El edificio de Zaragoza con espacios sorprendentes que también es ayuntamiento

El Seminario es un edificio majestuoso, rehabilitado en la primera década del presente siglo

Exterior del edificio del Seminario, que fue construido entre 1945 y 1953.

Exterior del edificio del Seminario, que fue construido entre 1945 y 1953. / CARLA GREENWOOD

Iván Trigo

Iván Trigo

Zaragoza

Seguramente muchos ciudadanos habrán tenido que acudir en algún momento al edificio del Seminario, la segunda sede del Ayuntamiento de Zaragoza que está situada en Vía Hispanidad. Puede que la visita no fuera del todo grata, ya que en este edificio se pagan y tramitan multas e impuestos, además de concederse licencias urbanísticas y otros asuntos farragosos. Pero, como se suele decir, hay veces que los árboles no dejan ver el bosque y en este caso el bosque es un edificio majestuoso, rehabilitado en la primera década del presente siglo y que cuenta con algunos rincones muy singulares.

Como su nombre indica, este edificio, antes de ser una sede administrativa del ayuntamiento, era eso: el seminario metropolitano de Zaragoza. Fue construido entre los años 1945 y 1953 por encargo del arzobispado en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, por lo que es más reciente de lo que su aspecto invita a pensar, ya que fue diseñado siguiendo los preceptos del historicismo arquitectónico, una corriente que coge elementos típicos de estilos anteriores para dar forma a edificios modernos.

Es por eso que el Seminario por fuera es una mezcla extraña pero resultona de gótico y románico, con arcos y ventanas en los que se suceden arcos y ventanas más propias de una iglesia medieval que de un edificio del siglo XX. Pero es por dentro donde la remodelación a la que se sometió este edificio es más evidente y es ahí, en el interior, donde esta construcción brilla especialmente.

Los pasillos y las estancias son luminosas y los materiales siguen muy bien conservados.

Los pasillos y las estancias son luminosas y los materiales siguen muy bien conservados. / CARLA GREENWOOD

No obstante, lo cierto es que lo suyo costó. La reforma del edificio terminó en el año 2008 y costó más de 60 millones de euros, una cifra que quedó por encima del presupuesto inicialmente previsto. Pero el resultado, pocos pueden negarlo, es de primera.

En el edificio del Seminario trabajan unos 800 funcionarios. Aquí están desde los servicios de Urbanismo hasta Tesorería, pasando por muchos otros. Aquí también se imprimen y ensobran los recibos y multas que envía el consistorio a los ciudadanos. El inmueble consta de cuatro plantas y se configura entorno a cuatro patios interiores que aportan luz a todas las estancias.

Pero es en la nave central donde se esconden las estancias más representativas y nobles del edificio, puesto que esta sede del ayuntamiento se diseñó para poder sustituir a la de la plaza del Pilar. Es por eso que el Seminario cuenta con un salón de plenos con una mesa redonda en la que caben 33 personas sentadas –y que generó polémica por su elevado coste, 180.000 euros– y que ahora se utiliza para algunas reuniones pero nunca para las votaciones, que siguen produciéndose en el salón de plenos del otro ayuntamiento.

También hay una sala de prensa apenas utilizada para el uso para el que fue concebida pero donde suele ser habitual que se celebren mesas de contratación de licitaciones públicas. A pesar de que hace ya 17 años de su inauguración, todo sigue luciendo nuevo e impecable. Las paredes están forradas de madera y las cristaleras brillan al sol.

Despacho de Alcaldía

Dentro del Seminario se exponen además maquetas de algunos de los monumentos más importantes y representativos de Zaragoza, así como obras de arte de diferentes convocatorias como los premios de escultura Pablo Gargallo o el premio nacional de Cerámica creativa.

Edificio Seminario.

Edificio Seminario. / CARLA GREENWOOD

Pero si hay un espacio que llama la atención por su majestuosidad ese es el despacho de Alcaldía, situado en el torreón del edificio y presidido por un enorme rosetón por el que se cuela la luz.

El despacho, que cuenta con baño y acceso por ascensor y unos techos de varios metros de altura, apenas nunca fue utilizado por Belloch. Tampoco lo usaron sus sucesores y eso que costó otro medio millón de euros. Hoy, aunque siga deshabitado, parece que alguien sigue acordándose de subir a regar las plantas porque los potos crecen a su antojo por toda la estancia.

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