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La estación de Delicias se convierte en un refugio para decenas de personas sin hogar: "Es más segura que el albergue"

Más de 60 transeúntes duermen todas las noches en las salas de espera de la zona destinada a los autobuses

Decenas de personas duermen cada día en el interior de la Estación Delicias

Miguel Ángel Gracia

David Chic

David Chic

Zaragoza

Más de 60 personas buscan todas las noches refugio en la estación de buses de Delicias, en Zaragoza. Los sacos de dormir, mantas y bolsas con enseres se reparten por los bancos y salas de espera de la instalación de transporte. Los baños son usados para la higiene personal y las personas sin hogar que pasan las horas a rebrigo del frío exterior se mezclan con los viajeros que suben y bajan de las expediciones nocturnas. Esta es la imagen que se repite desde hace cinco meses y que desde la gerencia de la instalación quieren evitar, tanto por los problemas de convivencia que se generan a altas horas de la madrugada como por la «mala imagen» que se da en la puerta en entrada a la ciudad.

La presencia de personas durmiendo en los andenes y salas de espera de la estación de autobuses no es nueva. Muchas personas optan por esta posibilidad si tienen que esperar la salida de un viaje. O aprovechan la tranquilidad y la seguridad que ofrece la instalación para pernoctar en algunos de los recodos de la parte de abajo. Sin embargo, tras las últimas decisiones políticas del Ayuntamiento de Zaragoza para limitar la presencia de personas sin hogar en el entorno del Centro de Historias e incluso en las salas de espera del hospital Miguel Servet, la afluencia a los bancos de Delicias se ha multiplicado.

Las personas que pernoctan en la estación de buses tienen perfiles variados y optan por estrategias diferentes.Algunos buscan refugio en las zonas menos concurridas, alejadas de los andenes de los que parte un autobús cada media hora y en los que siempre hay viajeros esperando. Otros se acurrucan entre las casetas en las que las compañías de transporte venden sus billetes. Y otras personas, explicando que se sienten más seguras, se acomodan como mejor pueden en el vestíbulo de entrada, donde hay más luz, vigilancia, y un constante trasiego de personas que suben y bajan de los taxis.

Una persona refugiada en la estación de buses de Zaragoza.

Una persona refugiada en la estación de buses de Zaragoza. / Miguel Ángel Gracia

«Aquí hay de todo y muchos están como una regadera», asegura Felipe (que prefiere no dar su apellido), de 65 años, trabajador discontinuo en el aeropuerto de Barajas que no dispone de renta suficiente para hacer frente a un alquiler. «Llevamos desde junio viviendo aquí todas las noches con otras dos personas, es la mejor forma de estar tranquilos», señala.

Sin embargo, otros usuarios denuncian que también se producen incidentes, con robos, peleas y discusiones. Así lo señalan fuentes conocedoras de la seguridad de la estación, que explican que la propia Policía Nacional conoce los andenes de los autobuses como los «código Ocho», haciendo referencia a las personas que tienen reclamaciones judiciales pendientes o que tienen órdenes de detención o personación en equipamientos policiales.

«Vengo aquí porque estoy mucho más segura que en el albergue municipal, pues tengo temor a los robos», explica Lucía, una zaragozana «del paseo Cuéllar» que dormita desde hace bastantes meses en la entrada de la estación. «En la parte de abajo no se puede estar, siempre se producen discusiones y problemas», explica. En su caso, reconoce que no es «plato de buen gusto» tener que estar en una zona tan expuesta, pero reconoce que no tiene otro remedio.

Bolsas de plástico

Su historia es parecida a otras de las que narran otros afectados. Fue despedida del trabajo, no tiene buena relación con su familia y por problemas judiciales no tiene acceso al Ingreso Mínimo Vital. «No tengo recursos, pero a veces trabajo como cuidadora nocturna en los hospitales, por eso es importante cuidar que mi ropa esté en buen estado, sin suciedad ni desgastes», indica al tiempo que despliega un plástico sobre el suelo para evitar el contacto directo con las losas. El resto de sus enseres se componen de dos bolsas de plástico con algunos alimentos y una pequeña maleta de ruedas.

Desde que se quedó sin trabajo ha conocido diferentes refugios sociales y ha decidido que lo más seguro es la estación. De hecho, algunas de las personas que pasan la noche señalan que desde las propias oenegés asistenciales les indican que puede ser un lugar de cobijo temporal para las personas que lo necesitan. «Los albergues están muy mal, durante las noches no respetan nada», lamenta Lucía.

Esta semana de fiestas del Pilar en Zaragoza los andenes también se han nutrido de las personas que llegan a la ciudad como artistas o vendedores ambulantes. «Cuando estoy de viaje siempre trato de buscar plaza en los albergues públicos, pero el de Zaragoza suele estar siempre lleno», explica Sebastián, de origen colombiano.

Seguridad de la estación

Lamenta que a partir de las doce de la noche, cuando se cierran las instalaciones de Adif correspondientes a la estación de trenes, la propia seguridad de la estación de autobuses les impide usar las salas de espera, que en su opinión son «más cómodas y calientes». A su lado, Nacho, otro colombiano, pasa la noche sobre un saco de dormir. Explica que ha perdido el último autobús y que como va «justo de dinero» ha decidido pasar puntualmente la noche en Delicias hasta que salga el siguiente a su destino, que prefiere no especificar. A su lado, un termo de café, un paquete de tabaco de liar y algunos enseres de aseo.

«Lo fundamental cuando tienes que dormir en la calle es buscar una buena mochila y una esterilla», señala Felipe, acostumbrado a comedores sociales y albergues. Destaca que desde hace varias semanas también duerme en la estación una familia de cuatro miembros, con un padre que tiene trabajo pero que no les llega para el alquiler. «Muchas veces la gente piensa que las personas que estamos en esta situación es porque tenemos problemas mentales, pero no se puede generalizar», indica.

Desde la gerencia de la estación de autobuses han pedido la intervención de los servicios sociales del Ayuntamiento de Zaragoza sin que por el momento hayan tenido respuesta.

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