Trabajar a casi 40 grados en las calles de Zaragoza: "Llevo mucho mejor el calor que el frío"

La ola de altas temperaturas dificulta las horas de labor a miles de empleados en toda España. También en Aragón y en su capital, que acaba de cerrar un mes de junio de récord por sus altas temperaturas

Un repartidor de una cadena de supermercados, este martes en Zaragoza.

Un repartidor de una cadena de supermercados, este martes en Zaragoza. / LAURA TRIVES

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Zaragoza

El verano no es la mejor época del año para trabajar. Las vacaciones escolares y los primeros días libres quitan las ganas a los miles de ciudadanos que siguen teniendo que cumplir con su jornada laboral. Muchos lo hacen, al menos, bajo los aires acondicionados y ventiladores de sus oficinas, pero otros tantos tienen que pasar el grueso de su tiempo de trabajo al sol. Algunos, la integridad de unas jornadas sofocantes que se desarrollan cerca de los 40 grados. Algunos, en pleno centro de Zaragoza, reflexionan sobre las dificultades, los nuevos horarios de verano y la concienciación necesaria para pasar lo mejor posible estos fatigosos días.

Un paseo por el centro de la capital aragonesa muestra a decenas de trabajadores -obreros, repartidores, camareros- yendo de un lugar a otro bajo el sol. Aragón acaba de despedir el mes de junio más cálido de la serie histórica, que comenzó a tomar registros a principios de los 60. Un año de récord marcado por las altas temperaturas desde principios de mes, la ola de calor de las últimas semanas y casi una veintena de noches tropicales que también ha dificultado el sueño de los zaragozanos.

César es uno de los encargados de revisar los estacionamientos de las zonas azules del centro de Zaragoza. En una calle paralela al paseo de La Independencia, cerca de una de las máquinas de registro, este zaragozano asevera que "el calor se lleva mucho mejor que el frío". "Lo llevo bien", defiende César, que sí que lamenta que, por su trabajo, "hay que estar todo el día en la calle". Una única solución: "Beber mucha agua, algo a lo que estoy acostumbrado, pero en verano y con este calor hay que hacerlo mucho más".

El propio trabajador de Z+M, contrata del Ayuntamiento de Zaragoza que se dedica a regular los estacionamientos de pago, señala otra dificultad en su horario. Con jornada partida, desde las 9.00 hasta las 14.00 horas y desde las 17.00 hasta las 20.00 horas, César asegura que "aunque son menos horas, las tardes se hacen mucho más complicadas". "Hace bastante más calor", se despide registrando el último vehículo de la calle, con una sola misión: "Aguantar".

No muy lejos de ahí descansan varios riders con sus bolsas para transportar comida. Julio y Tomás son dos de ellos, descansando a la sombra algo más lejos de lo habitual de las puertas de los establecimientos. "Aquí se está mejor", coinciden los dos, que suelen establecerse como tantos otros compañeros en la misma entrada de los locales. Para ellos, "es cansado tener que ir de un sitio a otro con este calor", pero admiten que ya es "normal" enfrentarse a situaciones adversas en lo climatológico: "También nos toca salir cuando llueve o en invierno cuando hace mucho frío".

Como tantos otros empleados, Julio cuenta que sus remedios para hacer frente a los 40 grados y el sol que golpean el centro de Zaragoza son "ropa ligera, pantalones cortos y beber mucha agua". Misma receta que sigue Tomás, que también comenta que "se buscan más servicios a horas en las que hace calor, más tirando hacia la hora de la cena".

Locales a la fresca, pero con menos visitantes

Si estar en la calle pone en dificultades a decenas de trabajadores, estar dentro de un local tampoco hace un camino de rosas el empleo zaragozano en verano. En la céntrica Bombonera Oro, su responsable celebra que "el obrador no está en el local", sino que los productos vienen al punto de la mañana. "Por ese lado no sufrimos, pero pasamos calor como todo el mundo", señala la encargada. Este primer día de julio cambiaba el horario de la tienda, "uno adaptado al verano que seguiremos utilizando hasta septiembre". El aire acondicionado, a todo trapo en el techo, es una de las razones: "Se trabaja menos horas, por lo que tienen que pagar menos a las dependientas y también se gasta menos luz con el aire".

Quien no se consuela es porque no quiere: "Por lo menos se está fresquito". No se puede decir lo mismo de las ventas, ya en descenso por el fin de la clase en los colegios o por las vacaciones de los ciudadanos más madrugadores a la hora de solicitar sus días de descanso. "Se nota porque ya hay gente que se ha ido y sobre todo los fines de semana, que muchos aprovechan para ir a la playa", concluye.

Ana, de Pastelerías Tolosana, coincide en el análisis. "El mayor impacto por el verano lo tenemos en las ventas, porque hay bastante menos gente", explica la dependienta de un establecimiento muy cercano a un colegio: "Cuando empieza a haber menos niños, se nota en las meriendas". Se van los clientes habituales, pero Zaragoza en junio también es plaza para nuevos moradores: "Ya se ven los primeros turistas, que suelen parar a picar algo".

El horno está terminando los últimos pasteles de la tanda, pero el aire acondicionado da tregua a los visitantes que se acercan a por un dulce poco antes de comer. "El obrador no se nota tanto, de verdad", defiende Ana, que comenta que los movimientos rápidos y la poca estancia frente al fuego ayudan a que los trabajadores no pasen mucho calor. Las altas temperaturas las aportan, paradójicamente, las neveras: "Tenemos en las piernas las máquinas para enfriar los pasteles y están a tope durante todo el día".

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