya una enfermedad en los árboles", asegura este vecino. La tala fue una medida, a su parecer, "buena para una cosa, pero mala para otra", ya que cree que "también era un peligro" que dos se hubieran caído.
"Nos enteramos porque vinimos y ya no había árboles", advierte Laura, otra joven que vive cerca y asegura que "la calle se siente más caliente" y que por eso tiene que modificar su itinerario: "Tienes que darte toda la vuelta, pasarte por la sombra de los edificios, que no es lo mismo que la sombra de los árboles, y la verdad es que nos ha cogido a todos por sorpresa", señala. "Todo lo que sea construcción de edificios sin zonas verdes, no me parece bien", añade María José, que aunque es del barrio de Torrero ha advertido al pasar por la avenida que "algo faltaba".
Félix sale de hacer la compra en la avenida César Augusto, pero vive en la calle San Blas y explica a este diario que ahora esta zona es un erial: "En vez de talar deberían de producir más arbolado dentro de Zaragoza, porque la subida de temperaturas equivale a que toda la gente sufrimos un montón". Y nombra el golpe de calor como "posible causa de muerte", incidiendo en que no es un mal menor. Félix aboga por una Zaragoza "más sombreada, con más bancos y más fuentes" para que "no por necesidad" haya que "meterse a un bar", porque, asegura, "en la Plaza del Pilar no se puede estar y en la Plaza Salamero, tampoco".
Los bancos de la Plaza Salamero, la mayoría "a pleno sol"
Precisamente, en la también llamada Plaza del Carbón se encuentra Isabel en uno de los bancos en los que da la sombra, que viene "alguna vez" a esta céntrica plaza donde las enredaderas bastante crecidas ya cubren parte de lo esperado. Pero aún es "insuficiente", porque "no dan tanta sombra como tenían que dar y ya lleva más de un año esto", explica Isabel.
Justo al otro lado, Manuel se refresca por la bruma de agua que instalaron para hacer más llevadero el verano. "Estéticamente me gusta mucho esta plaza, pero todavía creo que le falta un poquito más de sombra", advierte. Asimismo, reconoce que "hay trocitos muy buenos" y destaca "el agüita tan fina" que sale de manera constante. Sin embargo, Manuel insiste en que en la Plaza Salamero "son dos bancos de los diez que hay" los que se benefician de la sombra, porque "hasta las ocho de la tarde, la mayoría está a pleno sol".

La Plaza Salamero de Zaragoza, donde descansan a sol y sombra varias personas, este martes. / Laura Trives
Son quejas que se recogen en una ciudad que se define como "climáticamente neutra" y que, según estos viandantes, la realidad a pie de calle es otra: la del calor que refleja el asfalto, la falta de fuentes para refrescarse y el escaso sombreado que los lleva a taparse con carpetas o a usar la mano a modo de visera.
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