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La fábrica de Zaragoza que ejerce como "buen vecino" en uno de los barrios tradicionales de la ciudad

Cunden ejemplos de mala integración de industrias y empresas en el tejido urbano, pero cuando ocurre lo contrario cabe destacarlo

Los depósitos de Ámbar en la fábrica de La Zaragozana de San José.

Los depósitos de Ámbar en la fábrica de La Zaragozana de San José. / JOSEMA MOLINA

Iván Trigo

Iván Trigo

Zaragoza

La historia de los barrios obreros de Zaragoza se ha construido gracias a la lucha de las asociaciones vecinales que durante lustros presionaron para expulsar a las industrias de sus calles e ir ganando equipamientos, servicios y espacios para los vecinos. Algunos distritos lo consiguieron antes, otros, como el Picarral, siguen en pie de guerra y zonas como el Centro, desgraciadamente, se han despedido de casi todo su patrimonio industrial sin apenas tener tiempo para despedirse, como ocurrió con Averly. Pero en esta historia hay una honrosa excepción, una factoría situada en el corazón de uno de los barrios más castizos de la capital aragonesa y que es más que un problema todo un símbolo que reivindicar: la fábrica de La Zaragozana, en San José.

Y ahora que otras industrias, algo más conflictivas, como Instalaza, plantean salir de la ciudad para construir viviendas en sus parcelas, hay que destacar la excepción de la fábrica de Ámbar. Esta misma semana, en el marco de la celebración de los 125 años del nacimiento de esta ilustre empresa, reconocida con la Medalla de Oro de la ciudad en 2018, La Zaragozana y el ayuntamiento anunciaron que Ámbar, en una colaboración con el Bosque de los Zaragozanos, iba a ajardinar una plaza cercana a su fábrica para reverdecer el barrio en el que se encuentra, un distrito de calles estrechas y aceras minúsculas en el que cada espacio abierto al cielo es un respiro para los habitantes de la zona.

Recreación del parque junto a la fábrica de La Zaragozana.

Recreación del parque junto a la fábrica de La Zaragozana. / AYUNTAMIENTO DE ZARAGOZA

Rodeada por las calles Lausana, Marqués de Ahumada, Ramón Berenguer IV y María Moliner, la factoría desde la que han salido millones de litros de cerveza Ámbar a lo largo de la historia es hoy uno de los últimos resquicios del patrimonio industrial aragonés. Los primeros ladrillos de la factoría se colocaron con el inicio del siglo XX y poco a poco se fue ampliando hasta que el desarrollo del barrio impidió que siguiera creciendo. El edificio Fábrica de Cerveza, Malta y Hielo y aunque hoy en día sigue en activo, gran parte de la actividad de La Zaragozana se desarrolla en sus naves del polígono de la carretera de Castellón. Esto ha permitido que, aunque Ámbar mantiene actividad en su centenaria fábrica, las afecciones y molestias para los habitantes de la zona hayan ido reduciéndose con el tiempo.

Hoy, la fábrica de La Zaragozana es un «buen vecino». «Yo he vivido en la calle Lausana toda la vida y en los últimos años, por ejemplo, el ruido que antes hacían las máquinas ya no está. Y el tráfico en la zona por los camiones de reparto también ha ido a menos, la verdad», explican desde una de las asociaciones vecinales de San José.

Eso sí, no pierden la oportunidad de pedir un poco más: «Se podían implicar más con las fiestas, hay barrios a los que les dan más. Hubo un año en el que casi tenemos que pedir Heineken», recuerdan desde la entidad, que, no obstante, presume de fábrica. «Está en el corazón del barrio. Es nuestro símbolo». Y es que a pesar de las mínimas quejas, la situación de estos vecinos dista mucho de la que puedan tener en otras zonas de la ciudad que conviven con empresas mucho más molestas y ruidosas. Gracias, además, a las actividades culturales que se organizan dentro de la fábrica y las visitas guiadas, también hay más movimiento en el barrio. La factoría tiene otra importante virtud y es que, aunque esto es subjetivo, hace bonito. Sus muros de ladrillo recuerdan a las ciudades industriales británicas y sus imponentes cubas rompen la monotonía de un distrito residencial compuesto por bloques de tres o cuatro alturas.

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