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ESPECIAL DÍA DEL PILAR

Los orígenes de la plaza del Pilar: de Santa María a la Basílica del Pilar

El gran espacio que hoy ocupa la plaza del Pilar, imagen y corazón de Zaragoza, ha estado inevitablemente ligado a la evolución constructiva de la Catedral Basílica del Basílica de Nuestra Señora del Pilar

Vista de la plaza del Pilar en 1910

Vista de la plaza del Pilar en 1910 / GAZA

El Periódico de Aragón

El Periódico de Aragón

El gran espacio que hoy ocupa la plaza del Pilar, imagen y corazón de Zaragoza, ha estado inevitablemente ligado a la evolución constructiva de la Basílica del Pilar desde sus orígenes en aquel pequeño templo de Santa María que, según la tradición, acogió la columna de jaspe (el pilar) dejada por la Virgen cuando vino en carne mortal en el año 40 d.C. para apoyar al apóstol Santiago en su evangelización y pedirle que le rindiera culto en ese lugar por los siglos de los siglos.

La historia documentada de esa pequeña iglesia data del siglo IX, en la que se atestigua la existencia de una iglesia mozárabe en Saraqusta dedicada a Santa María, que ya contaba con un pequeño anexo. Tras la conquista de la ciudad por Alfonso I el Batallador en 1118, la dominación islámica tocó a su fin y el templo se reedificó construyendo una iglesia románica cuyas obras finalizaron en el siglo XIII. Años más tarde se decidió iniciar la construcción de un nuevo edificio, en estilo gótico-mudéjar. Nuevamente, a finales del XVII, se plantea la necesidad de erigir una iglesia de grandes proporciones de estilo barroco. Los arquitectos José Felipe de Busiñac y Felipe Sánchez realizan el primer proyecto, pero será el arquitecto sevillano Francisco de Herrera el Mozo, recién nombrado Maestro Mayor de Obras Reales, quién revise el proyecto y comience a ejecutar la obra en 1681. Ya en 1753, Ventura Rodríguez plantea la concepción de una nueva capilla para la Virgen, un suntuoso templete que integra elementos barrocos, rococó y neoclásicos. También diseñó las fachadas exteriores del templo, que no se realizaron por problemas económicos, pero que sirvieron de modelo para el proyecto de fachada a la plaza del Pilar realizado por Teodoro Ríos y a mediados del siglo XX.

Nace la cúpula mayor

A mediados del siglo XIX nace la cúpula mayor de la basílica y el entorno experimenta un cambio fundamental con la apertura de la calle Alfonso I. A finales de siglo se completa por fin la vieja torre, la de Santiago, con el bello y pesado chapitel, obra del arquitecto Ricardo Magdalena. Hubo que esperar hasta principios del siglo XX (1903-1906) para poder contemplar la segunda torre que da a la plaza, la de la Nuestra Señora del Pilar, obra de los arquitectos Ricardo Magdalena y Fernando de Yarza. Con ella se terminaba de equilibrar el gran volumen del templo y es cuando convergen los planteamientos definitivos para la formación de la plaza de las catedrales.

Hay que tener en cuenta que el entorno de la basílica del Pilar había ido cambiado su fisonomía a la par que su construcción avanzaba. Los espacios propios de la cercana iglesia de San Juan de los Panetes y la catedral de la Seo habían vivido su propia evolución e iban generando un entorno urbano a su alrededor. Las tres zonas, plaza del Pilar con la basílica, la plaza de Huesca en los Panetes y la de la Seo junto a la catedral El Salvador, tenían vida propia y estaban separadas las tres por edificaciones residenciales.

La Coronación de la Virgen

En la formación del gran espacio que hoy contemplamos en la plaza del Pilar hay una fecha significativa, el 20 de mayo de 1905, cuando el arzobispo Soldevila coronó canónicamente a la Virgen del Pilar por concesión de la Santa Sede. La gran evolución pilarista estaba en marcha. Si bien esta devoción a la imagen se había asentada a raíz del Milagro de Calanda en 1640 y en 1678 la Virgen del Pilar es nombrada patrona del Reino de Aragón, la coronación canónica de su imagen supuso la consagración de la devoción pilarista. A partir de ese momento, se hizo patente la necesidad de ampliar el espacio de la plaza del Pilar para acoger al alud de peregrinos que se esperaba que llegaran desde todos los puntos del país y primó la idea de unir las plazas del Pilar y la Seo para acogerlos. La creación de la gran plaza, o avenida de las Catedrales, conllevaría también la prolongación del paseo de Independencia hasta allí de manera que plaza y paseo irradiarían la presencia del Pilar a toda la ciudad de Zaragoza.

Imagen de la Plaza del Pilar en 1920 desde la Seo

Imagen de la Plaza del Pilar en 1920 desde la Seo / GAZA

Los arquitectos Félix Navarro en 1906, Ricardo Magdalena en 1909, José de Yarza en 1914, Miguel Ángel Navarro en 1919 y Zuazo en 1930 propusieron distintos proyectos para acometer la extensión de la plaza y la prolongación del paseo Independencia. Y en los años de la Segunda República, en 1933, el propio Miguel Ángel Navarro, junto al bilbaíno Secundino Zuazo, defendieron dos propuestas alternativas. Sin haber puesto proyecto alguno en marcha, el 19 de julio de 1936 se declaró el estado de guerra, se depuso la corporación republicana y se sustituyó a Miguel Ángel Navarro por el arquitecto Regino Borobio. Comenzaba a gestarse la materialización de la gran plaza de la Catedrales.

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