Puntos Violeta o espacios seguros unisex: la utilización del lenguaje en política importa
El Gobierno de Natalia Chueca, por exigencia de Vox, ha eliminado en Zaragoza los Puntos Violeta para sustituirlos por los espacios seguros unisex, una denominación que equipara todos los tipos de violencia sin tener en cuenta un problema social y estructural como es el machismo

Un Punto Violeta en la plaza del Pilar, el año pasado. / MIGUEL ANGEL GRACIA

El lenguaje importa, importa mucho, por eso no es casualidad que el PP haya eliminado los conocidos como Puntos Violeta en Zaragoza. Es una exigencia de Vox, una rendición de su alcaldesa, Natalia Chueca, que tiene un gran simbolismo político, sobre todo por la nueva denominación que han elegido que iguala todos los tipos de violencia. Ahora, en Zaragoza, durante la celebración de un acto multitudinario, da igual que uno denuncie una pelea, el robo de su móvil, un abuso o una agresión que todos y todas deben acudir al mismo sitio, a los recién nombrados espacios seguros unisex.
«La política se hace a través del lenguaje. Las palabras o las etiquetas elegidas por los políticos evocan conceptos, crean ideas y opiniones, modos de entender el mundo», explica José Luis Aliaga Jiménez, profesor titular en el Departamento de Lingüística y Literaturas Hispánicas de la Universidad de Zaragoza. Por eso, eliminar los Puntos Violeta, unos espacios con tradición, reconocidos, respetados e identificados por las mujeres, es toda una declaración de intenciones.
«¿Espacios seguros? ¿Seguros para quién? ¿Para todos? Eso es una comisaría», resume la politóloga Carmen Lumbierres, que asegura que la decisión es simplemente «ideológica». «Estos espacios se asocian con el Ministerio de Igualdad de Irene Montero, incluso el color morado elegido se relaciona con Podemos, por lo que eliminarlos reduce la visión que ha tenido Podemos del feminismo», explica Lumbierres, que destaca la contradicción del PP a la hora de defender la igualdad pero no el feminismo. «Pero si es lo mismo», apunta.
Exigencias de la ultraderecha
Natalia Chueca admitió que ha eliminado los Puntos Violeta porque se lo exigió Vox, así de simple. Necesita dos de sus cuatro votos para sacar adelante los presupuestos de 2026 y, una vez más, ha cedido en una exigencia que podría parecer menor, pero que tiene una importante carga simbólica: las palabras.
La regidora se escudó en que la ultraderecha, directamente, quería cargarse los Puntos Violeta sin ofrecer una alternativa. «Vox nos sugería que se eliminasen todos y nos negamos rotundamente. No podemos dejar a las mujeres desprotegidas, por eso planteamos el modelo que ya implantamos el año pasado de forma discreta y silenciosa, que supone ampliar esos Puntos Violeta a espacios seguros que incluyan más violencias», explicó la regidora, que añadió que «los niños de 16, 18 o 20 años no tienen por qué estar menos protegidos que las mujeres. Es una mejora y Vox la aceptó».
Lo cierto es que el término elegido no es resultado del azar. Además de «negar la violencia de género», coinciden tanto Lumbierres como Aliaga, equipara los distintos tipos de violencia que existen, sin importar si se trata de un problema social y estructural, como es el caso de la violencia machista. «El adjetivo unisex es muy relevante y tiene una intención política muy clara. La denominación no es más que un recurso eufemístico para tratar de tapar el trasfondo del asunto, que es la negación de la violencia de género», insiste Aliaga, que considera que es un concepto «involucionista» porque «están haciendo política a través del lenguaje» equiparando todos los tipos de violencia que existen y creando un espacio de seguridad ciudadana que ya existe, como son las comisarías.
La violencia intrafamiliar
No es la primera vez que sucede algo similar en el Ayuntamiento de Zaragoza. Ya ocurrió con el uso del término de violencia intrafamiliar, en sustitución del de violencia de género, otro sapo envenenado de la ultraderecha que supone un «retroceso» en las instituciones y, de rebote, en la sociedad. «No es casualidad que en las últimas encuestas cada vez haya más personas que piensen que no existe la violencia machista», recalca el profesor que pone el ojo en los más jóvenes.
Lumbierres, en consonancia con los movimientos feministas, concluye que «en los pactos entre PP y Vox siempre pierde la mujer». La diferencia radica en que «el PP cuantifica económicamente sus decisiones y cesiones, mientras que Vox busca lo simbólico». «Entiendo los pactos pero no puede hacerse a costa de algo como la igualdad», apunta antes de añadir otro problema: la confusión. «Las mujeres tienen identificados los Puntos Violeta, saben que es ahí donde deben acudir si sufren un abuso, una agresión o una violación. Cambiar su nombre y su imagen solo va a generar confusión y desconfianza», añade.
Los colectivos feministas tienen mucho que decir. Radicalmente en contra de esta decisión, denuncian que se trata de un «retroceso», «otro paso atrás» en la ciudad por las exigencias de la ultraderecha. «Cuando la derecha se une a la ultraderecha siempre salimos perjudicadas las mujeres», aseguran desde la Coordinadora del 8M, que subraya que los Puntos Violeta eran espacios seguros dirigidos solo a las mujeres, donde recibían una atención concreta que precisa de unos recursos, un protocolo y un acompañamiento específico. No es lo mismo sufrir una agresión por ser mujer que recibir un puñetazo en una pelea», recalcan.
Insisten en la importancia de que las mujeres tengan su propio espacio, donde no corra el riesgo de encontrarse con su posible agresor. «¿Cómo va a ser seguro un lugar en el que puedes encontrarse con tu abusador?», cuestionan desde la coordinadora, que destacan la importancia de que en lugares como el Espacio Zity, con chicas muy jóvenes, puedan identificar un lugar solo para ellas.
En la misma línea se expresan desde el Paraguas Feminista, que añaden que eliminando los Puntos Violeta «el ayuntamiento fiscaliza la información que ofrece en los espacios». «Lo que no se nombra no existe y la derecha quiere hacer pensar que no existe la violencia de género, cuando es un problema estructural», añaden.
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